A pesar del anuncio con bombos y platillos por la firma del convenio con Holanda para la construcción de un reactor de baja potencia, INVAP, que supo ser la empresa de tecnología más importante del país, hoy es víctima del plan vigente de desguace de la industria nacional. Este mes la empresa no pudo pagar los sueldos de sus empleados.
El temor y la incertidumbre sobre el futuro se apoderan del personal de la empresa INVAP. Ante la imposibilidad de afrontar los gastos corrientes la firma rionegrina liquidó en cuotas los sueldos de marzo. Los recibos llegaron con una suma “plana” de 30 mil pesos; quienes tienen salarios inferiores percibieron la remuneración completa, pero el plantel que percibe una cifra mayor, se encontró este mes con un pago “a cuenta” y sin fecha conocida para percibir el importe restante.
La situación de la empresa es un secreto a voces, sin embargo los directivos no ofrecen precisiones. Hoy, el área más afectada es la vinculada a los desarrollos satelitales que fueron desactivados con la llegada de Mauricio Macri al Gobierno.
“Nos están sugiriendo que nos vayamos”, confirman los empleados que piden especialmente el anonimato, “no ofrecen un plan de retiro ni nada, pero te dicen que te vayas buscando otra cosa”.
En el último informe financiero, a diciembre de 2017, INVAP declaró activos por 978.865.790 pesos, y un pasivo total más patrimonio neto de 6.222.926.716 pesos, con una diferencia de casi mil millones de pesos con respecto a junio del mismo año (5.330.904.243 pesos).
Pese a las sospechas de recortes bajo la nueva administración nacional, el mismo informe consigna en diciembre que “a la fecha de emisión de los presentes estados financieros intermedios consolidados condensados no existía incertidumbre, basada en sucesos o condiciones, que pusieran en dudas el hecho de que la Sociedad y sus subsidiarias seguirán operando normalmente como negocio en marcha”.
Pero sí advierte que “el Grupo se encuentra expuesto a los riesgos de mercado, crediticio y de liquidez”.
Y agrega que “el riesgo de mercado al cual se encuentra expuesto consiste en la posibilidad de que la valuación de los activos y pasivos financieros como así también ciertos flujos de fondos esperados podrían verse negativamente afectados ante cambios en las tasas de interés, en los tipos de cambio, en otras variables de precios, o por riesgos de contraparte”.
Las claves de la situación actual las ofreció en octubre pasado el propio Héctor Otheguy, entonces Gerente General y actual Presidente de INVAP, cuando la empresa aprobó su último balance.
En aquella ocasión, acompañado por el gobernador Alberto Weretilneck, Otheguy afirmó que “el resultado económico del ejercicio fue de 22 millones de pesos, casi el 80 por ciento por debajo de los cuatro años anteriores, cuando varió entre 90 y 100 millones de pesos de utilidades por año”.
Con mesurada claridad el Presidente de la empresa reconoció que las complicaciones se dieron en el frente externo con un “dólar planchado” e inflación interna, todo lo cual se tradujo en un aumento de costos en dólares, particularmente en los contratos firmados hace tres o más años; y en la reducción de compras y contratos del Estado nacional, que implican el 75 por ciento de la facturación.
Con el kirchnerismo en el Gobierno, resumió Otheguy en aquella ocasión, la situación era otra. La empresa venía “de un crecimiento muy importante en los últimos diez años, en los que pasó de una facturación anual menor a los 30 millones de dólares, con una planta de 350 empleados, a la actualidad con ventas por casi 200 millones de dólares y 1.400 empleados”.
Menos de un año después la situación cambió drásticamente.
Tras una visita a la sede de INVAP, a fines de 2017, la senadora nacional Magdalena Odarda, señaló que el “presupuesto (nacional) 2018, refleja reducciones presupuestarias en las compras previstas de distintos ministerios al INVAP”.
De acuerdo a datos que divulgó la propia empresa, de los 5 mil millones de pesos que debieran haberse previsto en 2018 para cumplir los contratos firmados entre el Estado Nacional e INVAP, sólo figura la mitad. “Esta situación va a generar un perjuicio a la empresa y a los trabajadores y trabajadoras”, confirmó Odarda.
La predicción se confirmó este mes cuando los empleados de INVAP se encontraron con los salarios liquidados en cuotas.
Si dicen que hay sol, mejor salir con paraguas
Tras aquel mismo acto de presentación de balances, en octubre de 2017, el gobernador Alberto Weretilneck afirmó taxativamente que “no hay ningún hecho de venta o privatización que involucre a Invap”.
Y luego, fiel a su costumbre de resumir sus actos de gobierno en los 140 caracteres de Twitter, insistió: “Desmiento rotundamente que estemos pensando algún tipo de privatización o venta del paquete accionario de Invap Argentina”.
“Aclaro entonces”, escribió, “que Invap es propiedad de la Provincia de Río Negro”.
Exaltado por la contratación de INVAP para el desarrollo de un reactor de investigación en Holanda, Weretilneck afirmó que “este nuevo objetivo alcanzado, no es un hecho aislado sino que es el resultado de años de trabajo y seriedad de esta gran empresa rionegrina, que se ha constituido en uno de los emblemas no solo de nuestra provincia, sino también de la Argentina”.
Y agradeció al presidente Mauricio Macri, por el apoyo a INVAP en todas sus gestiones, “lo que habla de su compromiso con el desarrollo científico y tecnológico de nuestro país”, dijo.
Weretilneck no podía desconocer los planes del Gobierno Nacional para la empresa.
Durante su recordada visita a INVAP, Mauricio Macri anunció que estaban avanzando en la búsqueda de “socios estratégicos” para la empresa rionegrina, “porque lo que pretendemos es insertar a Argentina en el mundo de manera inteligente”.
Para entonces Héctor Otheguy había advertido que “nuestros costos en dólares aumentan, los contratos son de larga duración y si el dólar sube, los resultados se hacen más complicados de afrontar”, cuando lo dijo el dólar estaba a 17,40 pesos por unidad.
El área más castigada de la empresa es la abocada al desarrollo satelital. Los inconvenientes surgieron tras la decisión del Gobierno Nacional de asociar a la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales (ARSAT) con la norteamericana Hughes para construir el satélite Arsat 3, lo cual fue percibido como un avance hacia la privatización de la empresa. Los datos emergieron de la Carta de Intención que firmó a mediados de 2017 Rodrigo De Loredo, presidente de ARSAT, por la cual cedía a Hughes el 51 por ciento de las acciones de la compañía. Un acuerdo a todas luces ilegal.
“Les digo a los muchachos de INVAP que no se preocupen, van a seguir trabajando, y estamos buscando cómo potenciar mejor su trabajo”, dijo Macri en aquel momento.
A menos de un año de ese comentario, INVAP ya no puede afrontar la masa salarial que ronda los 140 millones de pesos mensuales, y que ahora debe pagar en cuotas. Los empleados consultados por este medio confirman que existe “un ambiente de desgaste” puertas adentro de la empresa, y que “muchos compañeros decidieron renunciar”.