El autor de este texto trabajó de niño en los campos de tabaco de la provincia en la que Gerardo Morales acaba de legalizar el trabajo infantil para facilitar la explotación y proteger a los explotadores.
Sobre la autorización del Gobierno de Jujuy para que trabajen niños de 10 a 17 años en las plantaciones de tabaco les voy a contar cómo es el trabajo. No porque lo haya visto o me lo hayan contado, sino porque los hice a los 14 años en la zona de Perico del Carmen, exactamente en las fincas del Bordo, en Jujuy.
Te levantas a la madrugada para desayunar algo y apenas aclara ya estás en el surco. Se cosechan las hojas de abajo que son las que ya están maduras por lo que todo el tiempo estás agachado lo que implica un fuerte dolor en la cintura. Cuando arrancas las hojas la espalda se moja con el rocío de las de arriba. Eso no es agua, es agua con agroquímicos que te penetra en la piel porque no trabajas con la ropa adecuada.
Vas juntando los manojos de tabaco hasta completar el fardo. Ya no recuerdo cuántos fardos tenés que juntar para completar el jornal porque no tenés sueldo sino que te pagan por jornal. Esos fardos se hacen con una bolsa tipo arpillera pero de plástico que se abren y se extienden con un gancho en una punta y un ojal en la otra. Colocas las hojas sobre la bolsa y después tenés que cerrar el fardo. Para que no se desarme tiene que estar bien ajustado. Para eso se necesita mucho esfuerzo, tenés que acompañarte con todo el cuerpo y te duelen las manos y los brazos de la fuerza que haces. Si sos muy chico algún adulto te ayuda. Yo podía hacerlo solo. No se trabaja seis horas, para completar la cantidad de fardos exigida podés estar hasta diez horas en el surco. Una vez completada la cantidad de fardos tenés que cargarlo en el tractor. No son tan pesados pero para un niño sí lo es y tenés que hacerlo vos. Además, en ese momento de la carga te duelen todos los músculos del cuerpo y estas agotado.
Luego viene, en este caso, cargar las “estufas” (hay variedades de tabaco que se secan al sol). Las “estufas” son unas construcciones de adobes altas con techos de chapa a dos aguas. Cuando van por la ruta en Jujuy suelen verse. Dentro las estufas tienen tirantes donde se coloca el tabaco previamente “encañado”. Se encañan las hojas en varas de junco secas. Ese trabajo lo hacen chicos de 8 a 11 ó 12 años y las mujeres.
Tenés que subirte a lo más alto de la estufa y colocar las cañas, sin ningún tipo de protección, casco, ni nada y es un lugar oscuro además que corres el riesgo de resbalarte porque usas alpargatas o zapatillas de planta de goma. No tenés obra social y si sos menor tenés que juntar la misma cantidad de fardos que los adultos, pero te pagan menos,
Si te pasa algo, con suerte el patrón te puede pagar los medicamentos. Sino trabajas no cobras, ni hablar de vacaciones ni permisos. Sino estás en el surco no cobras. Si te enfermaste (gripe lo que fuera) no cobras. Esto para todos sin importar si sos o no niño.
Los otros trabajos, desflorar, quitar la maleza, regar, son menos duros pero igual son jornadas como mínimo de 8 a 10 horas y a veces más.
No importa cuán duro sea el trabajo ¿piensan ustedes que un niño puede estar todos los días haciendo eso?
Desde la comodidad de su hogar piensen que hoy hay niños en esas condiciones y peores en Jujuy y en otras zonas rurales de la Argentina.
Nadie hace nada por esos chicos, no hicieron nada por mí. Yo salí a fuerza de ganas y porque mi madre insistía en que estudiáramos a como dé lugar. No voy a contarles mi historia sólo quiero dejar plasmada mi vivencia directa en los campos de tabacos. Vayan sabiendo cuando pitan un cigarrillo que se ha humedecido con el sudor de miles de niños explotados y que no alcanzan con que digan “pobres chicos” o insulten al empresario y al Gobierno.
Hagan algo más. Hagan algo. Hagamos algo.