Desde hace más de una semana los medios dominantes vienen haciendo un esfuerzo descomunal ya sea para esconder el caso Maldonado, confundir o dar puras versiones oficiales. La construcción de la amenaza de un “terrorismo” mapuche es la pieza que faltaba.
“Mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está, ni muerto ni vivo”.
Jorge Rafael Videla. 1979.
Tuvieron que pasar nueve días desde la desaparición de Santiago Maldonado –desaparición duplicada y potenciada por su otra desaparición en los medios dominantes-, denuncias nacionales e internacionales, la llegada del ruido y la preocupación a los principales diarios del mundo, para que La Nación del jueves 8 de agosto al fin se decidiera a aludir al asunto con un título principal de su portada digital, nunca la de papel. Duró al menos unas horas. El titular que decía “Caso Santiago Maldonado: con la ayuda de perros, allanan un escuadrón de la Gendarmería Nacional en Esquel” fue reemplazado luego por el relacionado con la decisión de la Corte Suprema –muy cortesana- de postergar para después de las PASO un fallo definitivo sobre la impugnación de la candidatura de Carlos Menem. El allanamiento del escuadrón fue reflejado –ufff- también por Clarín digital, en un titular pequeño, algo inaccesible. Durante días pasó lo mismo en el sistema Clarín –TN, Mitre, etc- y en las señales de noticias del cable, salvo la noche de C5N.
Todo hace temer –testimonios de manifestantes, autos de Gendarmería prolijamente lavados antes de que se les hicieran peritajes, fotografías, antecedentes de la represión gravísima contra los mapuches en Chubut y otras provincias- que esta sea una desaparición perpetrada desde el Estado, Gendarmería mediante. Pese a su enorme gravedad, la noticia no pareció interesar a los mismos medios que, con buenas razones o por mera intencionalidad política, denunciaron en años del kirchnerismo desde la Ley Antiterrorista a las represiones comandadas por Sergio Berni o el Proyecto X.
Maldonado casi que desapareció de las coberturas junto a las PASO a medida que dejaron de publicarse encuestas. No apareció nunca en las rutinarias “Historias del día” que publica Clarín digital, como si cada una de esas historias –a menudo francamente idiotas- tuvieran más relevancia que la noticia del primer desaparecido por el Estado desde 1983 (el caso Julio López fue distinto).
En una política cambiante, que dependió del ruido que pudieran hacer los organismos de Derechos Humanos, algunos políticos, la sociedad y los medios preocupados por el tema, los medios conservadores apostaron a ocultar. Cuando no pudieron esconder, durante días hicieron una cobertura tendenciosa dando espacio solo a la voz gubernamental y algo de la judicial o a brindar “imágenes estremecedoras en directo” del presunto accionar violento de los manifestantes que fueron a reclamar, cuando ya se habían retirado los convocados, pacíficamente. Para muchos testigos (incluido un fotógrafo de Socompa) quedó claro que el par de fueguitos que se hicieron los practicaron infiltrados que, caramba, justo atacaron un móvil de TN.
La fábrica de rebusques
¿A qué ardides apelaron los medios conservadores para esconder? A dar versiones y respuestas oficiales. A mencionar a Maldonado como un irrelevante “mochilero” o “artesano”. A difundir la noticia de la “recompensa por Maldonado” (sic o literal de Patricia Bullrich) ofrecida por el Estado, a la figura inocente de “persona extraviada” (Claudio Avruj), de nuevo a Patricia Bullrich diciendo “Gendarmería dice”, otra vez a Bullrich pretextando que a Maldonado no se lo pudo ver en la manifestación en la ruta “porque estaban todos con las caras tapadas” (hay fotos que desmienten esa afirmación). Finalmente, a la más terrible frase de la ministra de Seguridad: la del foco terrorista, la de no vamos a permitir que se cree una Nación mapuche en territorio argentino.
Escribió el periodista y analista Martín Rodríguez que Bullrich habla antes de pensar y el colega Juan José Salinas opina que la ministra colabora con los servicios de inteligencia estadounidenses. Puede decirse que es bruta Bullrich, que es ignorante de su materia ministerial y de muchas otras y hasta parece padecer problemas de elaboración mental o de expresión. Sin embargo lo más demoledor de la creación de un absurdo como la idea de un foco terrorista mapuche, financiado desde el extranjero, no es ni la manipulación, ni las articulaciones mediáticas para que esa manipulación pueda hacerse verosímil, ni que algún sector social crea en esas cosas. Lo realmente dramático es la pérdida de todo verosímil, de todo sentido, de toda coherencia en la circulación de los discursos. Algo de eso se ve en la cultura de los foros: un infierno de insultos y sin sentidos. Lo escribí alguna vez en Socompa: es como si nos movieran la tierra por debajo de los pies, como si viviéramos en un inmenso vacío de sentido, sin historia ni identidad, donde todo es posible de ser dicho, incluyendo los dinosaurios vs homo sapiens de Rodríguez Larreta y las animaladas de ambos Bullrich (quizá no sea tan aterrador: hasta los medios conservadores se rieron en la cara de Esteban Bullrich por su acumulación de barbaridades y él mismo pidió perdón por aquello de “un metro de asfalto, un pibe preso”).
Tres-hitos brutales-tres
Es difícil medir qué es más repulsivo o preocupante: si la desaparición mediática de Maldonado en medios masivos que se muestran como serios y pluralistas o tres hitos brutales en torno del asunto: el programa dominguero de Lanata (del que habló Marcos Mayer acá en Socompa) lanzando el primer alerta “antiterrorista”, las afirmaciones salvajes e irresponsables de Patricia Bullrich, o la cobertura medianamente marginal de Infobae en una nota provocadora que escribió Martín Dinatale. La volanta de ese artículo llamativamente extenso decía “Política” y el título fue este: “Violencia, anarquía y apoyo externo: el perfil de dos grupos mapuches que tienen en vilo a Chile y la Argentina”. La bajada decía: “Se trata de las agrupaciones RAM y CAM, que operan en el sur de ambos países; fuerte preocupación de Mauricio Macri y Michelle Bachelet”.
Nunca hasta ahora habíamos sabido –tan redepente, diría Niní Marshall- de un grupo de mapuches que mantuviera en vilo a dos naciones soberanas ni que Macri o Bachelet hayan dicho una palabra al respecto.
Acá va el primer párrafo del artículo:
“Utilizan la violencia como metodología única de protesta. Sueñan con un Estado mapuche autárquico en la Patagonia. Algunos de sus miembros fueron avalados por el kirchnerismo y la izquierda setentista, recibirían (N. de R: el puto potencial de siempre) apoyo financiero del exterior y están dispuestos a sembrar el terror. Esta es la radiografía central que elaboró el Gobierno sobre los dos grupos mapuches que tienen en vilo a las poblaciones sureñas de Chile y de la Argentina: la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) y la Coordinadora Arauco Malleco (CAM)”.
Según la nota, las denuncias que presuntamente recogió el Gobierno (el autor no se molestó en decir desde qué organismo ni mediante qué fuentes) van desde abigeato a incendios, ataques presuntos a empresarios y periodistas, daños de maquinaria y más. El periodista cita una respuesta de Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos, maravillosa: “es imposible dialogar con estos grupos violentos porque no tienen un interlocutor válido, se muestran con los rostros tapados y no reconocen el Estado de derecho”. Si es cierto que integrantes de algunas organizaciones mapuches tienen –suponete- la cara tapada, andá, buscá al interlocutor válido, dialogá, charlá con ellos, goberná. Es lo mínimo que puede decirse, amén de recordar que en todo el vasto operativo mediático-oficial, desde Lanata en adelante, hay una bruta inversión sobre el origen de todas las violencias: quién agrede a quién (desde hace siglos), como cuando los estancieros patagónicos otorgaban recompensas por cada indio muerto.
Dinatale, quien también trabaja como editor de Política de La Nación, fue muy gastado en su momento cuando escribió esta frase: “En su carrera por convertirse en líder regional de la lucha contra los derechos humanos y la libertad de expresión Mauricio Macri se topó con una piedra en el zapato: se llama Milagro Sala”. Con una prolijidad similar el periodista, sin mencionar nombres propios sino “una destacada fuente del Ministerio de Seguridad”, aseguró que “el grupo RAM mantuvo en los últimos años reuniones esporádicas con dirigentes de La Cámpora, sectores de la izquierda setentista que reivindican la violencia y organismos de derechos humanos” (minúsculas en el original). ¡Claro! Si La Cámpora se quedó con todas las armas que manejaba en el Renar, según denunciaba hace años Elisa Carrió. El mismo presunto funcionario –sigue diciendo la nota- “también aseguró que durante el gobierno de Cristina Kirchner este grupo de resistencia mapuche habría recibido el apoyo financiero de la Universidad Madres de Plaza de Mayo o del Instituto de Asuntos Indígenas”. Unos u otros financiado (en potencial) al terrorismo mapuche, sé igual. Más delirante es el asunto de las conexiones internacionales que denuncia la nota/ service, haciéndole un favor presunto al gobierno: “Tenemos información de que estos grupos mapuches violentos recibirían financiamiento y apoyo logístico de las FARC de Colombia, grupos extremistas kurdos de Turquía o la agrupación terrorista ETA” (el “o” es encantador de preciso).
La nota va acompañada de una serie de fotografías que pretenden probar alguna cosa: un grafiti pobretón de RAM, otro en una casilla de chapa más bien miserable, escenas de violencia en Plaza de Mayo y finalmente la imagen de “elementos incautados durante el desalojo en la ruta 40”. Es decir, esas fotos que circularon en Facebook (en el Facebook de los que no quieren a Macri, cable aclarar) casi en joda: serruchos, alguna hacha de mano, otra de leñador, una hoz junto a un martillo -¡¡bú!!-, celulares viejos hechos polvo, un panfleto, machetes, una boina, alambre de campo, boleadoras. Uno hubiera esperado armas nucleares norcoreanas o al menos un viejo Katyusha ruso- palestino, pero no, serruchos… presuntamente llevados a la ruta 40.
Con ese despliegue de argumentos, con ese arsenal, con esas armas, remata la nota, “el terror está sembrado y el daño hecho. La apuesta mayor del Gobierno ahora es frenar de lleno el accionar de estos grupos para que la peste de la violencia no se propague como fuego. No será tarea fácil. Pero el riesgo de dejar que avance la RAM o la CAM en la Patagonia es extremo: estos grupos violentos tienen como rehenes a empresarios, camioneros, trabajadores judiciales, empleados de turismo y al ciudadano común”.
Falta que suene la Marcha de San Lorenzo. Qué cosa que no sabíamos nada de esta tremenda amenaza.
Hay un desaparecido que hace dedo
Hasta la nota mencionada al principio de La Nación, sobre el allanamiento en un destacamento de Gendarmería, y hasta ahora mismo, circulan también las versiones muy poco creíbles de que Santiago Maldonado esté en algún lugar de Entre Ríos o cosa similar. La versión fue precedida de otras mentiras de TN tales como que “la búsqueda del joven se intensificó (cursivas nuestras) desde que se conoció la noticia y comenzaron a surgir nuevas pistas”. Entonces, llamativamente: “un camionero denunció a la policía que levantó a Santiago en la ruta nacional número 12 cuando estaba haciendo dedo”. Muy elegante, casi científico el habla del camionero, de 73 años, cuando dijo “el joven se mostraba tranquilo, lúcido, ubicado en el tiempo y espacio”, Un camionero hablando como un escribiente de la policía.
La otra pista presunta dada por TN y otros medios conservadores sobre la búsqueda intensa es la de la aparición de Maldonado en una estación de servicio cerca de Gualeguaychú. Explicó TN que “las imágenes llegaron a TN y la Gente, de puro pedo como quien dice. El Maldonado hipotético aparece en un video apenas tres segundos, casi de frente a una cámara de seguridad (fecha: 4 de agosto, tuvo mucha suerte si hizo dedo), con una gorra muy metida sobre una melena que no lleva las rastas del Maldonado conocido por la foto real y con barba larga y espesa. Al cuarto segundo del video hay un raro salto en la edición. Lo demás es una larga toma muda en la que el-que-se-parece-a está todo el tiempo de espaldas a la cámara, con lo cual nunca se le ve realmente el rostro. Clarín no dedicó el menor espacio al hecho de que se descubriera que el supuesto Maldonado no era el verdadero Maldonado. La Nación adhirió al silencio.
En el programa de Nelson Castro se aludió quizá no a Maldonado pero sí a los mapuches. Esto es lo que sucedió, según la transcripción de El Destape web. Tal parece que Nelson Castro no estaba obteniendo lo que quería de una muy mapuche para saber algo sobre RAM. Intervino entonces la periodista Paula García, quien preguntó con entera imparcialidad si la mujer entendía que “la violencia también es una manera de lucha y de reconquista”. Cuando la mujer le pidió más claridad, García insistió: “(violencia) Para conquistar el territorio y crear un estado mapuche, tal como lo han dicho”. Respuesta: “Nadie quiere crear un estado mapuche. Me parece que están tergiversando las cosas. Estamos tratando de poder volver a vivir como mapuches dentro de nuestras comunidades”.
-Entonces, para poder volver a ser mapuches como lo eran, ¿usted entiende que la violencia es el camino?
-No sé. Con violencia nos quitaron todo.
Cuando se termina esta nota el título sobre Santiago Maldonado en La Nación digital ocupa el puesto número 15.