Un cronista viajó hasta la Comunidad Algarrobal, en el límite entre Formosa y Paraguay, para asistir a una asamblea de la Organización de las Comunidades Nivaclé, un pueblo no reconocido por el Estado, cuyos integrantes, en muchos casos, ni siquiera tienen DNI.

Nosotros seguimos en camino, vamos hasta dónde podemos. Queremos alcanzar el futuro para nuestras comunidades, para nuestra cultura. No para mí, no para mi comunidad, sino para todas las comunidades Nivaclé de Formosa. Ése es nuestro objetivo, que nos reconozcan como pueblo. Ese día va a ser histórico”, dice Eulogio Corvalán, delegado de la Comunidad Algarrobal, un asentamiento nivaclé del oeste provincial, casi en la frontera con Paraguay.

Comunidad Algarrobal, del pueblo Nivaclé.

Eulogio Corvalán tiene 34 años y es el presidente de la Organización de Comunidades Nivaclé (OCN), que nuclea a los seis asentamientos de ese pueblo indígena que están desparramados por el noroeste de la provincia de Formosa.  Hoy es el encargado, además, de recibir al resto de los delegados en Algarrobal, elegidos democráticamente en las asambleas comunitarias de las diferentes comunidades y revocables también por el voto de cada una de ellas.

El diálogo transcurre a la sombra de un árbol, mientras la temperatura va subiendo a medida que avanza la mañana. A mediodía alcanzará los 38 grados. Cerca del árbol está el pozo de agua, en realidad un piletón donde se acumula cuando llueve, porque en Algarrobal todavía no se ha hecho una perforación. Aquí y allá corretean unos pocos gallos y gallinas, los únicos animales que tienen los nivaclé.

Históricamente, los constantes cambios en el curso del río Pilcomayo – límite entre la Argentina y Paraguay hasta la década del 30 del siglo pasado – pusieron a los nivaclé de un lado o del otro de la frontera, lo que tuvo una consecuencia que persiste aun hoy: ninguno de los dos países los reconoce como ciudadanos propios. Recién desde hace algunos pocos años los nivaclé de la Argentina pudieron obtener un DNI. Algunos de ellos, porque todavía son muchos los que no tienen documento y, por lo tanto, no tienen acceso a ningún servicio del Estado. Son los NN de las comunidades indígenas del territorio argentino.

Pueblo de tradición guerrera, los nivaclé fueron diezmados y corridos territorialmente durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo pasado. Hoy son el menos numeroso de los cuatro pueblos indígenas que hay en Formosa, muy por debajo de los wichí, los qom y los pilagá.

El último censo realizado por la Asociación para la Cultura y el Desarrollo (APCD), una ONG que apoya los derechos de los pueblos originarios en la provincia, relevó 546 indígenas, la mayoría de ellos indocumentados, distribuidos en seis comunidades: San José-Río Muerto, Algarrobal, Lamadrid, Guadalcazar, San Miguel-Laguna Yema y San Cayetano. Otros pocos han migrado a los márgenes de las ciudades de Las Lomitas y San Martín 2.

Hasta hace tres años, las comunidades casi no tenían vínculos entre sí, separadas por distancias que, sin ayuda para viajar, resultan insalvables. Con el apoyo de APCD, que transporta a los delegados de las comunidades en una camioneta, empezaron a reunirse en 2015 para conformar la OCN. “Al principio no estábamos casi relacionados, por la distancia. Cuando empezamos a comunicarnos con APCD, ahí nos conocimos y hablamos para poder organizarnos. Por ejemplo, yo vivo acá y la distancia es muy grande, muy lejana. Por eso, contamos siempre con APCD. Ellos nos asesoran en los trámites también. Y también para poder obtener algunos alimentos y lo que necesitamos en las comunidades”, explica Corvalán.

Los delegados Sergio Medina, Julio García y Eulogio Corvalán.

La organización significó un gran paso para luchar colectivamente por el reconocimiento de los nivaclé como pueblo por parte de los estados nacional y provincial, un paso que es indispensable para mejorar la calidad de vida en las comunidades y garantizar sus derechos sobre los territorios ancestrales.

En esa lucha también cuentan con la solidaridad del pueblo qom y especialmente de la Comunidad La Primavera. “Los otros pueblos nos apoyan, más que nada el pueblo qom, porque ellos nos facilitan los pasajes para poder viajar a las reuniones en Buenos Aires y nos acompañan por el tema del DNI, porque ellos tienen personería y la posibilidad de conseguirlos. En eso nos ayuda Félix Diaz, de La Primavera”, dice Sergio Medina, de 42 años, delegado de la Comunidad San José – Río Muerto.

Con ese apoyo, los delegados viajan periódicamente a Buenos Aires para entrevistarse con funcionarios del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, para seguir de cerca el trámite del reconocimiento de los nivaclé como pueblo originario, y del Registro Nacional de las Personas, para acelerar la obtención de los tan necesarios DNI. “Porque los del Registro no hicieron lo que tenían y hay muchos chicos, la mayoría ya con mayoría de edad, que tienen la constancia del trámite pero nunca les llega el DNI. Cinco años hace que están esperando algunos”, dice Julio García, de 31 años, delegado de la Comunidad Lamadrid.

El calor comienza a ser agobiante cuando los delegados se preparan para iniciar su asamblea. Lo primero que harán los delegados que viajaron a Buenos Aires será contar cómo van los trámites y luego decidirán entre todos los pasos a seguir. Saben que el camino que están transitando no es fácil y que llevará tiempo, pero que al final los espera el reconocimiento de los nivaclé como pueblo por parte del Estado. “Sin ese reconocimiento nosotros no somos nada, no tenemos personería jurídica y por eso necesitamos que nos reconozcan, sino para el Estado no existimos y no tenemos nada”, dice el presidente Eulogio Corvalán”, antes de abrir la asamblea.

(Publicada originalmente en Revista Zoom)