Volanta:
Todas las encuestadoras detectan una caída fuerte de la imagen presidencial y de la gestión de Cambiemos. Esa caída, por ahora, solo produce un riesgo de vacío y escepticismo, no una alternativa política.
A fines de la semana pasada el periodista Gustavo Sylvestre resumió los resultados de una encuesta de Synopsis que ratificaba lo anticipado por otras consultoras de pelaje variado (oficialistas, opositoras, equilibradas): una caída fuerte de la imagen presidencial, de la gestión económica y social de la alianza Cambiemos y un aumento del pesimismo colectivo. La razón conocida o difundida de ese descenso son los tarifazos y la mal llamada reforma previsional. Es posible que esa lectura sea superficial y que –por ejemplo- los cacerolazos sean el producto de un mal humor subterráneo, acumulado, que ya existía en estado larvado antes del debate y la represión en el Congreso y antes de los últimos tarifazos.
La encuesta de Synopsis tuvo alguna difusión en las redes hasta que finalmente su reproducción más desarrollada se publicó el lunes en el diario Clarín, con demora, con preocupación, acaso como advertencia al gobierno y con algunos jueguitos previos conocidos. Entre ellos, alusiones autorreferenciales a notas previas aparecidas en el propio diario. Una de ellas fue la medición semanal de la consultora Management & Fit –que trabaja en exclusiva para Clarín y el poder político-económico- en la que un denominado Índice de Optimismo se mostraba más bien al contrario, sobre todo en el descenso de las expectativas económicas y políticas. Una segunda nota, que incluyó el ejercicio ilegal de la telepatía, fue firmada por el periodista Santiago Fioriti. El colega, tras repasar tarifazos y su impacto en la sociedad, conectó en exclusiva con el cerebro del presidente a través del verbo “piensa” para decirnos que el Presidente “piensa” así: “No vine a conservar el capital político que logré en las elecciones. Lo voy a usar para empujar las reformas. Yo estoy para pagar costos”. No es solo un logro profesional y telepático, es un logro que arrima el bochín a la heroicidad presidencial.
Sociedad versus sociedad
La encuesta de Synopsis -agencia de las que mejor pronosticó el resultado de las últimas elecciones bonaerenses y que en este caso realizó 1520 consultas telefónicas en todo el país- no tiene en absoluto un solo título posible. No es como se la mostró inicialmente en televisión pura caída de los números favorables al oficialismo (caída que por otro lado a los que rabian/mos contra el macrismo les parece espantosamente lenta, inexplicable y moderada). Los resultados de la consulta son más complejos y ricos y hablan de un equilibrio inestable, de un cierto gataflorismo social si nos ponemos odiosos, de una discusión de la sociedad consigo misma, de la disputa en general silenciosa por un nuevo sentido común.
Lo primero que sobresale del trabajo de Synopsis es –se festeje o no- la caída de 13,6 puntos en la imagen sobre el desempeño del gobierno, medida desde el 51,6% “cumbre” de noviembre pasado, tras la victoria electoral, al 38% de los días de realización del trabajo de campo, del 5 al 7 de enero pasado. Un fuerte 27,3 de los consultados habla de un desempeño “muy malo”. Que digan si son anarcotroskokirchneristas; seguro que en buena medida lo son. Tomando de marzo del año pasado a enero la imagen del gobierno pasó del 47,9 positivo al más humilde 38. Pero 38 no es poco, sobre todo cuando no hay oposición o apenas despunta.
“La gente” le dijo a Synopsis que los problemas que más le preocupan son, caramba, la inflación (27%), la corrupción (21,8) y el desempleo (20,3). Esto puede augurar algo previsible: en algún momento el ariete de la corrupción K será menos efectivo –o mejor, ya lo es- que los padecimientos económicos. Un 42,6% de los encuestados lamentan decir que este año la situación económica del país empeorará. Pero son bastantes menos los que creen que su situación económica personal será peor: el 35,6%. Esto es tristemente gracioso porque con el kirchnerismo era al revés: a mí no me va tan mal pero al país sí o eso dicen los medios.
¿Por qué decimos que no habría que “festejar” demasiado la caída de los anteriormente alegres números del macrismo? Porque hay otros datos que aflojan o relativizan la nueva “negatividad” a favor de un escepticismo taciturno o una suerte de lento rumiar social, que puede ser no consciente. Ejemplo: apenas el 36,6% cree que el actual rumbo económico “no es el correcto”. A su vez –interesante- los que “no están seguros de si este rumbo es el correcto” pasaron del 28,2 al 33,8%. Hola Susana, estamos dudando. Como sea, estaríamos parecido a aquello de los tiempos K, tres tercios sociales, uno de ellos “vacante” o anfibio.
Que nadie crea que ante la duda o el nuevo mal humor salen las masas pidiendo todo el poder a los soviets o que vuelvan los talibanes económicos del kirchnerismo. No: todavía hay un 37,3% que cree que la responsabilidad de la situación económica es del gobierno K (herencia recibida) contra un 29,7 que la adjudica al gobierno de Cambiemos.
El dato más fuerte pero conocido es el relacionado con la “reforma” jubilatoria: negativa para el 62,8%, incluido mucho votante del macrismo (el 44%). Un bruto 55,9% cree que es necesario “reducir el gasto estatal” pero a la vez el 63,4% de ese porcentaje (lo que de nuevo incluye a mucho votante de Cambiemos) cree que las políticas del gobierno para obtener esa reducción afectan en mayor medida a los que menos tienen. Estas cosas ponen locos a los macristas: “la gente” pide orden y seguridad pero no represión letal o indiscriminada; pide menos gasto público pero no me/nos toquen el culo tan a fondo. Y para colmo de males la inflación, aquel problema que escondía el maldito INDEC del kirchnerismo, empeoró para el 41,4% de los encuestados, que desconfían cada vez más de las capacidades oficiales para resolverla.
“Nos mean” y etcétera
En estos días se conoció otra encuesta que habla de las complejidades de las percepciones sociales. La publicó parcialmente Ámbito y es un trabajo del Centro de Investigación Pew, think tank con sede en Washington. El trabajo tuvo que ver con la relación de la sociedad global con los medios y se basó en 42 mil encuestas hechas en 38 países. Según los muchachos del Pew, Argentina es uno de los países donde las críticas a los medios son más fuertes, junto a España, Grecia, Corea del Sur, Líbano y Chile. Vayamos primero a los dos países europeos: las mayores broncas sobre la parcialidad de las noticias corresponden a España, con un animal 89% de los encuestados que consideran “inaceptable” el tratamiento de las noticias que reciben. En Grecia la mufa es del 88%. La interpretación suena sencillita y parece corresponder al “Nos mean y Clarín dice que llueve” llevado a orillas del Mediterráneo: aquellas sociedades que más padecieron la crisis económica e institucional saben de qué manera los medios construyen el relato respectivo. Si es por Argentina, solo (¿solo?) el 37% de los entrevistados opina muy bien o bien sobre la imparcialidad de la información política general. ¿Habrá relación causal, directa, indirecta, empatía, parentesco o asociación ilícita entre ese 37% y el voto al oficialismo?
Eso no lo sabemos, suena a que en parte puede que sí pero necesitaríamos más ciencia si es que las ciencias sociológicas o comunicacionales alcanzan a ser eficaces en tiempos de posverdad y posmoral y de presidentes transhumanos, como se dijo de Macri en un muy interesante artículo de Juan Carlos Tealdi en El Cohete a la Luna, https://www.elcohetealaluna.com/un-presidente-transhumano.
El que escribe acaba de editar una muy buena entrevista a Daniel Arroyo que hicieron para Socompa Manuel Barrientos y Matías Cerezo. Arroyo dice allí algo que merece anticiparse o subrayarse en relación con lo que se lleva escrito aquí: “La elección fue Cristina sí o Cristina no, no se discutió si el gobierno era bueno o malo. Pero ese eje terminó con la elección y entramos en un proceso en el que va ir empeorando la situación del gobierno. Ahora: la política es racional y comparativa. Y si no hay nada enfrente, puede seguir ganando Cambiemos”.
Escenario Walking Dead
Vamos entonces y finalmente a lo principal: que al gobierno totalitario de los CEOs le comience a ir mal en la percepción de los argentinos es una buena noticia que viene con la horrible del sufrimiento social y la represión. Es a la vez una novedad relativa a tomar con varias pinzas a la vez. Primero: porque el escenario de que Macri sea una “nueva decepción” (para decirlo como podrían hacerlo, de modo cuidadoso y distante, los periodistas del establishment o Sebrelli) puede implicar un riesgo alto si no hay alternativa a la bronca o el escepticismo sino solo amargura y vacío.
El riesgo de la pura bronca inmadura, del pataleo de peluquería o vereda, de la puteada fácil o la pura furia es un nuevo Que se Vayan Todos bien argento, bien tanguero, bien amargo, onda Todo es igual/ Nada es mejor. Peor aún, como estalle como tememos la bronca, la economía, un corralito, la deuda externa, la pobreza, de no constituirse una alternativa de salida al macrismo ese Que se Vayan Todos podría ser altamente brutal, poco pensante, bien antopolítico como en buena medida fue el de 2001 pero peor. El que escribe lo viene posteando en Facebook: el temor a un Que se Vayan Todos practicado no con conciencia política sino con el andar lento, vacío, sonambulesco y siniestro de las hordas de The Walking Dead.