El caso de la contaminación por cianobacterias del agua de Río de la Plata que abastece a la planta potabilizadora de Punta Lara, la falta de información clara por parte del Estado y de la empresa proveedora y las “interpretaciones” del caso a partir del único recurso del posicionamiento.

Hoy pareciera que cualquier hecho o realidad tiene cabida en la simulación que produce la estructura de la Grieta. La creación de incertidumbres o suposiciones que hacen que algunos sean partidarios de determinadas posturas y otros de su contrario sin que ninguno pueda verificar a ciencia cierta lo que enuncia. Son estas algunas de las características principales en tiempos de redes e hiperconexión. Entonces se escucha decir a algunos que: “Ni loco me pongo la vacuna rusa contra el Covid” y a otros que “Esa es la primera que me pondría”. De esta manera la realidad colisiona contra las subjetividades. El problema surge cuando de lo que se trata es del agua que sale de las canillas y su potabilidad se relativiza.

El pasado lunes 23 de noviembre se produjo por la mañana un corte de agua en casi todo el partido de La Plata, y en su totalidad en los partidos de Berisso y Ensenada. No resulta inusual que falte el suministro o que llegue con baja presión a las canillas o que por las noches no carguen los tanques de reserva. El problema fue que pasadas ya varias horas de interrupción, no había señales de que volvería pronto y ya todos sabían que la cosa iba para largo. En la mayoría de los supermercados y almacenes, el agua envasada tanto en bidón como en botella, desapareció en pocas horas y la reposición tardaría al menos un día.

La empresa ABSA (Aguas Bonaerenses Sociedad Anónima) que es la proveedora en toda la región capital provincial del flujo potabilizado, informó que el corte se debía a la presencia inusual y desmedida de algas en la toma de Punta Lara, que es el lugar dónde se extrae el agua que luego será tratada en la Planta Potabilizadora “Donato Gerardi” ubicada en la misma localidad costera perteneciente al partido de Ensenada.

A la vista de las imágenes, las aguas costeras se habían teñido de un intenso verde azulado propio a la presencia de esas algas llamadas cianobacterias que poseen entre otras cosas una alta toxicidad. Ese mismo día, agentes municipales de la ciudad de Berisso salieron a recorrer los comercios en los que se vendía agua con el propósito de controlar el precio con el que lo hacían. Por lo bajo se pudo escuchar que más allá de que volviera el suministro de inmediato, el problema iba a perdurar hasta pasado el próximo verano, ya que el agua que saliera de las canillas no serviría para el mate, las infusiones ni para realizar comidas hervidas. De hecho ya se transformó en una costumbre el comprar bidones de agua o utilizar filtros para depurar el líquido. Se supone que con el agua de la canilla en tanto potable, eso no debiera pasar.

ABSA también informó que mientras se mantuviesen las algas en las inmediaciones de Punta Lara no iba a retornar el suministro de agua, ya que la planta potabilizadora no iba a poder sostener la provisión necesaria. Los filtros de la planta se cambian cada 48 horas, pero con la presencia de las cianobacterias eso tendría que ocurrir en un plazo menor a las 2 horas, cosa que no podía ser factible. La empresa señaló que si no se producía algún cambio climático que hiciera que el viento se llevara las algas hacia otro lugar, el imprevisto sería duradero. Recordemos que esos días eran de una elevada temperatura sin que se puedan advertir cambios sustantivos.

Cuando todo indicaba que la falta de agua sería eterna, durante la madrugada del otro día retornó a las canillas un líquido amarillento que de a poco se iría transparentando. Se informó que había que dejar que el agua corriera para que ese color oscuro desapareciera. Ahora al menos habría agua para el baño, las macetas y tal vez higienizarse o lavar los platos.

Tras el retorno del agua a las cañerías que abastecen a la población, el jefe de calidad de la empresa, Luis Bruzzone explicó que “El agua que sale de la planta no es peligrosa ya que está potabilizada, lo que son peligrosas son las cianobacterias que están en el río”. El agua del lecho acuático, no se podría tomar aunque esté hervida y tampoco se recomendaba que se visiten las playas. Bruzzone agregó que con respecto a la turbiedad del agua había que dejar que corra por un rato para que “Esté en condiciones para su uso y consumo”. A pesar del diagnóstico de ABSA, la mayoría prefirió seguir comprando agua envasada.

Vale señalar que ABSA es una empresa estatal con el 10% de acciones privadas que fuera creada en 2002 para reemplazar a la privada Azurix. A pesar de las informaciones dadas por la empresa a través de su vocero Bruzzone, también pudo escucharse la voz de Ricardo Echenique quien es parte de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) dependiente del gobierno provincial.  Echenique, tiene como línea de trabajo: “Cyanobacteria roxígena en cuerpos de agua continental de la provincia de Buenos Aires”.

En una nota publicada por el portal de la Provincia, el investigador sostiene que el desarrollo de esas algas “se ve favorecido por los nutrientes de tipo nitrógeno y fósforo, la materia orgánica y la temperatura. Todo combinado, en este caso particular por la baja en los niveles de los ríos tanto el Paraná como el Uruguay, más los aportes de todos los agroquímicos, y también lo que genera las cenizas de los incendios de la zona de las islas, es algo que ha favorecido el desarrollo de las cianobacterias”.

Foto: Claudia Conteris.

En cuanto a la posible contaminación del agua de uso domiciliario el experto señalaba que “Puede llegar a estar afectada significativamente ya que la potabilización no es ciento por ciento eficiente” pues en ese proceso “con filtros de grava y arena, allí se rompen las células y se liberan las toxinas” y por ende “sería un riesgo importante a considerar en el agua potable” mientras que con respecto a la escasez de agua, el investigador decía que debido a “la densidad de algas que hay en el río, los filtros se colmaron de algas –los filtros tienen que ser limpiados- y esto necesita un paro de planta para limpiar los filtros, que es un tratamiento más intenso que el normal”.

Consultado por el matutino platense El Día, Echenique recomendaba no utilizar el agua de la canilla para hacer infusiones, asegurando que “el hervor no mata las toxinas. Incluso las potencia en algunos casos como los que padecen enfermedades hepáticas, en niños y adultos mayores, produciendo diarrea o gastroenteritis”.

Planteada así las cosas no hay lugar para certezas, sino para propagar incertidumbres. No se trata obviamente de que cada habitante del Gran La Plata se ponga a experimentar en su casa, tomando mate o café y ver si le hace mal o no. Mucho menos si la empresa que debe abastecer de agua potable es estatal. Bien vale recordar que previo a la oleada privatizadora que realizara el gobierno de Carlos Menem allá por los 90, desde la mayoría de las empresas públicas se aportó desidia para favorecer el famoso lobby de la “ineficiencia de las empresas estatales”. Las que vinieron a reemplazarlas –aunque privadas- nunca fueron mejores, e incluso algunas como la ya mencionada proveedora de agua Azurix, tuviera que retirarse del mercado por serias irregularidades.

La potabilidad del agua nunca puede estar sujeta a la interpretación, no es un problema subjetivo. Es un hecho real que implica a la totalidad de la población. Las autoridades debieran dar cuenta del asunto lo más pronto posible.

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