Se ve que había una cantidad de gente insatisfecha con la idea de que Nisman se había suicidado. Para sacarlos de ese estado de frustración,  vino la gendarmería, cual quinto regimiento de caballería, a decirles aquello que hace rato quieren escuchar. La muerte del fiscal se convierte cada vez más en un tema de la prensa y no de sus lectores.

1-

Si nunca llegaremos a conocer la verdad acerca de la muerte de Alberto Nisman, será por voluntad de sus guionistas. El caso Nisman es parecido a una serie televisiva. No es una telenovela porque las telenovelas tienen un final: es una de aquellas series de los 60 y los 70 donde la cuestión nunca se resuelve, sus personajes no evolucionan y terminan cada capítulo parados en el mismo casillero. Los náufragos de “La isla de Gilligan” nunca van a poder abandonarla. “El fugitivo” va a seguir huyendo todas las semanas, porque para eso existe. “El increíble Hulk” irá de pueblito en pueblito sin paz ni esperanza de cura. No conocemos la verdad del caso Nisman; tampoco conocemos a los guionistas.

2-

Y el plot de la tercera temporada del caso Nisman incluye la aparición de la Gendarmería, (este es un “crossover”, como aquel de El Avispón Verde visitando a Batman, porque en este momento la Gendarmería es protagonista de otra serie en otro canal). Los gendarmes proponen la pericia definitiva número nosecuánto para este caso. Debería haber un refrán tribunalicio que dijera: “Una nueva pericia en el caso Nisman no se le niega a nadie”, En este caso, se dice que dos “sicarios” entraron y salieron sin dejar huellas, e incluso borrándolas. Que drogaron a Nisman, lo golpearon y lo suicidaron. Se sabe que el género de esta historia es el thriller político, esos relatos llenos de pistas falsas, vueltas y golpes de guion, donde los inocentes son los culpables. Donde se acumula verdad sobre mentira y no hay que creer en nadie.

Esta es mi pericia, y si no le gusta tengo otras.

3-

No importa la cantidad de jueces –de todos los pelajes políticos- que investigaron el caso y dictaminaron un suicidio. Habrá que hacer una, diez, cien nuevas pericias hasta llegar a una que coincida con las declaraciones de Lilita Carrió. Jorge Lanata y la jueza Arroyo Salgado.

Las afirmaciones se fundan en la conveniencia. Los teólogos cristianos utilizaban esta categoría para sostener una afirmación sin pruebas; por ejemplo: “conviene que la Virgen María no haya tenido pecado desde su nacimiento, porque iba a ser la madre del Hijo de Dios.” En este caso, “conviene que hayan sido dos personas y hayan entrado sin ser vistos para que haya sido un asesinato.”

4-

Es curioso que ninguno de los libros escritos acerca del caso Nisman haya llegado a la lista de bestsellers. Ni Nisman debe morir de Daniel Santoro, ni la novela El fiscal de R. S. Pratt ni el Nisman de Facundo Pastor. Las “impactantes revelaciones sobre el caso Nisman” se han convertido en un hábito cansino del periodismo vernáculo. ¿Quién se beneficia con la muerte de Nisman? En estos tiempos, y sobre todo, la prensa. El caso Nisman ha dejado de ser una cuestión política o una urgencia social, para convertirse en recurso periodístico y una caja vacía para llenar con lo que se quiera.

Según el español Manuel Castells, los medios practican la “política del escándalo”: destruir la confianza en una idea o un proyecto a través de una persona. “Batallas en las que está en juego la reputación y la confianza. Todo el mundo hace almacenamiento de munición contra sus oponentes y se crea un mercado de venta de información dañina.” Siempre tendremos Nisman, mientras el mercado lo pida.

5-

Es curioso que los acusados de uno y otro lado digan que confían en la Justicia, aunque no aclaren en cuál de ellas. Hoy en día la frase “que la Justicia decida” (el equivalente laico del “que Dios me juzgue”) es el último refugio de los deshonestos.

6-

El nombre de la rosa, la archifamosa novela de  Umberto Eco, es a la vez un tratado de semiología y una parábola sobre la investigación. En un monasterio se suceden una serie de asesinatos y hay dos investigadores: un fanático religioso que supone la intervención del demonio y un racionalista que cree en un complot humano. En las últimas páginas (SPOILER) se descubre que los dos estaban equivocados, y que las muertes fueron el resultado de una cadena de intenciones y casualidades. Quién sabe qué.

7-

Mientras tanto (somos cultos, o sea, borgianos) en algún anaquel de la biblioteca de Babel se encuentra el libro que cuenta cómo Cristina Fernández de Kirchner entró al departamento de Nisman, lo mató y borró sus huellas. Y un tomo en el que Nisman se defiende y vence a Cristina. El tiempo es infinito y hay lugar para contar las innumerables versiones de lo que sucedió aquella noche. Todas ellas desembocan en dos finales: asesinato o suicidio. Alberto Nisman sigue muriendo, de la misma forma pero en infinitas variaciones.