La Cámara de Diputados de la Nación dio esta mañana media sanción al proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, por 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones. Falta la aprobación del Senado para que finalmente sea ley. (Foto de portada: Fernando Gens/Télam).
A las siete y media de la mañana y tras una maratónica sesión que duró más de veinte horas, el Congreso dio media sanción al proyecto de ley de legalización del aborto. Con 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) presentado por el ejecutivo días atrás, pasó al Senado, donde será tratado en los próximos días. Tras la aprobación del dictamen, comenzó a tratarse el Plan de los 1000 días de protección integral de la mujer embarazada hasta los primeros años de infancia.
El sol quemaba desde temprano. La verde marea feminista fue acercándose durante el transcurso del día para acompañar la prolongada vigilia que acompañaría las horas de debate. Alrededor del Congreso y en los distintos puntos de encuentro en las plazas del país, mujeres y disidencias bregaron, una vez más, por el aborto legal y por un reclamo históricamente sostenido: ni una muerte más por abortos clandestinos.
El proyecto enviado por Alberto Fernández recoge parte de la producción del colectivo feminista pero tiene diferencias sustanciales respecto del documento gestado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito, presentado el 28 de mayo de 2019, por octava vez. Existen dos puntos que hacen ruido y son los que mayor controversia generan dentro del movimiento feminista. Por un lado, el proyecto del ejecutivo despenaliza y legaliza el aborto hasta la semana catorce de gestación inclusive, pero penaliza la práctica, pasado dicho plazo. El proyecto de la campaña, en cambio, no penaliza nunca a la mujer o persona gestante que decida abortar. Por otra parte, -y este agregado es el que más resquemor genera en las filas feministas- el proyecto aprobado incluye la objeción de conciencia (OC) del personal médico que esté a cargo para garantizar la práctica. El documento elaborado por la campaña, fruto del consenso logrado tras años de debate, investigación y discusiones en foros y encuentros, no incluye objeción de conciencia, que, según entienden es “utilizada como herramienta para obstaculizar derechos sexuales y reproductivos”. “La experiencia indica que es la puerta de entrada del incumplimiento de la ley, y la obstrucción del acceso, como ocurre actualmente con la provisión de las ILE en nuestro país, generando demoras, malos tratos, morbilidad, mortalidad materna y trasladando la carga de trabajo a quienes sí garantizan el derecho trabajando a conciencia”, señalan desde el colectivo.
“Tal vez no refleje el cien por ciento del proyecto de la Campaña pero refleja la lucha del movimiento feminista”, señala Marta Alanís, de Católicas por el Derecho a Decidir. Alanís, ideóloga del pañuelo verde, es una de las históricas, que, junto a Nina Brigo y Nelly Minyersky entre otras, siguió el debate desde uno de los balcones del recinto.
La figura de objeción de conciencia no es un detalle menor. Fue consensuada en arduas discusiones que durante años, forjaron los espacios de militancia feminista. Implicaría, sin ir más lejos, la posibilidad de que el profesional de salud, rechace realizar la práctica médica, amparándose en la legislación aprobada. Esta interferencia -individual o colectiva-, entorpecería el derecho a la interrupción del embarazo en contextos conservadores, por ejemplo, pequeñas localidades en el interior de algunas provincias, donde peligrarían las garantías del aborto legal, seguro y gratuito. Si el médico se opone a realizar un aborto, la paciente o persona gestante debe ser derivada a otro centro de salud para garantizar la práctica. El profesional, en tanto, no podrá negarse, cuando la vida de la persona esté en riesgo y requiera atención inmediata. Desde el movimiento de mujeres sostienen que este paso no implica un cierre o punto de llegada sino de partida, y que seguirán trabajando para garantizar el cumplimiento de la ley.
El largo camino a la legalización
En agosto de 2018 el debate llegaba al Senado. La votación se perdió por 31 a 38. Desde el feminismo entienden que este tiempo transcurrido no fue en vano y que están dadas las condiciones para que el ansiado reclamo se convierta en ley. Este tiempo se logró instalar el tema en la agenda política. La pelea por el aborto legal implica una transformación social en la que confluyen generaciones de feministas, que sentará las bases de una sociedad más justa e igualitaria.
A diferencia de aquella discusión, en la que un grueso de los funcionarios buscó minimizar la primacía de fundamentalismos católicos o religiosos a la hora de oponerse “per se” a la discusión de un asunto referido a la salud pública, el debate que culminó hoy, estuvo impregnado de posturas místicas rayanas al delirio. Así, se escuchó a la diputada de los celestes y activista pro vida Victoria Masetani, decir, sin pelos en la lengua que “el estado no obliga a maternar, obliga a parir”; a Dina Rezinovsky del bloque PRO-CABA, que “si tanto les molesta Dios, sáquenlo de la Constitución” y hasta el pedido, a través de una moción, contraria a la mayoría, de postergar el tratamiento del debate hasta el 6 de enero por considerarlo “una ofensa para el culto católico y cristiano”, presentado por la diputada de Juntos por el Cambio, Lucila Lehman.
Pasaron treinta y seis años desde la primera convocatoria feminista, tras el regreso de la democracia, cuando el 8 de marzo de 1984, se conmemoró el Día de la Mujer. Allí, una incipiente multitud reunida frente al Congreso de la Nación, ya bregaba por la legalización del aborto. Desde entonces, y bajo una impronta federal y participativa en base a las discusiones aportadas por grupos de mujeres en todo el país, el amplio colectivo feminista nucleado en la Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito, presentó ocho veces el proyecto para su tratamiento. Desde entonces, tres mil mujeres murieron por abortos clandestinos en nuestro país. La marea verde y feminista trae nuevos vientos y busca arrasar con décadas de opresiones. La alegría es nuestra, la deuda es con nosotras, gritan ellas, a viva voz, en un abrazo sostenido, largamente esperado.
EDUCACIÓN SEXUAL PARA DECIDIR
ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR
ABORTO LEGAL PARA NO MORIR
¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?