Una de comboys
Argañaraz creció en la época en que las plazas no estaban enrejadas y eran el espacio de encuentro para armar un picado o jugar a las escondidas hasta que la puesta del sol decía basta. Eran, junto al club del barrio y los bares que jamás negaban el uso de sus baños, el lugar donde se borraban las diferencias sociales y se entretejían amistades que durarían toda la vida.
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