Cristina Fernández de Kirchner barrió con las piezas del tablero político y obliga a reacomodar todo con una apuesta electoral sorprendente cuyos efectos todavía no se pueden apreciar pero que parece sumar mucho sin restar nada.
Cristina Fernández de Kirchner sorprendió, una vez más, y demostró que está a años luz por delante de cualquier otro dirigente político argentino. Con el anuncio de la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner (“Fernández – Fernández” va a tener récord de repeticiones en los titulares de los medios durante los próximos meses) volteó todas las piezas del tablero político argentino y obligará a volver a acomodarlas.
Las líneas que siguen son apenas un intento rápido -al calor del anuncio – de analizar la jugada en términos puramente electorales.
El factor sorpresa no puede ser dejado de lado, porque potenció el impacto del anuncio. En términos de estrategia militar podría pensarse desde la perspectiva del periodista y teórico militar inglés Basil Liddell Hart, en eso de hacerle creer al enemigo que uno va a estar en un lugar cuando en realidad se va a posicionar y atacar desde otro. Para hacer una comparación con algo más conocido, CFK se movió como Nicolino Locche en el ring: dejó que el rival se cansara de tirar golpes al vacío antes de disparar el uppercut que lo conmocionara.
La manera de hacer el anuncio se salió también de los repetidos rituales electoralistas. Eligió un video que difundió por twitter con un título alusivo a la Semana de Mayo. Así, la fórmula quedó anclada en el patriotismo y los renunciamientos necesarios para construir el “acuerdo social de responsabilidad ciudadana”. Y lo difundió esta mañana de sábado, con lo cuál ganó los titulares de todo el fin de semana, abriendo una pausa de casi 48 hora antes de que puedan registrarse las primeras reacciones de “los mercados”.
En cuanto a la fórmula en sí, lo que sigue es apenas un punteo urgente, que será necesario desarrollar y que los próximos días van a poner a prueba:
La candidatura de Alberto Fernández a la presidencia le permite subir el techo electoral, en la apuesta de perforar el suyo. En sus primeras declaraciones, Alberto Fernández lo confirmó: “Cuando me ofreció la candidatura me dijo: ‘El país no necesita a alguien como yo, que divido, sino a alguien como vos, que suma’”.
La designación misma del ex jefe de gabinete de Néstor, con quien Cristina tuvo grandes diferencias, es una señal que busca mostrar amplitud, vocación de diálogo.
En ese sentido, Fernández siempre demostró ser un gran armador político y un negociador nato, aceptado por casi todos los sectores.
Al mismo tiempo, CFK conserva todo el caudal electoral que le es propio, no va a haber fugas por ese lado. Es cierto que Alberto Fernández es una figura resistida por el núcleo duro del kirchnerismo, pero también es cierto que no es de los peores “sapos” que está dispuesto a tragarse si “La Jefa” se los pone en la boca.
Desde Unidad Ciudadana ya hubo señales claras de que será así: Agustín Rossi demoró menos de dos horas en anunciar que bajaba su precandidatura. Lo mismo hizo otro dirigente con apuesta propia, cercano al espacio: Felipe Solá.
Luego de la foto de la semana en la sede del PJ, el anuncio de la fórmula deja en claro también que el aparato justicialista va ponerse al servicio de su victoria electoral.
El anuncio fue también un golpe que puede ser demoledor para el peronismo federal. Por lo pronto, Sergio Massa no tuvo que preguntarle siquiera “tajaí” a nadie para decir que se alegraba por el anuncio y que el enemigo a derrotar es el gobierno. A la hora de escribir estas líneas: Urtubey, Pichetto y Lavagna guardaban un seguramente desconcertado silencio.
La nominación de Alberto Fernández, por otra parte, busca sacar a la cabeza de la fórmula de la presión judicial. Cristina podrá sentarse a enfrentar el juicio por la causa Vialidad que posiblemente comience el martes con muchos menos costos para la estrategia electoral. En ese mismo sentido, el ex jefe de gabinete no tiene ninguna acusación – ni seria ni simplemente mediática – de “corrupción”, otra de las demonizaciones construidas sobre el kirchnerismo, como si no fuera intrínseca al sistema democrático burgués.
Habrá que esperar las reacciones, las mediciones de las encuestas, los reacomodamientos políticos, la “reacción de los mercados” y su utilización mediática en los próximos días para ver los primeros efectos de una jugada que, a primera vista, parece magistral.
¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?