Entre tantas falacias que se buscan imponer en la Argentina neoliberal, la que dice que la riqueza es producto del esfuerzo, la visión y la inteligencia de los ricos se machaca constantemente. Sin sacar los pies del plato del capitalismo, este artículo desnuda cómo las mayores fortunas de los Estados Unidos y el mundo se hicieron a costillas de los demás.<
El año pasado eran 8 hombres, que entonces bajaron a 6 y ahora son prácticamente 5. Mientras los estadounidenses se fijan en Trump, los súper ricos se están fugando con nuestra riqueza, y la plaga de desigualdad continúa creciendo. Un análisis de datos de 2016 concluyó que las cinco décimas partes más pobres de la población mundial poseen unos 410 mil millones de dólares como riqueza total. A 8 de junio de 2017, los cinco hombres más ricos del mundo poseían más de 400 mil millones de dólares en riqueza. Así, de media, cada uno de ellos posee casi tanto como 750 millones de personas.
¿Por qué permitimos a tan poca gente transferir grandes porciones de la riqueza mundial a ellos mismos?
La mayor parte de los súper súper ricos son estadounidenses. Nosotros, el pueblo americano, creamos internet, desarrollamos y financiamos la Inteligencia Artificial y construimos una masiva infraestructura de transportes, aunque dejamos que solo unos pocos individuos tomaran casi todo el crédito, junto a cientos de miles de millones de dólares.
Los defensores de la brecha de riqueza fuera de control insisten en que todo está bien, porque, después de todo, Estados Unidos es una “meritocracia” en la cual los súper ricos se han “ganado” todo lo que tienen. Prestan atención a las palabras de Warren Buffett: “El genio de la economía estadounidense, nuestro énfasis en la meritocracia, un sistema de mercado y un imperio de la ley, ha permitido a generación tras generación vivir mejor de lo que lo hicieron sus padres.”
Pero no es una meritocracia. Los hijos ya no están viviendo mejor de lo que lo hicieron sus padres. En los ocho años desde la recesión, el valor del Wilshire Total Market (un índice bursátil que indica el valor del conjunto de acciones activas en los Estados Unidos) se ha más que TRIPLICADO, creciendo de un poco más de 8 billones a cerca de 25 billones de dólares. La gran mayoría de ellos se han ido a los bolsillos de los estadounidenses más ricos. Solo en 2016, el 1 por ciento más rico transfirió de la riqueza del resto de la nación a la suya propia cerca de 4 billones de dólares, con cerca de la mitad de la transferencia de riqueza (1,94 billones de dólares) procediendo del 90 por ciento más pobre de la nación: las clases medias y bajas. Eso supone más de 17.000 dólares en viviendas y ahorros per cápita, entre las clases medias y bajas, perdidos hacia los super-ricos.
¿Una meritocracia?
Bill Gates, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos han hecho poco que no hubiera sucedido de igual manera. Toda la moderna tecnología de EEUU comenzó con –y en gran medida continúa con– nuestros dólares pagados en impuestos, nuestros institutos de investigación y nuestros subsidios a las corporaciones.
¿Por qué permitimos a la gente rica no cualificada decirnos cómo vivir? ¡Especialmente a Bill Gates!
En 1975, a la edad de 20 años, Bill Gates fundó Microsoft con su compañero de instituto Paul Allen. En aquél momento, el sistema operativo CP/M de Gary Kildall era el estándar de la industria. Incluso la empresa de Gates lo usaba. Pero Kildall fue un innovador, no un hombre de negocios, y cuando IBM llegó pidiendo un sistema operativo para el nuevo PC de IBM, sus retrasos condujeron el servidor central de la empresa a Gates. Incluso aunque la recientemente creada empresa Microsoft no podía cubrir las necesidades de IBM, Gates y Alenn vieron una oportunidad, por lo que se apresuraron a comprar los derechos de otros sistemas operativos de empresas locales, que estaban basados en el sistema CP/M de Kildall. Kildall quiso demandar, pero las leyes de propiedad intelectual para el software aún no habían sido promulgadas. Kildall fue un creador estafado.
Así que Bill Gates tomó lo de otros para convertirse en el hombre más rico del mundo. Y ahora, debido a su gran riqueza y al mito de la meritocracia, mucha gente lo busca para soluciones en áreas vitales de las necesidades humanas, tales como educación y producción global de alimentos.
Gates sobre educación: ha promovido monitores galvanizados de respuesta a la piel para medir las reacciones biológicas de estudiantes, y la grabación en video de profesores para evaluar sus actuaciones. Sobre los colegios ha afirmado que “los mejores resultados han llegado en ciudades donde el alcalde está a cargo del sistema educativo. Por lo que tienes un ejecutivo, y el consejo escolar no es tan poderoso.”
Gates sobre África: con inversiones en ella o acuerdos con Monsanto, Cargill y Merck, Gates ha manifestado su preferencia por el control de las corporaciones sobre los países pobres considerados incapaces de ayudarse a sí mismos. Pero no hay problema, ya que según Gates, “para 2035, no habrá casi ningún país pobre en el mundo.”
Warren Buffett: pidiendo pagar impuestos en el mayor tramo (mientras su propia empresa no tenga que pagar).
Warren Buffett ha abogado por impuestos más altos sobre los ricos y un impuesto de sucesiones razonable. Pero su empresa Berkshire Hathaway ha utilizado “cantidades hipotéticas” para “pagar” sus impuestos mientras realmente aplazaba 77 mil millones de dólares en impuestos reales.
Jeff Bezos: 50 mil millones de dólares en menos de dos años, y combatiendo los impuestos de siempre
Desde finales de 2015, Jeff Bezos ha acumulado tanta riqueza como para cubrir el conjunto del presupuesto de vivienda de EEUU de 50 mil millones de dólares, que sirve a 5 millones de estadounidenses.
Bezos, que ha obtenido amplios beneficios de internet y de la infraestructura levantada durante muchos años por mucha gente con muchos de nuestros dólares pagados en impuestos, ha utilizado paraísos fiscales y caros lobistas para evadir los impuestos debidos por su empresa.
Mientras Zuckerberg (el 6º más rico del mundo, el 4º de EEUU) estaba desarrollando su versión de red social en Harvard, los estudiantes de la Universidad de Columbia, Adam Goldberg y Wayne Ting construyeron un sistema llamado Campus Network, que era mucho más sofisticado que las primeras versiones de Facebook. Pero Zuckerberg tenía el nombre de Harvard y mejor apoyo financiero. También se presupone que Zuckerberg pirateó los ordenadores de sus competidores para comprometer los datos de sus usuarios.
Ahora, con sus miles de millones, ha creado una fundación “caritativa”, que en realidad es una empresa de responsabilidad limitada exenta de impuestos, dejándole libre para hacer donaciones políticas o vender sus holdings, todo sin pagar impuestos.
Todo ha encajado para el joven Zuckerberg. No le queda nada más que hacer que presentarse a presidente.
La falsa promesa de la filantropía
Muchos individuos súper ricos han comprometido la mayor parte de sus fortunas en causas filantrópicas. Esto sería muy generoso, si mantuviesen sus promesas. Pero no es realmente lo que ocurre.
Los multimillonarios estadounidenses hicieron en todos los casos sus fortunas debido a la investigación, la innovación y las infraestructuras que constituyen los fundamentos de nuestras modernas tecnologías. Han tomado créditos, junto a sus masivas fortunas, para éxitos que se derivan de la sociedad más que de unos pocos individuos. No debería ser una decisión de una persona cuál debe ser un uso apropiado de esa riqueza.
En cambio, se debe comprometer una parte significativa de los beneficios anuales de la riqueza nacional a la educación, la vivienda, la investigación en salud y las infraestructuras. Eso es lo que los estadounidenses, sus padres y abuelos han ganado después de medio siglo de duro trabajo y productividad.
Publicado originalmente en Sin Permiso.
Paul Buchheit es profesor universitario y miembro activo de US Uncut Chicago. Su último libro es Disposable Americans: Extreme Capitalism and the Case for a Guaranteed Income. Es asimismo fundador y promotor de páginas web educativas y sobre justicia social (UsAgainstGreed.org, PayUpNow.org, RappingHistory.org, así como editor y autor principal de American Wars: Illusions and Realities (Clarity Press).