Dos imágenes apenas separadas en el tiempo, lo que va de la expectativa a la emoción. Dos fotos que cuentan sin palabras lo que pasó la mañana de ayer frente al Congreso.

Mi amigo Horacio Paone tiene una cámara que mira. Me toca, si puedo, escribir como quien saca fotos.

Dice Horacio que entre la primera y la segunda toma pasaron doce segundos. Y son doce los segundos que tarda un faro para girar de la oscuridad a la luz.

El mar verde, el destino impreciso, el naufragio posible, lo incierto de la hora.

La que otea el horizonte, a la izquierda de la primera imagen, es Nelly Minyersky. Tiene 88 años, es abogada y presidenta del Parlamento de la Mujer. Sabe de tormentas: navegó en aguas difíciles toda su vida, peleando en favor del feminismo. Asoma su mirada como de telescopio, en el medio, Martha Rosenberg. Forma parte del Campaña Nacional por el aborto seguro, legal y gratuito, como su compañera de la derecha, Elsa Schvartzman, que detiene con su mano una palabra que solo ella sabe.

Él no lo dirá, pero Horacio tiene los dedos fríos. Los dedos fríos y el corazón caliente. Por eso se fue al Congreso a las seis de la mañana. “No sabés cómo abrazaban a esa piba, a Nelly, cuando todo terminó”, me contará Horacio después. No conocía a ninguna de las tres protagonistas del retrato. Pero algo les vio.

Y porque algo les vio disparó una vez.

La plaza es un solo latido que galopa. Es la cuenta regresiva. (Un día, como los grandes eventos de nuestra vida y de nuestra historia, recordaremos qué hacíamos y donde estábamos el 14 de junio de 2018).

Con los ojos puestos en la pantalla gigante, faltan once segundos. Se escuchan voces del recinto, faltan diez segundos. Martha toma de su mano a Nelly, faltan nueve segundos. Votan los diputados, faltan ocho segundos. Deja el mate en el piso la chica del secundario de Palermo, faltan siete segundos. Otra chica del Pellegrini aprieta el puño, faltan seis segundos. La mamá que antes veía todo por tele y ya no abraza a su hija, que la convenció de venir, faltan cinco segundos. El silencio del final, cuatro segundos. “¿Y si no sale?”, faltan tres segundos. “Esto es imparable”, faltan dos segundos. Silencio, falta un segundo.

Grita Nelly. Puño derecho en alto de Martha, idéntico gesto de Elsa.

Sí.

Las tres mujeres dicen sí. Horacio no las escuchó ni yo tampoco. Pero una foto, cuando sabe decir, habla.