La directora del CONICET e historiadora feminista, Dora Barrancos, dice que “la batalla por la despenalización del aborto ya está ganada” sea cual sea el resultado en el Senado. Su lectura subraya que ha habido “un cambio de paradigma” y que “por primera vez el feminismo es un fenómeno de masas“. (Foto de portada: Rafael Calviño).

Doctora en Historia; socióloga, con una maestría en Educación; desde 2010, Dora Barrancos es Directora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en representación de las Ciencias Sociales y Humanas. También es Profesora Consulta de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y Directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). El listado de títulos y reconocimientos es aún más extenso.

Cuando el golpe militar cívico y religioso de 1976, Barrancos tuvo que exiliarse en Brasil debido a su militancia en la Juventud Peronista. Durante el exilio culminó sus estudios en Ciencias Sociales, se acercó al movimiento feminista y al pensamiento del filósofo francés Michel Foucault.

Barrancos describe en “olas” históricas a las luchas feministas sucedidas desde mediados del siglo XIX. “El aborto, en términos de debate de política pública -dice- es una inclusión reciente. Existía en los ´60, pero ese debate era más generacional y reservado. Es probable que el Gobierno haya querido distraer planteándolo ahora; si fue así, erró el cálculo”.

En abril pasado, cuando Dora Barrancos fue convocada a las audiencias concretadas en el Congreso, en la previa al tratamiento de la Ley, dijo que la Argentina profundizó la desigualdad de clases con el aborto: “Para nuestras mujeres de los sectores populares es evidente que existió una forma larvada de pena de muerte, porque han pagado con sus vidas esas decisiones”, aseguró.

La exposición culminó con un cerrado aplauso cuando afirmó: “Defiendo el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual, separándolo de la reproducción, porque es un derecho humano fundamental”.

Breve historia de las luchas feministas

Con la voz calma, la palabra precisa y la paciencia entrenada por los años de docencia que inició durante su juventud en escuelas públicas, y que prosigue desde el más alto nivel académico en universidades nacionales, la investigadora resume su visión histórica de las luchas femeninas cuyo inicio fecha, como una primera “ola”, a mediados del siglo XIX.

El feminismo tiene que ver con la construcción de ciudadanía a partir de la soberanía sobre el propio cuerpo. “En el principio esto estuvo atado al maternaje; el rol reproductivo y socializador de la mujer”, dirá Barrancos.

“El razonamiento sería: ´Nos quieren madres; somos reproductoras, somos socializadoras, ¿y no tenemos ningún derecho? ¿Cómo es posible que un personaje tan importante no tenga ningún derecho?´”, explicita.

Las luchas femeninas durante un siglo estuvieron vinculadas a la conquista de derechos civiles, la educación y las asignaciones familiares. “Esto es importante. Las asignaciones familiares que luego se extendieron a todos los trabajadores, tal como hoy las conocemos, fueron una conquista de aquellas mujeres de finales del siglo XIX y principiando el XX”, recuerda Barrancos.

Hacia los años ’50, ocurre la gran transformación de los feminismos en el mundo. “Hay muchos feminismos. El del liberalismo radicalizado, por ejemplo, o el del materialismo, que también ha tenido sus feministas. Pero ahí sucede algo fundamental, que es la creación, la elaboración de una teoría feminista que crece en forma exponencial y que tiene que ver con este cifrado, con este derecho al cuerpo. Esto no estaba presente en sus antecesoras. La mujer de mediados del siglo pasado descubre su cuerpo, adquiere la idea de derechos sobre su propio cuerpo, y reconoce la violencia sobre su cuerpo”, señala Barrancos.

Se trata de eventos -dirá Barrancos- que provocan “una progresión en el feminismo que llega claramente hasta los ´80 o los ´90”. Es cuando se elaboran las actuales teorías alimentadas por distintos cauces. “Con esa teorización del feminismo surgieron entonces los recursos epistemológicos para una disidencia completa de la sexualidad”, explica.

“Diría que lo que está ocurriendo hoy es como un reto; una renovación de los feminismos en torno a un reverbero extraordinario de grandes rupturas con todas las fórmulas que ha habido hasta ahora; con una idea de libertad personal que incluye en un gran lazo a toda las diáspora de las diferentes fórmulas de la sexualidad, a las personas trans…”, afirma.

Es recién en esta etapa que comienza a involucrarse el aborto en tanto política pública. “Pero también -dice Barrancos- a los denominados ´feminismos post coloniales´, que son feminismos que resitúan a las mujeres aborígenes y a sus descendientes. Un enfoque que ya están produciendo alguna teoría. Es importante porque pone sobre el tapete condiciones de posibilidad del género femenino que no estaban previstas en las tradiciones de análisis de las mujeres de clase media blanca”.

– A partir de lo que usted dice, me gustaría plantearle una línea de análisis paralela que tiene que ver con el rol de la Iglesia en relación al feminismo a lo largo de la historia. Desde fines del siglo XIX, bajo cierta construcción del Estado argentino, por ejemplo en la presidencia de Roca, aparece una clara intención de separar a la Iglesia del Estado. Pienso en la creación de los registros civiles, en la llamada Ley Avellaneda de Educación Superior… Estamos refiriéndonos a gobiernos adversos a las minorías. Hoy, en el otro extremo, no encontramos con la tal vez calculada ausencia de la Iglesia cuando surgió el planteo por la despenalización. Por lo menos hasta después de su tratamiento en Diputados. Luego sí, comenzaron las manifestaciones directas de las organizaciones eclesiásticas y la convocatoria ya institucional a movilizarse en oposición a la Ley.

– Es verdad. Son todos ingredientes que tienen que ver con la modernidad. El siglo XIX rearticuló las fuerzas del patriarcado, las hizo ínsitas con el ordenamiento jurídico del Estado moderno. Con un orden jurídico que es masculino. Esto es lo que se ve claramente a fines del siglo XIX y comienzos del XX con la insurgencia femenina, que ya venía ocurriendo, pero nunca hasta entonces las mujeres se habían visto tan claramente sometidas a la potestad patriarcal. Había avance de derechos para los varones, pero no para la otra mitad de la humanidad. En ese suelo es que emerge el feminismo. Y desde luego, como un rebote importantísimo de las fórmulas de modernidad: la laicidad del Estado. De ahí que donde había fuerzas liberales más radicalizadas hubo siempre mayor oportunidad de derechos para las mujeres, por ejemplo en el Uruguay. En Argentina, en 1901 tenemos personas que se dicen feministas y surge Nosotras, la primera revista feminista del país. Era editada en La Plata por María Abella Ramírez, una notable figura del feminismo nacida en Uruguay. Y no es casual que la edite una mujer nacida en Uruguay, un país que nace prontamente como un Estado laico merced a fuerzas políticas que no tuvo la Argentina. Me refiero al Partido Colorado en su vertiente liberal radicalizada. En 1907, Uruguay tuvo su Ley de divorcio vincular; en 1932, el voto femenino. Nosotros tuvimos divorcio vincular recién en 1954 y la Ley fue suspendida por decreto. Esto no quiere decir que la relación entre el liberalismo radicalizado y la ampliación de derechos se cumpla a rajatabla, pero es evidente que hay una sintonía entre liberalismo, laicidad del Estado, civilidad y derechos para las mujeres.

– ¿Qué sucede entonces en la Argentina? Esas verificaciones acá dan otros resultados.

– No, es que acá no son liberales, son cuasi liberales. Diría que son como una representación con muchos problemas. Entonces, si fueran íntimamente liberales otro gallina cantaría…

– Hay que decir también que la Argentina sufrió una fuerte restauración de la Cruz y la Espada con el golpe militar y religioso de 1930, y nuevamente en 1955.

– Así es, efectivamente. Y le voy a decir más, aunque mucha gente se asusta cuando digo esto. En materia de derechos personalísimos, la Argentina avanzó más con un gobierno no liberal, como lo era el del primer peronismo, que con los gobiernos liberales; y le voy a decir por qué: porque el peronismo fue el que otorgó el divorcio vincular; de la misma manera que fue el peronismo el que le acertó a la igualación de derechos de los hijos matrimoniales y extra matrimoniales. Eso es paradigmáticamente liberal. ¿Cómo no van a tener los mismos derechos nuestros hijos? Entonces, en este país todo es muy extraño, como usted bien sospecha. Mire, le cuento algo… Cuando se sancionó la Ley de divorcio vincular en 1954, en una de las últimas sesiones en Diputados, si no en la última, la bancada radical se retiró porque dijo que la iniciativa era claramente un hostigamiento a la Iglesia Católica. El radicalismo no votó la Ley, y sus mismos argumentos se emplearon para derogarla en 1956 nada menos que mediante un Decreto Ley. Así nos ha ido. Pero bueno, durante los gobiernos peronistas de Néstor y Cristina Kirchner se avanzó muchísimo en materia de derechos personales. Hoy, tenemos Ley de Matrimonio Igualitario y Ley de Identidad de Género, algo absolutamente nuevo. Y no solo en América Latina. Recientemente, los países nórdicos, entiendo que uno de ellos Dinamarca, copiaron la legislación argentina”.

– Dora, para regresar a la pregunta original, ¿cómo ve usted hoy el papel que cumple la Iglesia en relación con la Ley de despenalización del aborto?

– Usted me hizo una pregunta muy interesante. La Argentina siempre anduvo a los tumbos con la jerarquía católica. Lo que hizo la Iglesia en relación con el matrimonio civil fue un escándalo… Pero no hay que olvidar que la propia Iglesia es una manifestación cultural. Así como se opuso al matrimonio civil, se opuso siempre a la Ley de Divorcio. Y se opuso hasta que no le quedó más remedio que aceptarlo. Hoy en día pregunte cuál es el sacerdote que bendice a un matrimonio si no le trae antes la libreta que dice que pasaron por un Registro Civil. Muchas cosas se han modificado. La Iglesia tiene una cantera que parece bastante inexpugnable, pero no deja de ser una institución cultural que también tiene sus grietas, por así decirlo. Hay una opinión mayoritaria, la de toda la jerarquía, pero que tiene una gran diferencia con la opinión de los curas de base. Usted dice bien. Durante el tratamiento de la Ley (de despenalización del aborto) en Diputados, la Iglesia per se casi no produjo opinión, salvo la de algunos curas que plantearon cuestiones totalmente anacrónicas. Pero en realidad, la Iglesia no habló per se porque se hizo representar por otras membresías. Ahora, cuando la Ley es tratada por el Senado, ha subrogado y exacerbó el tono. Desde los púlpitos, todos los domingos se oyen esas excomunicas. Creo que habrá un tiempo en que la Iglesia cambiará, como ocurrió con el matrimonio civil y cuando se instituyeron los cementerios alejados de las iglesias. En la Argentina la resistencia ha sido siempre menor que en Chile, por ejemplo, donde fue feroz históricamente.

foto/Claudia Conteris

El feminismo, un fenómeno de masas

– Me gustaría conocer cuánto piensa usted que han tenido que ver las llamadas redes sociales, dentro de lo que denominamos sociedad de control, en la conformación de este colectivo o marea verde, como la llaman. Qué tanto influyó a favor de la despenalización del aborto.

– Tienen mucho que ver. Para bien o para mal, las redes están ahí. Ahí está el escándalo sucedido con Facebook por el robo de metadatos para influenciar en procesos electorales. Pero hay que decir que como todos los signos de progreso, las redes sociales son bifrontes. En este sentido, el progreso puede ser leído como una fuente de bienestar, pero también puede ser algo alienígeno y contrario a la condición humana. Pensándolo positivamente, las redes sociales cumplieron un papel fundamental en este combustible que se derramó, sobre todo por las niñas sub 17 que, como siempre digo, probablemente ninguna de ellas haya leído una sola página de teoría feminista, pero son ínsitamente irreverentes, y descubrieron muy temprano que “conmigo no va a pasar lo mismo”.

Además de la instantaneidad de las comunicaciones, ha ocurrido a criterio de Barrancos un “franqueamiento” en materia de sexualidad entre los y las adolescentes. “Un recorrido muchísimo más libre -afirma- que les ha permitido posicionarse, discutir la rígida normativa heterosexual. Son contribuciones por fuera de la teoría feminista que ha avanzado con normas, como la Ley 26.485 de protección integral a las mujeres; pero también progresando con movimientos tan esclarecedores como el de Ni Una Menos”. Su lectura señala que por primera vez el feminismo se ha convertido en un fenómeno de masas. “Ya no es más un fenómeno de articulado en ciertos grupos, por eso me parece que esta ola verde es imparable y que habrá Ley o habrá Ley”, dice Barrancos.

– Es evidente también que en estas sociedades, así como las caracterizábamos, que vienen desarrollándose probablemente desde fines de los ´60, ha habido una injerencia creciente de las minorías.

– Sí, claro. Por eso digo que todas esas condiciones que se dieron para los sujetos de la enorme gama de la diversidad, de la disidencia de la sexualidad, son un reconocimiento. Esta sociedad tuvo que reconocer jurídicamente con la Ley de Identidad de Género a las personas. Sobre esto no se puede hacer una encuesta vinculante. Los Derechos Humanos no se pueden plebiscitar, hay que reconocerlos.

– Usted entiende al derecho al aborto como un derecho humano.

– Es un derecho humano básico, fundamental.

– Y una vez que la Ley, como usted dice, sea Ley, ¿Qué cree que resta aún en la agenda del feminismo para los próximos años?

– Creo que resta todo. Hay que darle un finiquito a todas estas fuerzas patriarcales que, más allá de todos estos derechos ganados por las mujeres, están vivitas y coleando. Hay dos grandes dimensiones. Una dimensión abarca todas las luchas por la equidad en el mercado laboral: la igualdad salarial, la movilidad, el denominado techo de cristal, la segmentación del mercado en trabajo para hombres y trabajo para mujeres… He escrito sobre eso y pienso que las feministas le hemos puesto poco el cuerpo a estas cuestiones en estos años. Creo que ha habido hasta cierta negligencia. La otra dimensión, más compleja, requiere de un Estado muy actuante, que por los síntomas que vemos no es el que estamos viviendo. Un Estado actuante que se haga cargo de los cuidados que recaen hoy sobre las mujeres. Hace falta otra organización social. Que no se acumule a las personas ancianas en un asilo, sino que se les dé una mejor calidad de vida. También a los adolescentes, que necesitan estructuras sociales de contención, como clubes o asociaciones que permitan recreación y educación. Una contención que también necesitan las personas con discapacidades. Son estructuras sociales que no se les pueden reclamar a los padres y menos aún a nuestros sectores populares. En fin, espero que sea ese el Estado que vamos a retomar de acá a no mucho tiempo más.

foto/Claudia Conteris