Perdió por goleada en las PASO, las encuestas le dan horrible, el Círculo Rojo le quitó el saludo, Boca quedó afuera de la Copa, nada parece jugarle al favor. Pero, si se dan ciertas cosas, por raras que parezcan,  quién te dice…

Mientras un Macri re dado vuelta sale a gritar a las calles, y sus creyentes gritan “¡la damos vuelta!”, el círculo rojo de Macri se rompe la cabeza haciendo cálculos matemáticos para ver cómo llegar al ballotage. Los más optimistas dicen que se necesitan 2.524.336 votos más. Pero no hay que cantar victoria. Estamos en una semana histórica (como le gusta decir a los periodistas) y pueden pasar cosas como estas:

Que -subyugados por la potencia argumentativa de los editoriales de Majul, Leucos, Fernández Díaz y Morales Solá, y la verba inflamada de Mirtha Legrand, Mariana Fabbiani y Silvia Mercado- los votantes indecisos corran a votar a Juntos por el Cambio.

Que la gente horrible que vota por Espert y Gómez Centurion se vuelque hacia Macri. Que esas personas horribles sean muchas, muchísimas más que las que nos imaginamos.

Que alguien arroje en el agua una sustancia que provoca la amnesia selectiva de los recuerdos de estos últimos cuatro años. Que la gente escuche las promesas de Macri como si fuera la primera vez, le crea, y lo vote.

Que vayan a ballotage y los dos candidatos decidan el resultado con un partido de truco. Que Macri -auxiliado por un micrófono invisible- gane por un falta envido.

Que el grupo Clarín y La Nación demuestren que -pese a haber recibido una paliza en las elecciones- Macri es el ganador. Que todos les crean.

Que los robots de Twitter, Cambridge Analytica y Smartmatic se rebelen, envíen a sus trolls a manipular los votos y tomen la presidencia para cedérsela a Macri,

Que Alberto Fernández gane, renuncie a la presidencia y le regale el cargo a Macri. Que mire a cámara y diga “¡Esto es el entrismo, mierda carajo!” mientras se choca los cinco con Pichetto.

Que la gente que protesta por la calle salga a comprar caretas del Guasón, y como no las encuentra, se compre las de Larreta. Que miles de sujetos salgan a protestar a la calle con la cara de Larreta. Que los votantes indecisos interpreten esta protesta como un apoyo a Juntos por el Cambio, y se decidan a votarlos.

Que Patricia Bullrich encabece un golpe de estado con la ayuda de la policía, el ejército y la gendarmería. Que le entregue la suma del poder al FMI por primera vez (abiertamente, digo) y que esto empiece a llamarse “Ex República Argentina, Atendida por sus Dueños.”

Que aparezca Nisman (el verdadero, no el que murió, que era un clon). Y muestre el video de su celular, en que se ve que un comando entra al departamento, se saca el pasamontañas -¡es Cristina!- y le dispara.

Que se abra la brecha que nos separa de un universo alternativo, donde todos votan a Juntos por el Cambio. Que nuestros dobles macristas de ese universo irrumpan y nos reemplacen a la hora de votar.

Pero si no pasa nada de esto, gana Fernández.

 

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