En pocos años se pasó de invocar la batalla cultural para pasar a la derrota cultural. El griterío judicializado de la política pasa bien lejos de una sociedad agobiada por la precarización, la pérdida de derechos fundamentales, la tristeza. El griterío ahora pasa por jóvenes pobres que adhieren a Milei con rabia.

Este año la democracia cumple 40 años. Muy lejos quedó la promesa de Alfonsín que ¨Con la democracia se come, se cura y se educa”. La democracia es la cancha; y que se consigan esos enunciados depende de los jugadores, los equipos y la ideología de los que gobiernen. Después de cuatro décadas, la deuda externa que la dictadura establishment-militar multiplicó por cinco en 7 años, la democracia la aumentó entre 8 y 9 veces. Nunca en democracia se logró bajar de los veinte puntos de pobreza que dejó el régimen criminal. El poder destructivo de los gobiernos neoliberales (Dictadura establishment-militar, Menem, De la Rúa y Macri) no pudo ser reparado con la misma eficacia por los gobiernos nacionales y populares que cada vez parten de niveles más bajos.

Esto, sumado a que un porcentaje de los políticos de todos los partidos usan su prédica para cambiar de clase o para consolidar lo que ya tienen, derivando en un profundo escepticismo. Sobre esta geografía se explica el surgimiento  de la ultraderecha con propuestas descabelladas y una derecha que se desnuda y se muestra como siempre fue, y que hacen pie en  un collar de frustraciones: trabajo precarizado, derogación en la práctica de buena parte de la legislación laboral, imposibilidad de acceder a la vivienda, trabajo formalizado por debajo de la línea de pobreza, deterioro de la salud pública y de la educación pública primaria y secundaria, niveles de pobreza e indigencia insólitos, inflación casi permanente, restricción externa, el dólar como fantasma insuperable con sus crisis cíclicas, por falta de reservas o imposibilidad de pago de las deudas, distribución regresiva del ingreso y un poder económico, judicial y mediático que exhibe impúdicamente sus miserias.

Si a ese triángulo se suma “La Embajada” como es habitual, mellan, deterioran, arrasan con el poder transformador que tiene la política para los pueblos, el futuro se oscurece, la desmoralización cunde, el presente es una lucha en el barro donde la impotencia política deriva en su judicialización. Ya lo decía hace muchos años un dirigente sindical excepcional como Germán Abdala: “La política es la herramienta que tenemos los pueblos para cambiar la sociedad en la que vivimos”; y agregaba: “Las utopías son posibles cuando uno demuestra todos los días que va rumbo a ellas”. Y por si no quedaba claro sostenía: “Hay un país para cambiar, una sociedad nueva para construir, un camino nuevo que alumbrar”.

En uno de los últimos actos en los que habló Cristina Fernández una pancarta decía: “Militar es hacer que lo imposible, sea inevitable”. Si pasamos a la Academia, Michel Foucault afirmó que ¨La política es la disputa por el sentido de una sociedad¨. En la disputa por ese sentido, el triunfo cultural del neoliberalismo ha implicado que la soberanía se diluya, la colonización se extienda, la idea de los valores propios se minimice, se exalten los valores de otros países, y para muchos, ante un horizonte sin perspectivas, la salida es Ezeiza.

El desencanto se expresó en la última elección legislativa del 2021 con una presencia en las urnas de apenas el 67,7% que fue inferior a las legislativas del 2000, que de alguna forma anticipaba el 2001. Un periodista uruguayo, Federico Fasano Mertens, en otras circunstancias, definió una situación con una frase perfectamente aplicable a lo que está sucediendo en la Argentina: ¨No supieron leer los anuncios y la digestión de la historia se los tragó”.

Datos alarmantes 

El sociólogo y encuestador, socio de Poliarquía, Eduardo Fidanza, escribió en Perfil del 5-11-2022 bajo el título “De la grieta al abismo”: “Los menores de 30 años exhiben un profundo desencanto, quieren huir. Si se los estratifica, podría afirmarse: los de clase media alta se están yendo del país, los de clase media baja están abandonando la democracia. La mayoría de ellos no atisba posibilidades de progreso a través de trabajos que les permitan ahorrar, aspirar a la vivienda y mantener una familia. Los emigrantes, que son los que poseen capacitación profesional, constituyen una pérdida para la economía. Los otros acumulan rencor, que se expresa en indiferencia hacia la democracia. Según sondeos confiables, a dos tercios de los jóvenes de clase media baja les da lo mismo la democracia que el autoritarismo. Una estadística deplorable”. El periodista Alejandro Bercovich, en BAE Negocios del 30-12-2022 escribió: ¨Nunca desde el final de la dictadura, por ejemplo, fue tan alta la proporción de la población que aceptaría que los militares intervengan en conflictos callejeros ni la que preferiría que el Estado se retire de funciones básicas como la salud o la educación a cambio de cobrar menos impuestos”.

El periodista Diego Genoud, en DiarioAr escribió 27-12-2022: “Hace mucho que los millones de personas que ocuparon las calles y autopistas no se movilizan a partir de los mensajes de una dirigencia -política, empresaria, sindical, judicial, mediática- que habita en un micromundo de confort y endogamia. A casi cuarenta años del regreso de la democracia y más de dos décadas del estallido de 2001, la caravana de la Scaloneta reubicó de manera elíptica a la política bien atrás en el lugar de las prioridades sociales. Del fútbol se espera que traiga las alegrías que las promesas de la política convirtieron en decepción. Las imágenes de las multitudes argentinas irrumpieron en el período de gobierno de un raro peronismo, que nunca supo ni quiso convocarlas… En un año electoral que ya empieza, la esperanza es la excepción y será difícil que las amplias franjas de la sociedad que habitan lejos de la polarización se involucren en la campaña hasta que llegue el momento de ir a votar. Cuesta horrores volver a ilusionarse.”

A su vez, el mensuario Le Monde Diplomatique de enero del 2023 bajo el título ¿Por qué la derecha conquista a los jóvenes?, expresa: ¨El rechazo a la política crece en las nuevas generaciones que pasaron de apoyar al kirchnerismo a constituir el núcleo duro del voto conservador¨ Es preciso consignar y analizar este fenómeno sin exagerar la magnitud, al tiempo que alguna encuesta, la de Micaela Cuesta y Pablo Villarreal,  detecta que el 71% de los votos de Javier Milei, de alrededor del 20% del electorado, corresponde a personas que van de los 16 a los 40 años.

De la batalla cultural a la derrota cultural

Patricia Bullrich y su modo de hacer campaña permanente. Foto: Télam.

Si se vacía la política, será muy difícil encontrar la llave para salir de una doble crisis y superar lo que Juan Carlos Portantiero denominó ¨el empate hegemónico”, axioma que encubre una derrota importante de los sectores nacionales y populares. Ya lo decía Germán Abdala, citado más arriba: “Los poderosos no necesitan de la política porque ya tienen el poder, ya sea a través del dinero, de las armas o de las corporaciones. El pueblo sí necesita la política, porque es la única manera que tiene para construir poder y cambiar las cosas”. Pero para ello la política y los políticos deben recuperar credibilidad. Seducir, diagramar y proyectar un futuro.

Hay números y expresiones que deben tomarse muy en serio para diluir un futuro mucho más complicado que el presente.

Hay una sociedad con una conformación diferente, con nuevos actores sociales y disminución del grosor y potencia de otros. Hay una derrota cultural importante y fidelidades políticas lábiles. Hay bronca y desesperanza. Hay desigualdades obscenas y la política se muestra impotente. Hay discusiones resueltas con chicanas que son importantes, pero están lejos de los problemas acuciantes que afectan y perciben la mayor parte de la población protagonizadas por los actores de la política.

Tal vez porque no entienden lo que está pasando o porque ya pasó lo que estaban entendiendo.

FUENTE: La Tecl@ Eñe

Imagen de apertura: “Los síndicos de los pañeros”, Rembrandt, 1662.