De pronto, la habitual tranquilidad de la ciudad fue sacudida por la peor de las noticias: el asesinato de Guadalupe Curual a manos del policía Bautista Quintriqueo. Cruelmente, la historia repite la de tantos otros lugares, pedidos de auxilio que no tienen respuestas y fiscales y jueces que miran para otro lado. Una crónica desde Villa La Angostura.

Miércoles 23 de febrero

22:03. En uno de los tantos grupos de wsp a los que pertenecemos, nos llega este mensaje, reenviado: “Mujer apuñalada en el centro hace cinco minutos. A la mujer la llevaron al hospital”. El texto escrito a las apuradas arrojaba datos precisos que luego nos serían ampliados, de una fuente más directa, con nombres y apellidos: “Era Guadalupe Curual… el hijo de yuta se llama Bautista Quintriqueo”.

22:27. Comienza a llover información desde todas las fuentes posibles. Pasó en pleno centro de Villa La Angostura, en un horario central de verano (plena temporada), en una Avenida Arrayanes repleta de gente, a dos cuadras de la Comisaría de la ciudad.

Horror. Locura. Mierda. Lpm.

22:58. “Concentración en Pioneros ahora”, convoca un nuevo mensaje. La Plaza de los Pioneros es el lugar de cita de todas las concentraciones, donde se inician históricamente las marchas en Villa: reclamos de tierras y viviendas, protestas por negocios non sanctos en territorio de Parques Nacionales, pedidos de explicaciones por números que no cierran, conmemoraciones cada Día de la Memoria. En Plaza de los Pioneros, a una cuadra del “Cruce”, como nombramos comúnmente a la bifurcación de la Avenida (que se abre hacia la ruta 40 rumbo a Chile o hacia el Boulevard Nahuel Huapi rumbo al Puerto) se concentra una porción del pueblo, los locales.

23:30. La movilización culmina frente a la Comisaría 28, para reclamar justicia. En la vereda misma de la Avenida se encienden velas. La consigna ya tristemente célebre vuelve a hacerse oír, se hace grito:

“¡Ni una menos! ¡Vivas nos queremos!”

La información comienza a circular de boca en boca: Guadalupe tenía 21 años, era mamá de una beba de un año. Trabajaba en una panadería del pueblo, había hecho varias denuncias por amenazas y agresiones, había una restricción perimetral que su ex pareja, Bautista Quintriqueo, no cumplió.

Los diarios informan que el fiscal Adrian De Lillo y el comisario inspector Daniel Castillo toman testimonios a los testigos circunstanciales para la reconstrucción del hecho. Lo mismo sucede entre los habitantes de la Villa. La escena que nos describen, que nos describimos y vamos construyendo (antes de que termina este día) es terrible, inaudita.

Alrededor de las 22 horas, Bautista Quintriqueo habría perseguido, apuñalado y matado a su ex pareja Guadalupe Curual, ante la presencia estupefacta de vecinos y turistas, en pleno centro de la ciudad. Después del crimen, habría intentado quitarse la vida, pero alguien de los presentes, aparentemente un policía de civil, habría logrado reducirlo y estaría internado en el hospital del pueblo con heridas superficiales.

Ahora, de repente, lo potencial se transforma en real. La delgada línea de sombra avanza.

Guadalupe baja de su auto, dejando a su beba a salvo, al advertir la presencia de Bautista, y sale disparada en dirección al Cruce. Va corriendo a los gritos y Bautista la persigue con un cuchillo enorme en la mano, amenazando a quienes intentaban detenerlo. Guadalupe se detiene, exhausta, Bautista la alcanza y le clava el cuchillo “en medio del esternón” (según informó uno de los testigos). El asesino huye hacia el Paseo de los Artesanos, alguien le arroja una piedra, hiere con el cuchillo a un hombre que intenta detenerlo y luego intenta suicidarse. Una policía de civil, que está paseando con su familia en Villa La Angostura, saca su arma reglamentaria y logra reducirlo.

Bautista Quintriqueo, el femicida, es detenido.

Guadalupe es asistida pero no sobrevive a la herida fatal.

23:50. Imposible dormir esta noche. Ya hay convocatoria de marcha y protesta para mañana, a las 10 de la mañana en la Plaza.

Jueves 24 de Febrero

07:00. Desde temprano, cunden los rumores, que amplían, contradicen o deforman la versión original de los hechos:

-Que Guadalupe Curual vivía con miedo: había denunciado por violencia de género a Bautista Quintriqueo, quien tenía una restricción perimetral de acercamiento, pero el futuro femicida inclumplía abiertamente esa restricción. La justicia había dispuesto rondas policiales por la casa donde vivía Guadalupe, pero hacían ya aproximadamente dos semanas esas rondas habrían cesado.

-Que Bautista Quintriqueo intentó quitarse la vida pero no lo logró. Nuevas fuentes precisaron que una pareja de policías llegada desde Zapala fue la que logró detener al femicida, quien se encuentra  internado en el Hospital Oscar Arraiz con una lesión superficial en el cuello.

-Que Quintriqueo actuó con un compañero, un cómplice que hasta el momento se encuentra prófugo.

-Que otro hombre está internado. No se sabe si es la pareja de Guadalupe o si se trata de alguien herido por Quintriqueo en el lugar y en el momento de los hechos, cuando intentaba auxiliar a Guadalupe. El hombre tendría lesiones pero está fuera de peligro.

09:30. Vamos a la Plaza San Martín. Hay mucha, muchísima gente. El clima es de tristeza, de desazón y de furia, todo eso a la vez. Vemos caras conocidas, las adivinamos bajos los barbijos, en realidad.

Alguien me recuerda un hecho ocurrido hace unos días. En un sendero que une los barrios Peumayén y Norte, una vecina encontró un maniquí de un cuerpo femenino intervenido, colgado de un árbol. La mujer le avisó a otra vecina y juntas dieron aviso a la policía: “Esto es un chiste horrible, o es un mensaje de violencia contra la mujer. Estamos horrorizadas”, contaron las vecinas a uno de los diarios locales.

Se inicia la marcha en dirección al centro. Primero en un silencio profundo, poderoso. Luego comienzan a hacerse escuchar las palmas y los gritos de justicia.

10:00. Llegamos enseguida al Cruce, ahí nomás, el lugar donde hace apenas unas horas fue asesinada Guadalupe. Toda la zona está encintada, clausurada. Quiero sacar unas fotos, una toma general para poder testimoniar la cantidad enorme de gente autoconvocada. Un oficial de tránsito me detiene y me señala un punto preciso desde donde me permite sacar unas fotos, justo antes de la cinta rojiblanca.

Bajo y avanzo, intentando adelantarme a la caravana, para fotografiarla nuevamente, esta vez desde el frente. Me lleva una cuadra y media esta tarea. Escucho los cantos espontáneos, que llegan a su punto máximo cuando llegamos frente a la Comisaría:

“¡Justicia! ¡Justicia!”

“¡Ya lo sabía, ya lo sabía,

que a los femicidas los cuida la policía!”

Las ventanas de la Comisaría están tapiadas de carteles: “DE QUÉ SIRVEN NUESTRAS DENUNCIAS SI LOS JUECES Y FISCALES MIRAN PARA OTRO LADO #BASTA DE MATARNOS#”, “JUECES Y FISCALES CÓMPLICES DE LA MUERTE DE GUADALUPE POR NO HACER NADA #JUSTICIA POR GUADALUPE#”, éste otro que me impacta “VILLA LA ANGOSTURA DE LUTO” y “BAUTISTA QUINTRIQUEO FEMICIDA”, cartel que además muestra la imagen del policía.

Recuerdo el poemario Heridas que no cierran, extraordinario libro que el poeta y periodista de Neuquén Gerardo Burton publicó en el 2017 y que optó por focalizar en las imágenes y los nombres de los femicidas en vez de los de las víctimas.

La caravana reanuda su periplo. En los cafés y restaurantes de la Avenida, algunas personas, aplauden, apoyando la causa de la marcha. Otros, mayormente turistas, continúan conversando, ignorando la muchedumbre que ha detenido el tránsito. Dos caras de Villa La Angostura, el Jardín de la Patagonia. La marcha sigue en dirección al juzgado de la Villa.

10:45. Llegamos al juzgado, donde las proclamas se reanudan. Intento registrar todo, con la memoria y con los dispositivos de los que dispongo. Asisto a un momento histórico: cinco minutos de toda esta multitud pidiendo justicia sin pronunciar una sola palabra, solamente aplaudiendo al unísono.

La consigna inicial se reforma, así:

“¡Ya lo sabía, ya lo sabía,

que a los femicidas los cuida la fiscalía!”

Esta otra se le agrega:

“¡A la primera denuncia

queremos protección!”

Los vidrios del Juzgado de la ciudad también están tapados con los mismos mensajes que la Comisaría. Unas pibas con aerosoles inscriben este mensaje: “JUSTICIA X TODAS”. Varias comienzan a golpear con fiereza los enormes ventanales. La cosa se está poniendo fea.

 

11:15. La gente pide que el fiscal jefe Fernando Rubio y el fiscal Adrián De Lillo den la cara. Otros piden que ambos fiscales renuncien. No sucede ni lo uno y menos lo otro. Hay mucha gente filmando, con celulares y cámaras profesionales, alguien instala unos enormes parlantes y enciende un micrófono. Habla primero un compañero periodista de la ciudad, luego habla una de las mujeres que encabeza la marcha. El intendente mismo, Fabio Stefani, surge de la misma multitud para pedir tranquilidad.

El reclamo persiste: que los fiscales salgan a dar explicaciones. Ante el silencioso ominoso, un grupo de manifestantes rompen los vidrios del Juzgado, ingresan al edificio y provocan diversos destrozos. Una súbita fogata comienza a arder en el exterior. Un grupo de mujeres suben a la fiscalía y exigen en el pasillo la presencia de los fiscales. Finalmente, el fiscal Adrián De Lillo y el fiscal jefe Fernando Rubio salen a la calle a dar explicaciones delante de una multitud enardecida. Ante los gritos, insultos y pedidos de renuncia, De Lillo intenta informar determinados aspectos de la investigación preliminar. Rubio, en tanto, admite que hubo fallas: “Las medidas que se adoptaron no fueron las suficientes”, reconoce.

Se suceden los gritos, hay dolor y confusión. Se informa que hasta que Bautista Quintriqueo no reciba el alta médica, no se le pueden formular cargos por el delito de femicidio, con el pedido de prisión preventiva. Las explicaciones no convencen, no conforman.

Al final, se resuelve marchar hasta el hospital local, donde se encuentra internado Bautista Quintriqueo, el femicida.

15:00. Vemos desfilar imágenes de la Villa en casi todos los canales de televisión. Algunas caras las conocemos, sátrapas, caranchos de la noticia, divulgan datos apócrifos e ineficaces. Otros, periodistas de ética intachable, entrevistan a quienes deben, toman notas oportunas y solicitan información antes de salir al aire o publicar sus artículos.

Villa La Angostura vuelve a ser noticia (la gran erupción del Volcán Puyehue, la breve erupción del Calbuco, el derrumbe de la montaña sobre la ruta 40, la ratada y el hantavirus), volvemos a ver nuestras calles y nuestras caras cotidianas en los grandes medios.

Vuelvo a tomar nota de eso que dice Ernesto Bohovslasky, que la marca de la desmesura ha teñido las referencias a la Patagonia, que somos un espejo un poco deformado y deformante de la realidad del país.

20:00. Todo pasa muy rápido. A una noticia la sucede otra casi de inmediato. Nueva movilización en la Avenida Arrayanes. Además, se convoca a una caravana de autos, para las 21 horas.

Un grupo ue mujeres (vecinas de la Villa) vuelven a manifestarse frente a la Comisaría. Allí, logran entrevistarse con el oficial a cargo, quien les indica que no están autorizados a brindar información.

Más trascendidos: dicen que a la tarde el femicida Bautista Quintriqueo fue trasladado en ambulancia al hospital de San Martín de los Andes, dicen que intentó suicidarse nuevamente, infructuosamente, que esas nuevas lesiones autoinflingidas agravaron su estado, por lo que hubo que trasladarlo a un “nosocomio de mayor complejidad”. Otras versiones (a estas alturas, las fuentes comienzan a multiplicarse, a diferir) indican que el traslado se efectuó mediante un operativo de distracción para evitar un posible linchamiento.

21:30. Nada parece lo mismo en las calles, nada es ni será lo mismo en Villa La Angostura. Hay una tristeza, una bronca sin localización precisa, se dispara en todas direcciones. Esos grupos de wsp mencionados al principio de esta crónica enumeran culpables: la educación, la familia, el machismo ominoso (“Te estoy mirando. Sos mía”, dice el femicida en uno de sus tenebrosos chats a Guadalupe), el entorno, la justicia, el silencio, al complicidad, los vericuetos legales donde los monstruos se guarecen y aguardan.

“Algo falló”, se dijo hoy, en una declaración luminosa y terrible. Algo falló, sin dudas. La justicia falló, su aparato silencioso y cínico. Sin importar lo que ocurra de ahora en más, la Justicia ya falló.

Eso sentimos todos los habitantes de Villa La Angostura, que hoy asistimos a otra terrible muerte anunciada, en un nuevo oscuro día de injusticia.