La derecha se repliega y agazapa con menos daño sufrido en relación al mucho que causó. La herencia es feroz. El futuro gobierno y la fuerza política, social y cultural que lo respalda tiene con qué.
Amanece cuando se comienzan a escribir estas líneas, que acaso deberían beber de la Plaza y no de la compu. La Nación hace portada digital con una columna de Pagni y no con el enorme arsenal gráfico que dedicó a un G-20, algún cacerolazo viejo, un beso entre Juliana y Mauricio, una plaza amarilla. Amanece y el que escribe no consigue -muy a su pesar- conectarse con la alegría del fin de la pesadilla sino más con la destrucción causada, ni siquiera con las probabilidades de reconstrucción que tenga el gobierno de Alberto Fernández. Ya vendrá la conexión mientras se escribe.
De hecho, el que escribe, a la hora de hacer su habitual posteo matutino, que suele ser una pintura o una fotografía, anduvo hurgando en viejas imágenes del terremoto de Caucete de 1944, como para hablar de la herencia recibida. Mis viejos me enseñaron que por entonces el naciente antiperonismo cantaba “Perón/ Evita/ a dónde está la guita/ que San Juan la necesita”.
En estos últimos días el presidente electo estableció una diferencia entre expectativas y esperanzas. Lo traduzco a mi modo. La expectativa -según Alberto- tendría algún matiz negativo, pasivo, un distanciamiento crítico o escéptico. Esperanza va por la positiva. El que escribe deambula sonámbulo entre ambos términos.
Los restos del desasosiego
Por qué el desasosiego relativo que no termina de despejarse (esta no será una nota “objetiva” sino impresionista).
- Porque el daño, espantoso, está hecho. Y la reconstrucción, por mejor que salgan las cosas, costará un Perú.
- Porque la vimos venir clarísima a la política sistemática y deliberada de destrucción. Con el ciclo de rutina: se necesitan demasiados años de realidad del orto para que una sociedad reaccione.
- Porque la vimos venir, clarísima. Pero no la imaginamos tan hija de puta, particularmente en términos simbólicos, de autoritarismo estatal/ corporativo, en buena medida apoyado en lo más odioso de la propia sociedad (o de la condición humana).
- Porque a duras penas entendimos, muy en orsay, que esto que representó el macrismo en Argentina y que tiene sus diversas expresiones en el mundo, todas horribles, es algo viejo/ nuevo que nos amarga y mucho la vida y porque no tenemos herramientas -o no alcanzan, o algo hace ruido- para batallar contra eso viejo/ nuevo. Ese vacío, esa banalidad, la posverdad, el fin de la argumentación, el éxito de la mentira sistemática, eso otro que en una nota ya vieja de Socompa llamé fascismo sonriente.
- Porque en relación al daño inmenso que causó -y no podemos dejar de reiterar el sambenito del blindaje- la derecha no se va tan mal del gobierno. 40%. Hablo de la derecha, dura, no de Macri y sus posibilidades futuras. Bien puede dedicar el resto de su vida a jugar al bridge que la derecha sabrá jugar nuevas cartas (con eventuales demoras y dependiendo de cómo evolucionen las cosas).
- Porque no es del todo cierto que la heladera vacía o la campaña de Axel a bordo del Clío mataron al ejército de trolls, el big-data, los ardides de Durán Barba y Marcos Peña. Por algo ganaron dos elecciones, se sostuvieron en el gobierno, no se fueron en helicóptero, no se retiraron heridos de muerte.
- Tres encuestas, ayer, en Clarín, de consultoras diversas, reflejaron (presuntamente) el cómo se va Macri. Me impresionó mucho, pero mucho, que además de que no se va tan mal, al macrismo le funcionaron los caballitos de batalla de su discurso, potenciado por los medios: mejoras en los “institucional”, transparencia, Justicia, infraestructura, “lucha contra el narcotráfico”. Esto último es muy fuerte: ¿cómo demonios sabe un ciudadano, sin estadísticas confiables, siquiera con alguna circulación regular de estadísticas, si hubo o no éxitos en la lucha contra el narcotráfico que uno pone mucho más que en duda? ¿De dónde viene esa certidumbre? ¿Del puro discurso macrista? ¿De “derribamos otro búnker” con la foto de María Eugenia Vidal quemando merca con mascarilla (y los canas no)? ¿De los uniformes camouflageados de Patricia Bullrich? ¿De todos los shows patéticos, fascistoides a la Goebbels/ Bolsonaro, de Bullrich luciendo tantos uniformes? ¿A parte de esta sociedad le gustan tanto los uniformes?
- Plaza última de despedida a Macri. Por Dios, esa ceguera enferma. Esa gente intoxicada mal. Ese nivel de psicosis. Esas señoras sacadas gritándole “Asesino” al periodista de C5N. Ese repetir, de nuevo, los latiguillos republicanos. Mató a Nisman, son todos chorros, a mí me fue para el orto pero hay que hacer sacrificios. Hay momentos -muy escasos, felizmente- en que uno ve a todas esas señoras grandes del común sacadas, y otros señores garcas o no, y piensa en la eutanasia y piensa en la eugenesia.
Datos, no pocos, a favor
- Se le ganó en elecciones limpias a un gobierno sostenido por un poder inmenso: económico, financiero, Trump, sistema mediático, tres cuartas partes del sistema judicial. Como se ha repetido tantas veces: con todo ese poder detrás, Macri fue de los escasos presidentes latinoamericanos que al apostar a una reelección, la perdió, el pelotudo.
- Las encuestas no reflejan -a gusto o interpretación nuestra- el daño que merece Macri por el otro daño inmenso que inflingió, es cierto. Pero sí un pésimo balance de su gestión económica. A Macri le corresponde aproximadamente solo la mitad del voto anti, odioso o antiperonista del 40% que a Majul le dio empate técnico. La valoración del gobierno macrista seguirá en desarrollo. Es verosímill que se incremente el balance negativo ya sea por percepción de la herencia recibida, ya sea por los primeros porotos que se anote Alberto Fernández (cruzamos los dedos).
- Ecuación: uno no le teme a Macri líder opositor. De hecho ayer su vocera informal, Silvia Mercado, llegó a escribir que dijo el Gato que no aspira a ser líder de la oposición -ya sabemos cómo se contradice el hombre- y los medios de la derecha apuestan un poquito más a sus vacaciones y su bridge que a otra cosa, al menos en los próximos meses.
- Sabemos que se intentó construir la idea de una derrota victoriosa, dignísima, de lo que fue Cambiemos. De una futura oposición sólida. Ya escribimos hace unas semanas que eso está por verse. No solo por la luchas de poder internas que ya comenzaron en Juntos por el Cambio. También porque una cosa es mantener unida una fuerza política mediante el uso del Estado y su capacidad disciplinaria y retaliadora y otra cosa es el llano. Toda la banda de CEO’s que volverá o no a sus cómodos despachos empresariales/ consultoras y que se mostró tan absolutamente ignorante acerca de cómo manejar al Estado ya hizo su aventurita. Deben haber concluido que es más confortable el despacho en la empresa privada y la pileta en el country que laburar diez horas. Choriplaneros y políticos peronistas o kircneristas están mejor acostumbrados a laburar diez, doce, catorce horas diarias.
- Imagen: hace pocos días fui a reencontrarme con viejos amigos en el Centro Cultural Haroldo Conti, en la ex-ESMA, donde laburé un par de años. Cuando me iba noté que faltaba algo en el bar del Conti. No estaban los seres de otros planetas que invadieron ese lugar cuando opté por dejar el laburo dado el cambio de gobierno. No estaban los Raros, los Camisas Celestes. Pregunté por ellos. Me dijeron que dejaron de ir al trabajo hace tres meses. Los Camisas Celestes -ñoquis finos- también hicieron su aventurita. No parecen tener uñas de guitarrero para dar pelea.
- La oposición futura, que será de ella. El lugar de Macri está en duda y muy erosionado. Rodríguez Larreta va a jugar callado pero va a jugar, seguramente “dialogando”. Ya se les fueron tres, podrán irse otros. Emilio Monzó podrá articular otros diálogos con su tropita. Los radicales andan como es de rutina en convulsión interna. Necesitan siempre, como al oxígeno, de un espacio que los aglutine relativamente -aunque sea la peor derecha-, dado que deben sostener cargos, territorios, posibilidades. Pero tienen un lindo quilombo por delante que afectará el funcionamiento de la oposición.
Alberto y su millón de amigos
- Por jodidísima que sea la situación que le toca difícilmente el próximo gobierno se limite a administrar la desactivación de minas explosivas, o a meramente administrar la tragedia social. Aun con más “expectativa” que “esperanza” el que escribe cree ciento por ciento que las intenciones de un cambio de rumbo son sinceras, que Alberto Fernández, muchos de sus funcionarios y una muy buena parte del Frente de Todes y la fuerza social-cultural que lo respaldan y lo impulsan tienen con qué. Capacidad, sensibilidad, sensatez y sentimientos. Las cuatro palabras son el polo apuesto del término macrismo.
- Parece haber también un aprendizaje serio de las macanas cometidas en el pasado. Por el lado del kirchnerismo: el encierro, los tonos inútilmente subidos y los rasgos expulsivos. Por el lado de todas las otras fuerzas del Frente de Todes, gobernadores, intendentes, una convicción real en la necesidad de sostener la unidad y de hacer bien las cosas.
- El drama del hambre y la pobreza: todas las baterías, o buena parte de ellas, están conscientemente dirigidas a dar esa pelea. Se necesitará de muchísima sintonía fina porque recursos no hay. Las cosas deberían cambiar, pero no será de un día para el otro.
- El drama de la deuda: se especula un poco de todo pero el plan del ministro Guzmán -sin mayores sofisticaciones, puro sentido común- parece sensato. “Sensatamente” pareciera que el mundo de los mercados sabe que estamos hechos percha, que no podemos pagar. De la guerra FMI-Wall Street no podemos opinar ni ellos pueden pronosticar nada. Ya sabemos de todos modos qué horribles son como meteorólgos.
- Gabinete (I). Repasando por YouTube la presentación del nuevo gabinete, sobre todo por vía de la comparación con los CEO’s analfabetos, uno tenía la impresión de que desfilaban una serie de sabios del siglo XVIII o XIX, todos grandes naturalistas. Será por la pinta del más que querible Ginés. Por el cabello enredado, caído a dos aguas, de Cecilia Todesca y su cara de estudiosa. Por la barba y el corpachón que desarrolló en estos años Matías Kulfas, ex funcionario de Aníbal Ibarra y su ruta. Por la pinta de Felipe Solá, galán maduro. Por la otra pintursa de Santiago Cafiero y su peinado casual tan cuidado y sus lindos ojos. Por los buenos antecedentes del ministro de Ciencia y Tecnología. Por la trayectoria de Tristán Bauer y su conocimiento de las industrias culturales. Por la jeta sólida del ex-tapado Martín Guzmán. Por la trayectoria de Vilma Ibarra, muchacha durita. Por Elizabeth Gómez Alcorta, salida del CELS. Por la verba rápida de Daniel Arroyo que te habla todo compactadito, didáctico y entusiasta, al estilo Juan Carr. Al lado de los CEO’s analfabetos, bestiales, son todos cuadros. Y, Dios mío, una antropóloga, Sabina Frederic, metida a ministra de Seguridad. No solo como alternativa a la criatura Bullrich. También en lugar de un pollo de Sergio Massa que daba cierto miedito: el tal Gorgal. Algún nombre no nos cierra. Pondríamos al Muñeco Gallardo en lugar de Fulane, pero todo no se puede. Apunte: el armado final del gabinete mostró que no todo estaba bien pensado, programado y aceitado. No parece que la confirmación final de los nombres propios respondiera solo a la necesidad de no quemar a los futuros ministros. Se nota que hubo quilombitos ahí. Pero la política es así, nada como para alarmarse al pedo.
- Gabinete (II). El de Axek Kicillof. Impresiona y gratifica de nuevo por oposición la cantidad de cerebritos jóvenes salidos de la educación pública. Algunos ya pasaron por la gestión del Estado. Hay también un fuerte perfil académico, mucho “mundo Axel” (desde el Nacional Buenos Aires a la militancia universitaria en TNT). Surge un cierto temor a que falten “políticos” con muñeca en el gabinete de Axel. Es casi un experimento. Dos nombres que no nos gustan: Alak y Berni. Curiosísimo: Alberto designó a una antropóloga más que progre en Seguridad (Sabina Frederic), un gobernador peronista que suponemos medio conservador designó en el mismo cargo a Marcelo Sain, creador de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, y resulta que Berni, como Alak, fueron puestos por Cristina. Esas cosas de Cristina.
- Cristina y Alberto: le creemos al segundo: no se van a pelear, por más que Alberto necesite crear poder, peso y prestigio propios.
- Gracias, Cristina, por la movida aquella. Gracias por patear al Gato en el orto con esa movida. Humilde sugerencia: a brillar, mi amor, vamos a brillar en el Senado, pero sonreí todo lo que puedas. Suerte, mucha suerte, con Florencia. Y un beso grande a Máximo, que sonríe tan parecido al viejo, pero más dulce.
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