Un diálogo sin sorpresas, con pocas preguntas, algunas definiciones y un interrogante que, contestado a medias, sigue abierto.
Y, finalmente, la ex presidenta habló una vez más por C5N, su canal amigo, para dar a conocer su estrategia electoral y política. No hubo sorpresas, aunque sí una clara definición respecto de cómo jugará Cristina Fernández de Kirchner en estas elecciones. Pero vamos por partes, diría nuestro amigo Jack, y destripemos, entonces sus declaraciones ante las preguntas de los periodistas Víctor Hugo Morales, Gustavo Sylvestre, Roberto Navarro y Daniela Ballester.
El primer error: C5N. Para quienes creemos aún que el periodismo se puede ejercer dignamente desde cualquier lugar y tiene un rol importante que cumplir en la sociedad, hubiésemos preferido un lugar mucho más neutral para la entrevista a la ex presidenta. No por reparos hacia los cuatro periodistas, muy respetables y respetados por cierto, sino por el tenor de las preguntas. Sin irnos a los extremos de que hable por TN, tal vez un especial en la Televisión Pública u otro menos comprometido con el kirchnerismo hubiese sido lo adecuado.
¿Por qué? Por lo mismo que señaló Cristina. En pos de la unidad de la oposición y del peronismo para enfrentar la restauración neoliberal es necesario ganar a ese espacio electoral que todavía la resiste pero que no confía en el gobierno de Mauricio Macri. Es verdad que tendría que sortear dardos envenenados, pero eso no es problema para ella. Tiene la suficiente autoridad política como para imponer su discurso aun ante los periodistas más radicales de la vereda neoliberal.
Las declaraciones
Si bien empezó el programa con un palito a la Iglesia (“era hora que la jerarquía católica se pronunciara”), Cristina dijo que estaba de acuerdo con lo expresado ayer en el Tedeum por el cardenal Mario Poli, muy crítico de la situación económica que vive el país.
Luego de recordar las diferencias entre aquel país del 25 de mayo del 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner, a este 25 de mayo, con las calles vacías y sin actos masivos como el del 25 de mayo del 2010, en ocasión del Bicentenario, la ex presidenta se despachó con lo que fue el nudo central de la entrevista: la situación política y económica.
Quedó muy claro que la parte que le interesaba a Cristina Fernández era precisamente ésa, en tanto que los periodistas aguardaban el momento de hacer la pregunta obligada y esperada: ¿va a ser candidata? Ya volveremos a eso.
El panorama que pintó la ex presidenta es lo que vivimos todos los días, no hace falta detallarlo, pero sí dejó algunas afirmaciones importantes. Para quien firma este artículo, son las que siguen.
El gobierno rompió el contrato electoral. No lo dijo expresamente, pero se puede comparar con el famoso salariazo y revolución productiva de Carlos Menem. Cristina dijo que el Presidente no cumplió con nada, que está protagonizando una estafa electoral. Acusó al gobierno de mentir en la campaña electoral. De esta forma, también disculpó a quienes los votaron. Y aquí el primer gesto “unitario”: no hay que echarles la culpa a quienes los votaron, porque ellos prometieron lo que no iban a hacer. El electorado fue engañado. Un militante bien entrenado sabe que eso significa ir a ganar votos, no a polarizar.
Las propuestas. “Hay que decretar una emergencia alimentaria, una emergencia tarifaria y una emergencia laboral, y le agregaría una emergencia farmacológica, porque el aumento de los remedios es exponencial, y afecta nada menos que a un sector, como el de los jubilados”. Más allá de la propuesta en sí, la ex presidenta acá presenta un programa legislativo y de gobierno, muy claro. Primer gesto de unidad política: quienes estén con estos 4 puntos, vamos todos juntos a derrotar el modelo neoliberal, dice Cristina, en otras palabras. Nada mejor para la unidad política que los programas electorales cortos y precisos.
Deuda externa. Una definición muy importante provino cuando habló del endeudamiento, porque prometió que, en caso de llegar al Parlamento o al Gobierno, Cristina Fernández va a proponer investigar el endeudamiento. “El estado argentino se ha endeudado en 97 mil millones de dólares. Hay que revisar esa deuda”, señaló, y adelantó que el gobierno echará manos de los fondos jubilatorios para financiarse. “Siempre se recurren a los fondos de la seguridad social, y es lo que quieren volver a hacer”.
La estrategia electoral. Por un lado, esbozó una autocrítica cuando habló de que “el bloque del FpV no ha estado a la altura de las circunstancias. Esa es una autocrítica que tengo que hacerme … Alguien va a tener que dar cuenta de haber votado la reparación histórica y los pliegos de Rosatti y Rosenkrantz”. Teléfono para algunos diputados y senadores que facilitaron con su voto la elección de los jueces de la Corte y la negociación con los fondos buitre. Pero tras las críticas, y ante la insistencia de los 4 periodistas, la ex Presidenta definió su posición. Se puede dividir en 2 partes: Uno, no va a ser un obstáculo para la unidad; dos, si su candidatura sirve para ganar, será candidata.
“La gente no anda preguntando por la calle quien va a ser o no candidato ni la interna de los partidos”, añadió Cristina.
La unidad parece ser la obsesión de la líder del Frente para la Victoria. Es hoy la estrategia más adecuada porque cumple con varios objetivos. Por un lado, le permite abrirse a aquel famoso 54% que la votó en 2011 pero la abandonó en 2015. Por otro lado, si Florencio Randazzo, devenido en importante candidato, más instalado por los medios que por las encuestas, no se allana a esa política unitaria y su única propuesta es la confrontación, queda en off side y con el serio riesgo de quedar otra vez en el ostracismo político.
Como siempre, Cristina Fernández habla para todos. Hacia adentro y hacia afuera de su partido y del FpV. Sin dar nombres ni agredir a ningún compañero de ruta, la ex presidenta ordenó todos los patitos. Estos de un lado, y todos aquellos del otro.
Falta que los belicosos dirigentes le hagan caso. Se acercan semanas definitorias. En un mes cierran las listas electorales. Ese será el momento de la verdad, al menos en lo que a candidaturas se refiere.