Aunque viva en el agua, El Pejerrey Empedernido es capaz de derramar lágrimas; de pejerrey, no de cocodrilo. Y las derramó, como casi toda la gente buena, por el Diego que se nos fue. Por eso su columna hoy lo evoca con memorias y citas, pero también con la receta de dilce de leche que Doña Tota le enseñó al Comandante Fidel Castro.
Algún boludo dijo que los Peje no tenemos lágrimas; pobre, no sabía lo que decía. Fue el del miércoles pasado el segundo 25 de noviembre que lloré. Hace cuatro años, cuando partió el revolucionario del siglo XX, Fidel Castro; y ahora, en el maldito 2020 de la peste, porque nos dejó el “dios” – y las comillas cuelgan antes de la d y después de la s para ahuyentar literales, que son unos soganes – que nos dimos el lujo de tener los ateos, humanos y Pejes, porque nosotros somos capaces también de blasfemar… Y además recuerdo que, como el dios de José Saramago en su Evangelio según Jesucristo o los del librejo de mi amigo Ducrot, Los sabores del cine, que son deidades cocineras, los supuestos altísimos pueden ser irascibles o intrigantes; imprevisibles y caprichosos; y hasta intolerantes y suicidas… Entonces llamó al medio día mi amigo, el ya citado por su apellido, y me dijo murió Maradona don Peje… Silencio; pero después versos que encontré entre las redes, esas digitales a las que casi como bípedo suelo consultar y que aquí en prosa les acerco: yo conocí el ser pobre… y es malo… y difícil… en mi casa llovía más adentro… que afuera… no se lo recomiendo a nadie… se quiere tener un montón de cosas… y debemos conformarnos… solamente con soñarlas… pero de golpe… fui a parar a la cima del universo… y ahí me las tuve que arreglar solo… soy blanco o negro… gris no voy a ser en mi vida… la bronca es mi combustible… cuando entré al vaticano… y vi todo ese oro… me convertí en una bola de fuego… son más falsos que un dólar celeste… le toman la leche al gato… el quetejedi es vivísimo… fuma abajo del agua… es rápido… muy rápido… es capaz de meterle… un supositorio a una liebre corriendo… pueden obligarme a pagarle… pero no pueden obligarme a quererlo… si lo veo en el desierto… le tiro una anchoa… en este país siempre pasa lo mismo… la tenés adentro… es el mismo partido… que lo pasan mil veces en diferido… pero a los políticos les saco una ventaja:… ellos son públicos… yo soy popular… les robé la billetera sin que se dieran cuenta… sin que pestañearan… que la sigan mamando… todo el mundo me usó… me estoy cansando… cada día me saturo más… no doy más… soy un hombre… al que le cuesta… mirarse en el espejo… no quiero dramatizar… pero no tengo estímulos para vivir… el flipper te da dos fichas… y a mí ya me las dio… creeme que me cortaron las piernas… tengo el ánimo por la alfombra… sin Claudia… estaría en el jonca… la droga te mata… la droga te aniquila… es una tormenta en un vaso de agua… Dalma y Gianinna son mis ojos… si no fuera por ellas… me hubiese ahorcado… hoy se cumplen 6 años que no me drogo… los que me creían muerto… que se jodan… estoy acá para demostrarles a los jóvenes… que no hay túneles sin salida… a veces me agarran los bajones… pero pongo el Chavo… y se me pasa todo… ¿sabés qué jugador hubiera sido… si no me hubiera drogado?… jugar sin público… es jugar adentro de un cementerio… yo me equivoqué… y pagué… pero la pelota no se mancha… voy a poner el pecho… no estoy en el libro de los cagones… lástima a nadie maestro… solo les pido que me dejen vivir… mi propia vida… nunca quise ser un ejemplo… si me condenan… llevame dulce de leche (texto del escritor Mat Guillan, que afané del sitio Conejo Mutante, primero para el título, también para lo que acaban de leer)… Y otros de Roberto Jorge Santoro, que me pasó la amiga, lectora y escribidora de por aquellas comarca de la Universidad Nacional de La Plata, Natalia Molina: Bailarín… con un pie mareador… silbador… quien lo ve… toca de a poco… en caricia… le pone al cuerpo ballet… levanta el balón… lo empuja… lo resbala… lo mima con una gana… lo enrolla con otro pie… le da una vuelta… en el aire… de taco… que ni se ve… la vuelve… le cae al pecho… que para… cae… resbala… su pierna… de forma rara… la hace morir en el pie (…). Sigo, aunque antes de pasar a lo nuestro de cada semana, unas ciertas aclaraciones: viajó vaya a saber uno hacia dónde quien fuera y será una suerte de cruzado planetario por la irreverencia, polémico, controversial, casi siempre políticamente incorrecto y del lado de los justos y de los pobres, de sus propios orígenes; más allá, por supuesto, de su don como genio del fútbol, porque fue eso, o mejor dicho esa, la que no se mancha, la que lo convirtió en mito, leyenda que echó a andar el día de la mano de dios y del etéreo, casi imaginado o soñado segundo a los mismos ingleses; viajó lejos, sí, el último ídolo… Ya llegan, se lo aseguro, el dulce de leche y también los ravioles de doña Tota en La Habana, pero antes un aviso… Por favor dejen de leer quienes se consideren aludidos por la siguiente parrafada del compañero y colega Pablo Casals acerca de la partida de Maradona, que, por supuesto hago mía: Opinologues y moralistas, disertan pelotudeces sobre su “misoginia”, sus “contradicciones”, sus adicciones, su paternidad… Pregunta: ¿a quién le ganaron ustedes? ¿Se miraron al espejo? ¿Acaso cualquiera de ustedes no le hace un daño deliberado a la humanidad cuando paga con tarjetas de crédito cualquier boludez que compra? ¿Tan limpio tienen el culo que pueden sacarle lustre a la arandela?… A más de uno/una de ustedes los vi afanando cosas de la casa para ir a picarse con agua podrida; o hacerse romper el culo por un enano a cambio de un gramo de falopa, y lo crucifican a Maradona… ¿En serio, ustedes?… Háganse cargo: a Maradona lo odian por ser negro villero. Y desde su condición hizo lo que se le cantó las pelotas dentro de lo que pudo. ¿Quién de ustedes estuvo por un minuto en los zapatos de Maradona? Ninguno. Un tipo que nos mostró a todos en la cara una y mil veces, que todos somos él. El pedigrí de todos nosotros viene de una villa miseria de algún lugar del mundo en algún momento de la historia. Ninguno zafa del asunto. Ni siquiera la oligarquía. Que son los peores y de allí su resentimiento. Porque en su origen eran meros ladrones de gallinas, refugiados, estafetas, contrabandistas y golpeadores de viejas. Siempre fue más digno lavar baños que hacer lo que ustedes han hecho. Pero ahora surgió una nueva casta: la de los “culo con arandela”. Moralistas, sanos impolutos; sin memoria ni remordimientos. Vuelvo a preguntar: ¿a quién le ganaron ustedes? ¿A Maradona? Ni cerca. ¿A mis compañeros? No tienen ni el coraje, ni la perseverancia, ni la inteligencia. ¿A mí? Bueno… no es ninguna hazaña tampoco… ¡Carajo qué me hice largo esta semana, ¿será catarsis? Puede ser, y qué. Ahora sí, y va concreta, ya que demás está aclararles que, en honor a nuestra amistad, Ducrot me autorizó hace mucho a que use sus textos, y cuente, si vienen al caso, algunas de sus andanzas periodísticas… Vean lo que escribió el día mismo de la partida del 10, aunque creo no fue la primera vez que lo hizo: gracias a la agencia de noticias Prensa Latina y a mis entrañables compañeros del entonces que paso narrar, en marzo de 1986 llegué a la ciudad de México para organizar los aspectos logísticos de la cobertura del Mundial que se avecinaba. Semanas después, estuve con Maradona por primera vez, con muchos otros periodistas de todos los rincones de la Tierra. Conversaba con nosotros, apenas un rato, después de cada entrenamiento. Me tocó escribir desde los estadios sobre todos y cada uno de los partidos de la Selección que se consagraría campeona. Casi un año después, en la redacción central, en La Habana, tuve la suerte de formar parte del grupo de compañeros a quienes nos encomendaron la tarea de lograr que Maradona viajase a Cuba, para recibir el premio al mejor deportista latinoamericano, que todos los años otorgaba Prensa Latina, tras realizar una encuesta entre las redacciones especializadas de la región. Un día, de un momento para otro, nos avisaron que Fidel esperaba a Diego, a su madre y a su mujer Claudia – creo que a alguien más, no lo recuerdo -, para cenar en el Palacio de la Revolución. El Comandante intercambió recetas de cocina con la mamá de Maradona y al final, cuando se despedían, Fidel le pidió una camiseta de la Selección, con el 10 en la espalada, y su firma. Maradona le respondió, se la cambio por su gorra Comandante. Y así fue; comenzó entonces una amistad entrañable… Pero lo que quería recordarles, como Peje, pongamos orden en la escritura, es que mamá Maradona le explicó con detalles a Fidel el arte de amasar ravioles, el del relleno, con ungüentos de verdes y carnes con sus hierbas, y el de las salsas estofadas en tomates; que sin esas bondades de los cuerpos y de las almas en casa no había domingo, jugase él o no jugase… Y ya el dulce de leche, la confitura nacional, los dulzores de la argentinidad, que tiene más de una historia, documentadas o desarrolladas sobre multiplicidad de fuentes escritas, testimoniales y hasta de esfuerzos conjeturales… Están los que afirman que nació en la Cañuelas de los tiempos de Rosas (Ducrot no cree en esa versión); otros juran que en Chile, cerca del Mapocho, en el siglo XVIII y hasta para algunos en el XVII, o incluso en la India del Ganges… El dulce de leche sí, porque él mismo, el que se nos fue, y su vieja, infinidad de veces admitieron que entre manjares y placeres en el paladeo del sabor con color Río de la Plata, parece que esto último al decir de Julio Cortázar alguna vez; la confitura de los seres argentos, otra vez, está en nuestro Olimpo runfla, como lo estuvo en el monte divino de aquella Antigüedad el plato que se llamó ambrosía o morfi de los dioses…Por eso desde esta líneas, que al fin y al cabo apenas si son eso, propongo como humilde Peje, que el dulce de leche sea hoy designado Ambrosía Real del Dios Pagano de Fiorito, que es ese, el ya dicho, nuestro Olimpo runfla… ¡Salud!
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