Reflexiones sobre el 17 de Octubre que vivimos en el año de la peste, en el cual la alternativa excluyente es, entre avatares y Pokemones, o con las patas en fuente; una vuelta de tuerca sin metáforas sobre aquello de la contradicción fundamental.
Me detengo un momento… por averiguación de antecedentes… trato de solucionar importantísimos problemas de estado; vena mía poética susúrrame contracto… planteo, combinación…y remate… En vez… tú no tienes voz propia… ni virtud… dijo… y escribes sólo para… yo quise decirle mentira mentira… para purificarme… Pueblo goloso perezoso lujurioso… porque las curvas económicas… nos son favorables… una nueva conciencia os pido… en marcha… Y si las cosas se complican… descentralizar: —Listo, vamos…gobernar es poblar es hablar;… apoyando mi oído… en el obrero concentrado:… vibra… “No son todos los que están… no están todos los que son”… mi pobre especie… son… los no antologados (…).
(Las patas en las fuentes, de El solicitante descolocado (1966); Leónidas Lamborghini)
Farsa o tragedia
Sobre Leónidas Lamborghini encontré hace poco y entre las notas de la agencia Paco Urondo, este comentario que hiciera en 1972, en el diario La Opinión, el actual director de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain: El de Lamborghini es uno de los itinerarios más coherentes entre los que intentan darle una voz y un nombre a lo que somos y no a lo que deberíamos ser. Lo comparto porque lo observo certero y casi a propósito del tema que hoy me convoca: el 17 de Octubre.
Imposible saber, acaso sí conjeturar, cómo habría vivido ese portentoso poeta que fue (es) Leónidas Lamborghini una jornada que, por fuerza histórica propia, excede a la liturgia peronista, en estos tiempos pandémicos, y para la cual hasta el momento de la presente escritura, gobierno, sectores del PJ, CGT y otras tramas del oficialismo acordaron que las calles sean un plataforma digital y los cuerpos y bramidos por la justicia obrera apenas un avatar, casi un Pokemón.
No se trata de emitir juicio de valor sobre la naturaleza y modalidad del acto anunciado, si no de ensayar algunas ideas, discutibles por cierto.
Sin pretensión alguna de crítica literaria, pues sería un atrevimiento de mi parte, aunque sí con el derecho de recurrir a textos amados cuando el intento consiste en una interpretación de la realidad recortada como materia periodística, casi se podría afirmar que la magia del poeta desemboca en una hermenéutica para la Historia según la cual quedaría desmentido o reactualizado el mismísimo Carlos Marx, cuando hablaba de la farsa como versión post tragedia. Lamborghini recorre una frontera inquietante y nos pregunta si acaso no encerrarán nuestras Historias ciertos bordes y límites difusos, más o menos ocultos y de repiqueteantes sonidos farsescos.
El 17: Puiggros, Galasso y Silvio Frondizi
Descartaré toda tentación de un nuevo discurso rememorativo sobre el 17 de Octubre. ¿Sería posible alguna originalidad… qué podría aportar, disponiendo, y con toda facilidad, en cualquier biblioteca física o en red tantas valiosas consideraciones al respecto, como las del histórico Rodolfo Puiggros, quien se alejó o fue expulsado del Partido Comunista (PC) cuando observó que los procesos revolucionarios encuentran sus referencias sintéticas en los marco específicos de cada casuística concreta (y nacional); lo que lo llevó a incorporarse al peronismo heredero de la Resistencia. O las del historiador Norberto Galasso y las del recordado teórico y militante Silvio Frondizi, asesinado en septiembre de 1974 por la Triple A; aquí recordadas en forma más que breve.
El 15 de octubre de 2016, Galasso decía en una entrevista publicada por el diario Página 12: Una gran leyenda es que Evita arengaba a los trabajadores, cuando el mismo Perón declaró que Evita no conocía a los delegados y lo único que hizo fue presentar un hábeas corpus y se fue a su casa (…). Perón se estaba formando, aunque a algunos peronistas tradicionales no les gusta mucho esto que digo porque creen que Perón lo organizó todo. Perón estaba viendo lo que pasaba y no estaba muy seguro de tener un apoyo multitudinario. Por eso algunos discuten y dicen que Perón hizo el 17 de octubre. Otros dicen que el 17 de octubre lo hizo a Perón (…).
El sitio RevistaDM, de la Web del Partido Obrero (PO), da cuenta de una publicación registrada en 2014 por En defensa del marxismo. El texto lleva por título A propósito de un reportaje a Silvio Frondizi y consigna lo siguiente: El libro “Las izquierdas en el proceso político” (Editorial Palestra, Buenos Aires, 1959) fue una compilación de reportajes a referentes políticos de la izquierda. Uno de ellos (…) le fue hecho a Silvio Frondizi, en ese entonces dirigente del grupo Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Praxis), fundado por él en 1956 y disuelto de hecho antes de una década de existencia.
Esa publicación recuerda que quien fuera uno de los pensadores más relevantes del marxismo en Argentina, caracterizaba de “bonapartismo” al fenómeno político que irrumpió el 17 de Octubre de 1945 – “esto es, una forma intermedia, especialísima de ordenamiento político, aplicable a un momento en que la tensión social no hace necesario aún el empleo de la violencia, que mediante el control del aparato estatal tiende a conciliar las clases antagónicas (…) -, aunque ya en 1946 afirmaba que con el peronismo había tenido lugar la primera rebelión de las masas argentinas (…), de incalculables proyecciones históricas”.
¿Dejaba Frondizi fuera de toda consideración la saga anterior al ’45, de organizaciones y luchas sociales que nutren a la Historia Argentina; la de sindicatos, mujeres, estudiantes, campesinos y organizaciones anarquistas, socialistas y comunistas, por no rastrear más que las citadas? No. Simplemente ponía el acento en la naturaleza novedosa de la movilización social de aquel 17 de Octubre primigenio.
Siglo XXI y Black Mirror al ataque
Una de las tantas y nefandas herencias neoliberales que dejaron las dictaduras, al menos en nuestra América, consiste en haber convertido a la práctica política en una suerte de profesión corporativizada, en la que sus distintas facciones disputan en las urnas parcelas o cuotas de poder traducibles en buenos dividendos de todas las naturalezas posibles: las gerencias burocráticas – embozadas en ropajes de tradiciones más épicas – han remplazado a la categoría “militancia” de otros tiempos.
Esos políticos ven mucha TV. Sus puntos de referencia obligados son las bazofias de los dizque programas periodísticos y los variados “streamings”, entre los cuales el que más brilla es Netflix. Son fanáticos de sus series: entraron en una suerte de orgasmo ditirámbico por el poder con la ya avejentada House of Cards – además sobre ella cayeron el huracán Trump y las condenas de todo tipo a Kevin Spacey -; y ahora en tiempos de una pandemia que obliga a remembranzas del Estado benefactor y discursos políticamente correctos, se deslumbran con la vía danesa a la felicidad democrático burguesa, tal cual surge de la muy eficaz Borgen, con la deslumbrante actuación de una actriz llamada Benedikte Hansen.
Sin embargo, la que impacta sobre sus inconscientes (o no tanto) es la británica Black Mirror, brillante producción de las llamadas distópicas, en las que se exhibe sin miramientos como las tecnologías, las redes y el distanciamiento convertido en solipsismo de la materia no necesitaron del COVID 19 para imponerse con fuerza de frío acero.
Trabajo, educación, festejos, búsquedas de rostros amigos y amados, y hasta orgasmos entre cuerpos lejanos, inasibles: el viejo sueño de higienistas, inquisidores, cazadores de brujas, creadores de campos de concentración, todos ellos encarnizados enemigos de la vida.
Ese es el mundo perfecto entre los soñados por el capital y sus aparatos creadores de sentidos. Para constatar lo escrito recién no hace falta más que reparar en las tendencias publicitarias de la TV, de la local y de aquellas lejanas sobre la cuales llegan informaciones: tendencias publicitarias convocantes a nuevas formas de producción y consumo, surgidas en pandemia, con estéticas bien definidas y en pantallas al servicio de un detergente, por ejemplo, en las que los aislados y “cuarenteneados” siempre son matrimonios bellos y felices, con hijos más bellos aún y rubios, en casas de impolutos bienestares.
Black Mirror cuenta con varias temporadas, y si sus productores y guionistas se diesen una vueltecita por nuestras tierras, seguro podrían pergeñar alguna que otra más. Si el argumento de la imaginaria nueva temporada rondase sobre este 17 de Octubre, provocaría entonces escozores profundos en el peronismo, toda vez que el clamor popular sólo se registraría desde representación en dispositivos digitales.
Y con un rasgo que aún más provocador: apenas posible para los “conectados” – como tiende a serlo “la política en general” -, mayoritariamente de sectores más o menos acomodados; o para los “motorizados”, que parcialmente coinciden como franja social, en un país en el que los “descamisados” del presente conforman ese cincuenta por ciento de almas que viven en la pobreza y cuanto mucho han tenido la suerte de refugiarse a medias como trabajadores precarizados, marginalizados y dependientes de las posibilidades de asistencia con las que cuente el Estado.
La derecha hace…
En su Gramática de la multitud, el semiólogo y filósofo napolitano Paolo Virno, de origen marxista y militante en la pasada década del ’70, dice la multitud es la forma de existencia política y social de los muchos en cuanto muchos: forma permanente, no episódica ni intersticial. Reflexiona sobre el capitalismo postfordista que llega con sus propias metamorfosis hasta nuestros días y quizás – es una idea en borrador – ese enunciado nos ayude a comprender lo que por estas comarcas vivimos en momentos de un nuevo 17 de Octubre, pero en el contexto de una experiencia social inédita: la pandemia.
En otros puntos del orbe acontecen episodios de antagonismos similares a los que paso a referir, aunque a nosotros nos sobrecojan los propios como si fuesen patrimonio exclusivo del ser argentino: se trata de dos registros políticos en tensión, con el especial dramatismo que impera en la presente era del fin de las metáforas.
Una derecha que hace lo que debe hacer, porque las apelaciones al diálogo fraterno, entre “rivales”, en el contexto de confrontación de clases de nuevo tipo en el que estamos inmersos – esa que con semántica ramplona o blandengue llaman grieta -, sólo pueden “existir” entre los personajes centrales de Borgen, bendecidos por la maleable moral socialdemócrata y protestante; nunca en House of Cards, que nos recuerda a Hobbes y se ríe de Locke y del mismísimo Rousseau y su contrato social.
Es decir, una derecha que moviliza su propia multitud, a la cual llama gente, y en la que tienen cabida cuantos quieran maldecir al gobierno: porque no pueden abrir sus negocios; porque, dicen, se ahogan cuando caminan con el barbijo en la cara, ese que supuestamente es privativo de libertades y libres albedríos; porque creen que la Tierra es plana; porque son filofachos; porque son veganos. Y así engorda su masa crítica, que bordea por debajo el cincuenta por ciento del electorado y lanza su dardo de provocaciones, ese que dice “el peronismo perdió la calle”.
Por el otro, el conglomerado político y social, aunque bajo el paraguas de un peronismo que reúne a ortodoxos y kirchneristas, diverso y contradictorio; de un gobierno que no puede disimular su permanencia en estado de disputa. El Frente de Todos dejó que la justa consigna sanitaria “quedate en casa” se impusiese sobre la totalidad del campo semántico y de la práctica política.
Quizás no tuvo otra posibilidad, es cierto; pero, y otra vez la aclaración – al momento de la presente escritura-, pareciera que, con seguras rebeldías, ya sea que como compensación se auspicien caravanas de autos que cumpla con las previsiones sanitarias, o porque las dirigencias del sindicato de Camiones y otros, que confrontan con la CGT, finalmente y de alguna forma salgan a las calles, este 17 aparece signado por algoritmos y plataformas denominadas virtuales.
Esas operan en reemplazo – con comunicabilidad y capacidad de representaciones – de aquello que fue siempre vital y definitorio en las fuerzas del peronismo, por derecha o por izquierda: una suerte de praxis vital de los cuerpos en tensión, con tripas y sangre en la acción política.
Hasta aquí llegamos en el trazo de un escenario que acabo de compartir, o mejor dicho en un intento de ideas sobre el mismo, acerca del 17 de Octubre que vivimos en el año de la peste, en el cual la alternativa excluyente es, entre avatares y Pokemones, o con las patas en fuente; una vuelta de tuerca sin metáforas sobre aquello de la contradicción fundamental.
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