Existe una creencia generalizada que sostiene que el desarrollo de la tecnología posibilita la horizontalización de la información y la democratización de las decisiones. Se trata de un mito que el VAR desmiente una vez más.

Concluida la Copa América de fútbol, realizada en Brasil, el equipo anfitrión consagrado como  vencedor guardará un trofeo en sus vitrinas plagado de controversias. La utilización del VAR (video assistant referee) por sus siglas en inglés, durante la competencia pasó a ser una de las aristas más cuestionadas. Los arbitrajes empañaron el certamen y la entidad organizadora, la Conmebol, quedó bastante cuestionada. A esto se suman las palmadas afectuosas del titular de la organización sudamericana, el paraguayo Alejandro Domínguez, al presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, que fueron televisadas desde el palco.

El reglamento internacional del fútbol prohíbe la politización de este deporte, por lo que la entrada de Bolsonaro al césped del Maracaná y la foto con el trofeo entrometido entre los jugadores, no tendría que haber tenido lugar. La actitud del mandatario viene a inscribirse en las más rancias tradiciones dictatoriales sudamericanas mientras que por otro lado critica fervientemente al populismo.

Cuando se nombra al VAR la mayoría sabe de qué se habla, pero por el contrario se conoce mucho menos sobre su funcionamiento y las reglas con las que se lo utiliza. Algunos piden que no exista más, ya que vendría a enturbiar al deporte. Resulta necesario pues precisar algunos conceptos.

Como lo dice la sigla el VAR es un asistente del árbitro, un asistente privilegiado por cierto, pero en función no diferente de cualquier otro asistente, como lo es un juez de línea.

Básicamente el VAR está constituido por una cabina (VOR, de sus siglas Video Operation Room) en la que se ubican el árbitro responsable (VAR), un ayudante del árbitro (AVAR), y un operador de video (RO) por cada 12 cámaras. Ellos pueden observar el partido en diferentes pantallas, con diferentes enfoques y la posibilidad de congelar la imagen o volver a repetirla. El objetivo es evitar errores humanos que condicionen un resultado.

De todas formas, el videoarbitraje se utilizará sólo para cuatro acciones que pueden cambiar el rumbo del juego: goles, penales, expulsiones directas (nunca por doble amarilla) y confusión de identidad en amonestados. La utilización solamente se hará por pedido expreso del árbitro del partido o por sugerencia del jefe del VAR. Ellos se comunicarán por auriculares en una conversación estrictamente privada. El VAR implica una ampliación de la observación sin dejar de poseer rasgos bien panópticos.

Hoy existe una creencia generalizada que sostiene que el desarrollo de la tecnología, internet, redes sociales, cámaras, celulares, posibilita la horizontalización de la información y la democratización de las decisiones. Un verdadero mito de este tiempo que se sostiene en la idea de que la tecnología difumina al poder cuando es parte integrante del mismo. Además, la fascinación creciente por las imágenes digitales.

Convengamos que en el VAR no está contemplada la ampliación democrática de las decisiones. Seguirá siendo la decisión del árbitro y de las sugerencias de sus colaboradores, nunca de alguien ajeno al arbitraje. Sigue siendo así una actividad centralizada. Ya existía antes de la instrumentación del VAR un método similar en otros deportes aunque con otras características. Por ejemplo, en el Tenis un jugador puede pedir la revisión de la jugada a través del sistema llamado “Ojo de halcón”. Algo imposible en el fútbol.

El VAR es algo sumamente nuevo que necesitará de un proceso de experimentación y eso tal vez lleve a reformular algunas de sus reglas. Por hoy aparece cuestionado no tanto por su tecnología sino más bien por errores arbitrales que son pasados por alto y que sospechosamente no son tenidos en cuenta ni por el juez del partido ni tampoco por los integrantes del videoarbitraje. Obviamente que la exposición que realiza la televisión condiciona las decisiones arbitrales. No es lo mismo equivocarse que hacerlo con la posibilidad de revisar la decisión y saber que se encuentra mucho más expuesto.

Las tecnologías no existen en el aire ni en un topos alejado de la realidad. Se inscriben en estructuras institucionales que por el contrario no son novedosas sino que conservan los principales rasgos retardatarios de la sociedad.  Tener la posibilidad de observar minuciosamente en diferentes planos tanto temporales como espaciales, permite sin dudas ratificar decisiones incorrectas, el problema es si se intenta rectificarlas o mantener el error.