Los poderes económicos que fogonean la anticuarentena y hablan de la angustia que esta provoca apuntan a otro lado. Lo que no soportan de la pandemia es no seguir ganando como antes. Seguramente saben de los riesgos, y por eso, también se cuidan. Lo que no quieren es que los que siempre les dieron sus ganancias también lo hagan.

“El malentendido es la esencia de la comunicación”

Jacques Lacan

La pregunta sobre la “angustia” que genera la cuarentena realizada días atrás por la periodista Silvia Mercado al presidente Alberto Fernández muestra de forma inequívoca la mala intención de todos aquellos que hoy militan la anticuarentena. Los grandes medios, políticos opositores rabiosos, trolls y diversos lobbies.

Desde el día cero del aislamiento social, lo obvio se transformó para un sector minoritario de la sociedad en un contrasentido. Por qué habría que tenerlo en cuenta entonces. Lo que muestran los grandes medios no es nimio. Es lo que consume la mayoría. Los comentarios que se pueden leer en los portales de noticias muestran una abrumadora avalancha de trolls que intentan socavar las medidas de prevención.

Además hay que señalar que la gran apuesta de la anticuarentena es que ésta comience a sufrir un desgaste y que ello acarree una merma significativa del apoyo y el compromiso que hoy tiene. Si desde el gobierno se intenta mostrar una unidad real ante la pandemia, una unidad que excede largamente las posiciones políticas, desde la anticuarentena no deja de politizarse cualquier medida que se tome, además de rascar fuerte sobre diferencias y tensiones entre los que se comprometieron con el aislamiento.

“La gente se va a cansar de todo esto”, “Nos quieren convertir en Argenzuela”, “Van a dejar un país quebrado” rezan los trolls. La mayoría de todas esas expresiones se sostienen en ciertos supuestos nunca explicitados. La pandemia no existe, es una ilusión kirchnerista inventada para sojuzgar mediante el miedo y avanzar de modo dictatorial hacia sus objetivos. Convertirnos en Venezuela o Corea del Norte y robarse todo lo que todavía no se robaron.

Lo que está pasando en la Argentina, pasa aquí y nada más. La economía se cae en nuestro país pero resplandece en el mundo. Lo que acontece en Brasil o los EEUU se debe a que ellos tienen más población que nosotros. Las cifras de muertes y contagios se debe a eso y no porque no les importe que se extienda la peste.

Si entendemos que el aislamiento social implica la responsabilidad ciudadana de protegerse y proteger a los más cercanos, hay que añadir que eso necesita de una centralización que no puede hacerla más que el Estado. En los supuestos opositores el aislamiento es una coerción a la ciudadanía, una imposición que se padece como los presidiarios. Tal vez eso sea el origen de la “angustia” de Silvia Mercado.

El mundo que viene sin dudas será más pobre y cambiarán muchos hábitos. Lo que los más poderosos capitalistas no soportan de la pandemia es no seguir ganando como antes. Seguramente saben de los riesgos, y por eso, también se cuidan. Lo que no soportan es que los que siempre les dieron sus ganancias también lo hagan. En una economía global en donde el desempleo es muy grande no temen perder fuerzas de trabajo, porque saben que pueden recuperarla.

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