En las próximas elecciones no hay ninguna mujer como candidata a la presidencia. La única que se presentaba quedó afuera en las PASO. ¿Qué importancia le da cada partido a la agenda de género en sus plataformas electorales y cuál es el rol que ocupan las mujeres en las listas de cara a pensar las políticas públicas venideras?

Si el Papa fuera mujer el aborto sería ley”, cantaban hace algunos años distintas organizaciones de mujeres en claro repudio a la injerencia de la Iglesia Católica en la salud sexual y reproductiva de las personas gestantes.

Luego del avance y el crecimiento que tuvo el movimiento de mujeres y disidencias especialmente desde 2015 con la iniciativa Ni Una Menos y durante 2018 con el debate sobre la legalización del aborto, esa consigna parece haber quedado desactualizada. Más allá de entender las presiones eclesiásticas en temáticas de género, lo que hoy se debate es el alcance del movimiento feminista en las políticas públicas. O, dicho de otro modo, si alcanza con que haya mujeres en espacios de decisión política para que se garantice la igualdad y la perspectiva de género.

Feminismo en las urnas

El próximo 27 de octubre tendrán lugar las elecciones generales en todo el país. Posterior a un año en que los movimientos de mujeres estuvieron en el centro de los debates políticos, se esperaba que las propuestas en materia de género fueran ejes centrales. Sin embargo, muy pocos partidos incorporaron iniciativas para el abordaje de las problemáticas de mujeres y disidencias en sus plataformas. En los debates con vistas a las PASO, y ahora de cara a las generales, la agenda de género no tuvo el lugar preponderante que se esperaba. Sólo el tema de la legalización del aborto apareció en un comienzo de la campaña pero fue desapareciendo, dando lugar a aspectos considerados más urgentes: la crisis económica, reformas previsionales, jubilados y calidad de vida, o pago de la deuda, entre otros.

En una nota brindada al diario Página/12, el sociólogo y especialista en comunicación política Luis Quevedo explicó que “se pensó que los temas de género y diversidad iban a ser temas inevitables en esta campaña, que los candidatos los iban a mencionar, pero la verdad es que su mayor presencia fue su ausencia en los debates electorales” y agregó que “nadie quiso jugar en ese tema fuerte. Si tomás esa bandera de llevar al Congreso la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, te definís fuerte y ninguno quiso”.

El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) realizó un monitoreo en el que analiza el lugar que ocupan los derechos de las mujeres y disidencias en las propuestas electorales. De acuerdo con este trabajo, sólo dos de los cinco frentes electorales (Nuevo Más y FIT) hacen una referencia explícita en sus plataformas a la necesidad de legalizar el aborto, mientras que el Frente de todos se compromete a “garantizar la autonomía reproductiva de las personas gestantes”. En relación a políticas de igualdad de género, el espacio liderado por la fórmula Fernández – Fernández es la fuerza que más desarrolla propuestas en su plataforma, sin embargo, estos temas no fueron eje de su campaña.

Las agrupaciones de izquierda (FIT y Nuevo Más) le dieron más visibilidad a la agenda feminista en sus spots, mientras que el macrismo ninguneó el tema y casi no hizo referencia ni en sus plataformas ni en sus campañas comunicacionales.

El estudio del ELA analizó las propuestas y también si se utilizaron para la campaña, ya que de toda la plataforma programática sólo algunos puntos (los que generalmente se consideran más importantes y trascendentales para el partido y para conquistar electorado) son elegidos para los spots, afiches, debates, etc. De esta forma, en ese contraste puede verse qué cosas son prioritarias en las políticas públicas que llevarán a cabo ciertos candidatos y candidatas en caso de ganar las elecciones de octubre.

Dado el crecimiento del movimiento de mujeres como actor político en los últimos años, llamativamente la agenda de género no llegó a instalarse, y mucho menos la de los colectivos LGBTTTIQ+. La pregunta es ¿qué rol ocupan las mujeres candidatas a la hora de pensar las campañas y propuestas? ¿Es suficiente el feminismo para trascender sobre las ideas de cada espacio electoral?

Paridad y transversalidad

Este año y por primera vez en la historia las listas que se presentan a las elecciones para la Cámara de Senadores y de Diputados deben ser paritarias. Y si bien la paridad es una condición para una representación más fiel de la sociedad, no garantiza que se tomen compromisos con la agenda feminista.

Otro aspecto distintivo de las próximas elecciones es el crecimiento de las candidatas mujeres a cargos de intendencia en algunos distritos. En provincia de Buenos Aires, por ejemplo, de los 135 municipios sólo 4 están gobernados por mujeres. Sin embargo, luego de las PASO quedaron 83 candidatas a jefas comunales sobre un total de 487.

Mariana Caminotti es investigadora del Conicet en la Universidad Nacional de San Martín y explica que es frecuente que las mujeres tengan oportunidades mayores cuando los partidos necesitan dar señales de cambio, aunque la realidad también está mostrando los límites que las agrupaciones poseen para asumir la paridad como un principio transversal en su accionar político.

Lo cierto es que en contraste con el avance de las mujeres en cargos legislativos, su acceso a las intendencias municipales sigue siendo escaso. En este sentido, Caminotti agrega: “esto no es casual: los cargos políticos locales, especialmente los ejecutivos, permiten manejar recursos e incidir en la implementación de políticas. Y las mujeres enfrentan los mayores obstáculos allí donde más se concentra el poder”.

Ahora bien, vuelve a surgir la pregunta de si el feminismo está resignificando los modos de hacer política y, en última instancia, si la presencia femenina garantiza mejores políticas públicas para el sector. Vuelve, también, aquel concepto de la transversalidad del movimiento que se acunó tan fuertemente cuando legisladoras y legisladores de distintos colores se unieron para pedir y votar en favor de la legalización del aborto.

Ser mujer no es, en principio, garantía de feminismo. Ser mujer, por consiguiente, no le imprime a la política una perspectiva de género. Un claro ejemplo de esto es la actual gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal que no sólo no tiene ninguna mujer en su gabinete sino que se proclama abiertamente en contra de los derechos reproductivos de las mujeres y ha recortado el presupuesto destinado a la prevención de la violencia de género, entre otras cosas.

Un caso similar es el de Verónica Magario, intendenta de La Matanza y candidata a Vice Gobernadora en fórmula con Axel Kicillof por el Frente de todo, que ha demostrado en declaraciones públicas su nula perspectiva de género.

El equipo del sitio Economía Feminista realizó de cara a las PASO un relevamiento que tituló Feminindex y en el cual se encargó de hacer algunas preguntas sobre la agenda de género a candidatos y candidatas para observar sus respuestas.

Se abordaron distintos ejes: derechos sexuales y reproductivos, participación política, economía feminista, violencia machista y derechos LGBTTTIQ+. No hubo uno sólo de ellos en que Magario opinara en favor de las mujeres. Se manifestó dudosa de que las amas de casa tuvieran una jubilación, de que existiera una licencia mayor que la actual por paternidad, de que se pague igual salario a mujeres y varones con mismas tareas, de aumentar el presupuesto para erradicar la violencia machista y de dedicar mayores recursos estatales al cuidado de adultos mayores para evitar que ese trabajo recaiga en las mujeres.

Vale aclarar que en todos sus posicionamientos compartía opinión con candidatos de otros partidos (en teoría opositores): Miguel Ángel Pichetto, Juan Urtubey, Espert y, claro, María Eugenia Vidal. A la pregunta sobre las garantías que aporta una mujer, aquí se ve una posible respuesta.

Entre los meses de junio y agosto de 2018 tuvo lugar la votación en ambas Cámaras legislativas del proyecto de IVE. Aquel contexto dio lugar a repensar los alcances y los límites de la sororidad y el movimiento de mujeres. Aquel contexto promovió pensar que una de las luchas de la agenda feminista podía alcanzar para unir a mujeres (y varones) de distintos colores pero con un mismo fin. Sin embargo, son hoy esas mismas mujeres las que no sostienen iguales posicionamientos en torno a las políticas destinadas a las mujeres. Políticas que van más allá de la legalización del aborto y que tienen que ver con los derechos en su conjunto, con la economía y la igualdad en las condiciones de trabajo, con entender que las mujeres son doblemente explotadas por el sistema y que hay que empezar a cambiar esas condiciones para llamarse feministas. De lo contrario, abonando a ese feminismo liberal que sólo busca una igualdad de oportunidades en la dominación, que en nombre del feminismo le pide a las personas que se muestren agradecidas de que sea una mujer, y no un hombre, quien les explota, se seguirá replicando este orden que día a día termina con mujeres precarizadas, explotadas y muertas.

Como se plantea en el libro “Feminismo para el 99%. Un manifiesto”, ¿seguiremos buscando la igualdad de oportunidades en la dominación mientras el planeta arde? ¡O nos atreveremos a reimaginar la justicia de género en una forma anticapitalista, de modo que apunte, más allá de la crisis actual, que nos guíe hacia una nueva sociedad?

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