¿Qué papel juega la tecnología en esta pandemia de Covid-19? ¿Las herramientas que utiliza el gobierno son las mejores o se pueden optimizar? ¿Cuáles son los límites entre vigilancia epidemiológica, prevención y privacidad? En esta nota se trata de contestar estos y otros interrogantes.

A todos nos acecha esa pregunta. Si bien comparto lo que se ha hecho hasta ahora por parte del Gobierno sé que ningún país se sostiene con una cuarentena total eterna. Las respuestas a este interrogante deben tener en cuenta varias aristas pero la tecnología es una que en nuestro país merece más análisis dada las nuevas posibilidades que han surgido recientemente en el mundo.

Las medidas an la Argentina.

Repasemos los últimos eventos al respecto de parte del gobierno. Gracias al “ciberpatrullaje” le abrieron una causa a un joven por hacer un chiste en Twitter. Por otro lado, hay muy poca información sobre cómo funciona la aplicación Covid-19 desarrollada por el Ministerio de Salud que se presenta como una herramienta de autodiagnóstico. Según las palabras del propio presidente permite “georeferenciar, saber dónde están las personas” y es vulnerable a “los vivos” que la quieran usar incorrectamente.

Son amplias las posibilidades de mejora que tiene la aplicación sobre todo teniendo en cuenta los avances logrados en otros países. Hasta ahora no parece ser suficiente ni en materia de protección del derecho a la privacidad de las personas ni, teniendo en cuenta los comentarios oficiales, en términos de eficiencia para evitar falsos positivos. Dada la prolongación de la cuarentena creo que tenemos que empezar a pensar en cómo “administrar” una salida. Esto es indispensable sobre todo en países latinoamericanos como el nuestro con una alta tasa de trabajo informal y pobreza en donde millones de personas si no salen a la calle a trabajar, no comen.

El rastreo de contactos en China y Europa

Muchos estados han implementado el rastreo de contactos que ha tenido una persona infectada en los últimos quince días para avisarles que existe la posibilidad de que se hayan contagiado también y que, por lo tanto, se deben mantener en cuarentena para evitar la propagación del virus.

Esto se empezó a hacer preguntándole a los pacientes con quiénes estuvieron y llamando a esas personas. El problema es que el avance de la pandemia nos obliga a hacerlo a gran escala y velozmente. Además, pensando en la flexibilización de la cuarentena una persona antes de ser diagnosticada probablemente pudo haber entrado en contacto con un montón de personas que no conoce y que, por lo tanto, no podrían ser contactadas.

Mucho se habla de la utilización de la tecnología para facilitar este tipo de rastreos. En China crearon una aplicación que automáticamente genera un color para la autorización de los usuarios a trasladarse. Si es verde pueden circular mostrando su celular en la entrada de los servicios de transporte. Si es amarillo o rojo debe hacer cuarentena por siete o catorce días respectivamente.

Esta aplicación ha despertado críticas de organismos de derechos humanos como Human Rights Watch porque recolecta y comparte datos de localización de las personas con la policía lo cual también fue reportado por The New York Times. Este semáforo es una novedad del Covid-19 pero la vigilancia en China a través de cámaras con tecnología de reconocimiento facial ya tiene larga historia aunque no funciona bien con máscaras.

La tecnología de reconocimiento facial y las máscaras.

En el polo opuesto, en Europa no han usado estas técnicas de vigilancia. Las leyes que protegen los datos de las personas, principalmente la GDPR, son muy estrictas y dificultan la implementación de este tipo de aplicaciones. Lamentablemente el costo fue alto:

Si bien es cierto que la tasa de mortalidad depende de muchos factores como la cantidad de testeados o la edad de la población, es bastante elocuente que los seis primeros países con mayor tasa de mortalidad son europeos y que la diferencia con China es amplia.

Dado el freno de la economía, el 16 de abril la Unión Europea publicó un protocolo para habilitar el rastreo de contactos pero a la vez proteger la privacidad de las personas y así poder flexibilizar la cuarentena que frenó la economía más de un mes. Una clave para este avance fue la tecnología Bluetooth Low Energy (BLE).

Lo último en tecnología para rastreo

La reciente alianza entre Google y Apple da cuenta de la trascendencia de lo que estamos viviendo actualmente. Era impensado que los dos gigantes que han batallado entre sí por años se unieran como en este caso para intentar buscar una solución que ayude a contener la expansión de la pandemia.

Con una tecnología similar a la que implementó exitosamente Singapur buscan facilitar el seguimiento de contactos con una herramienta que sea interoperable, es decir, que funcione en el sistema iOS (Apple) y Android (Google) en sus distintas versiones. Esto no es un mero detalle técnico cuando estamos hablando de un fenómeno a escala mundial que es más eficaz cuanta mayor cantidad de usuarios pueden usarla.

Las compañías prometen asegurar el trackeo sin guardar datos de geolocalización de los usuarios. ¿Cómo? Con tecnología BLE: cada teléfono con esta función habilitada emitirá periódicamente un código único y anónimo. Otros teléfonos que estén cerca guardarán ese código así como la fecha y hora de almacenamiento generando una lista de códigos de las personas con las que tomó contacto.

Una vez que un usuario es diagnosticado con coronavirus su código es almacenado en una base de datos. Todos los teléfonos periódicamente chequean esa base de datos y analizan si alguno de esos códigos es igual a la lista almacenada en cada dispositivo. Si encuentran una coincidencia, una aplicación le enviará un mensaje similar a: “Usted ha estado expuesto a una persona diagnosticada con Covid-19”.

Foto: Carlos Brigo.

Esta es una explicación muy básica pero en verdad para asegurar el anonimato de los datos de los usuarios se usará una criptografía de tres llaves que según expertos de The Verge, medio especializado estadounidense, es extremadamente difícil de violar.

Es importante destacar todas las formas en que están intentando cuidar la privacidad de los usuarios. Primero, la persona elige si quiere activar esta función o no en su teléfono. Segundo, no se almacena información personal ni de la localización de las personas. Tercero, la lista de códigos que recibe el teléfono se guarda sólo en cada dispositivo.

Mientras tanto el Gobernador de Jujuy Gerardo Morales tuvo la gran idea de pegar carteles en las puertas de los posibles infectados así todos podían vigilarlos. Así estamos.

Lo que queda por ver…

Según lo anunciado por las compañías a mediados de mayo van a lanzar una API (digamos un paquete de código). En los próximos meses se incorporará como funcionalidad a nivel del sistema operativo.

Si bien se explica que solo con el consentimiento del usuario diagnosticado positivamente se suben sus “códigos” a la base centralizada no queda claro como confirman los casos. En una conferencia online con periodistas se explicó que si bien el mejor medio es el testeo del paciente ésta no es necesariamente la única manera. Un gobierno podría bajar la vara y confiar en un diagnóstico realizado por un profesional médico sin necesidad del testeo.

Otra cuestión es si esta tecnología es lo suficientemente precisa. Se puede limitar el alcance aunque no está definido aún cuál es la mejor distancia. Si el alcance fuese excesivo y hubiese muchos casos positivos se recibirían demasiadas “alarmas” según expertos de la Universidad de Cambridge.

Parece fundamental la dimensión humana de la implementación. Cuanta información suministrar a los usuarios sobre ese contacto y qué deben hacer a partir del mensaje quedará en manos de las aplicaciones locales generadas por cada autoridad sanitaria.

Otro punto fundamental es que para que realmente funcione la tasa de usuarios que la habiliten debe ser amplia y para eso es esencial una comunicación transparente por parte de los gobiernos sobre cómo funciona la aplicación, la protección de la privacidad de los usuarios y efectividad en el rastreo.

Todos estos últimos puntos dependen de la regulación local y cómo se pondrá en práctica en la app. Me pregunto si la mesa de expertos en tecnología que en su momento se reunió con el presidente no debería volver a convocarse dada esta novedad para comenzar a investigar la documentación publicada, analizar estas cuestiones a definir por cada gobierno y ganar tiempo para cuando pueda ser integrada a la aplicación argentina. También me pregunto si sería inteligente esperar a tener esa herramienta para flexibilizar la cuarentena. Si se usase en combinación con los nuevos testeos rápidos sería una posible salida controlada.

Más allá de la tecnología

Ninguna tecnología puede reemplazar las políticas de prevención recomendadas por la OMS. Pero, sobre todo, nada puede reemplazar a la inversión en salud pública que tanto en países como el nuestro como también en muchos países del primer mundo va en descenso. Ni hablemos de la investigación en enfermedades zoonóticas como la actual (hay mucho que se puede hacer para prevenirlas, si les interesa vean el documental Pandemia en Netflix).

Pandemia, el documental.

Tampoco esta tecnología puede resolver el desafío político de enfrentar este fenómeno como lo que es, un problema mundial que debe ser tratado con políticas globales y acuerdos de cooperación internacional. Actitudes como la de Trump tentando a una empresa alemana a que le venda primero una vacuna si es que la encuentra o sacándole presupuesto a la OMS en plena pandemia van en sentido contrario.

Estos problemas son mucho más difíciles de resolver. Pero en estados democráticos no sólo depende de nosotros seguir las recomendaciones de la OMS sino también demandar a nuestros políticos que inviertan en salud pública e investigación.

Dejemos de ser una tribuna de aplaudidores de balcón, de pedirles a los políticos que se bajen el sueldo como si todo dependiera de otros, y pasemos a demandar más información sobre estos temas y a apoyar a los trabajadores de la salud e investigadores no sólo ahora sino cada vez que reclamen por un sueldo digno y mejores condiciones laborales.

De ésta salimos juntos o no salimos.

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