Los entretelones de la reunión que el segundo de Patricia Bullrich mantuvo el 31 de julio – un día antes de la desaparición de Santiago Maldonado -, en el hotel Cacique Inacayal, con mandos de Gendarmería y de la policía provincial. “Si están violando a mi mamá, voy a actuar”, dijo para instarlos a reprimir en casos de “flagrancia”. (Foto de portada: Gustavo Zaninelli).
Fanatizado y torpe. Así describen a Pablo Noceti algunos de los partícipes de las reuniones que mantuvo en Bariloche un día antes de la represión en Cushamen, que terminó con la desaparición de Santiago Maldonado.
El fanatismo se trasunta en su obsesión por ver en el grupo Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) a un peligroso enemigo del Estado y la democracia; y por comparar la protesta social con una violación. La torpeza, en dejar tantos testigos sobre su decisión de ordenar la actuación de las fuerzas de seguridad ante delitos en “flagrancia”, justamente el día anterior a que la Gendarmería reprimiera a la comunidad mapuche en el noroeste de Chubut.
Como una burla de la historia, las dos reuniones que encabezó Noceti se realizaron en el hotel Cacique Inacayal, cuyo nombre recuerda a uno de los longkos más combativos y resistentes a la denominada Conquista del Desierto. A las 8 y 10 de la mañana del lunes 31 de julio, el Jefe de Gabinete del ministerio de Seguridad de la Nación recibió a la Procuradora General de la Provincia de Río Negro, Silvia Baquero Lazcano, al Fiscal General, Marcelo Álvarez, a los fiscales Martín Lozada y Eduardo Fernández, y al ministro de Seguridad de la Provincia, Gastón Pérez Estevan.
Cuarenta minutos después, poco antes de las 9, se reunió con jefes e integrantes de fuerzas de seguridad, entre los que principalmente había gendarmes. Las fuentes consultadas no pudieron o no quisieron confirmar si el jefe de la Policía provincial, Daniel Jara, participó de alguno de los encuentros.
A poco de empezar la primera reunión, Noceti sorprendió con una comparación inesperada: “Si están violando a mi mamá, yo voy a actuar para que cese el delito”, dijo para justificar el accionar de la Justicia y de las fuerzas de seguridad ante la protesta social, y los posibles casos de delito en flagrancia.
Un silencio con aire de reproche siguió a esa frase. El funcionario nacional justificó la desagradable metáfora en que la acción del Estado debe impedir delitos como los cortes de ruta, o la recuperación territorial por parte de pueblos originarios.
El “juececito” Otranto
No fue el único exabrupto de Noceti durante el encuentro. Las fuentes consultadas para este artículo coincidieron en que el Jefe de Gabinete del ministerio de Seguridad “se la tenía jurada a (Guido) Otranto”. Lo trató de “juececito”, señalaron. El funcionario -al igual que otros integrantes del Gobierno nacional- no le perdona al primer juez de la causa por la desaparición de Santiago Maldonado que en septiembre de 2016 haya declarado la “nulidad” del juicio por extradición de Facundo Jones Huala. Desde entonces, Otrando está en la mira del poder político nacional y provincial, tanto que el gobernador Mario Das Neves le inició un juicio político por esa causa. Para los abogados de la familia de Maldonado, el accionar parcial del magistrado está explicado por esa presión.
Durante la reunión con los integrantes de la Procuración y el titular de Seguridad provincial, Noceti buscó consenso para la actuación ante el delito en flagrancia. Pero debió escuchar dos objeciones: las del fiscal Lozada y la de Pérez Estevan, que no dejaron pasar la exigencia de violentar el derecho constitucional a la protesta.
Sin embargo, la tónica del encuentro fue la de un exaltado Noceti, quien preguntaba una y otra vez por las causas judiciales vinculadas con el RAM y bajaba línea sobre las acciones preventivas y represivas en torno a ese grupo.
La mano derecha de la ministra Patricia Bullrich se encargó de explicar el marco de la nueva política nacional con relación al conflicto social y cargó contra “los últimos diez años”, a los que calificó como “un descontrol”.
Al terminar la primera reunión, Noceti recibió a los jefes de las fuerzas de seguridad y más tarde marchó hacia el sur, donde un día después, en medio de la represión de Gendarmería, desapareció Santiago Maldonado.