El macrismo y sus propaladoras mediáticas intentaron bajarle el precio a la masiva movilización de ayer centrándola en Hugo Moyano. Lo que quisieron ocultar es una incipiente unidad de acción en la calle que les sonó a advertencia.
La marcha de Moyano, el acto de Moyano, la movilización de Moyano. Ayer y esta mañana los medios hegemónicos –diarios, radios, canales de televisión – machacaron la idea para dejar marcado a fuego el sello del camionero y bajarle el precio a una movilización multitudinaria contra el ajuste, reduciéndola a la maniobra de un dirigente sindical corrupto que busca desesperadamente escaparle a la Justicia.
La palabra machacada desde el gobierno fue “pasado”. Y así mostrar a Moyano como uno de los emblemas más siniestros de ese pasado al que “la gente” no quiere volver. El Grupo Clarín, incluso, redobló la apuesta y mezcló en sus titulares diarieros y sus zócalos televisivos Moyano, kirchnerismo e izquierda. Le faltaron los mapuches para completar el combo demoníaco con que Cambiemos pretende desde hace meses construir un enemigo interno para ocultar las consecuencias del ajuste y justificar la escalada represiva que necesita para sostener el saqueo.
Hugo Moyano fue el árbol con que se intentó ocultar el bosque. No es intención en estas líneas hacer un análisis del discurso del dirigente camionero ni de su inocultable poder de convocatoria. Ayer, en Socompa, se ocuparon del tema Eduardo Blaustein y Rubén Pereyra. Baste decir que, a juicio de este cronista, el discurso de Moyano dio pie por momentos a esa estrategia del gobierno, cuando dedicó un tercio de sus palabras a negar lo que se decía y, por si fuera poco, hacer ostentación de “huevos”.
(Párrafo aparte: por añadidura, “Don Hugo” – como la llamó la locutora del acto – tuvo su momento macartista cuando habló de “ultraizquierda”, volviendo a sus raíces de ultraderecha sindical en los 70, para pegarle, sin nombrarlo, a Alfredo Leuco y asociarlo al copamiento del cuartel de La Tablada. Algo falso además, porque Leuco nunca pasó de ser un simple prensero del Movimiento Todos por la Patria cuya mayor ambición revolucionaria era que Francisco Pancho Provenzano –dirigente del MTP – le pagara un pasaje para ir a hacer turismo por la entonces incipiente Nicaragua sandinista.)
El bosque que el gobierno y los grandes medios intentaron tapar con el árbol Moyano fue la masividad y la heterogeneidad de la movilización. Las dos CTA, los bancarios de Palazzo, el solitario gordo Schmid –una de las tres patas de la CGT fragmentada -, la CTEP, si se habla de dirigentes y aparatos. Pero también, y más importante aún, columnas de sindicatos cuyos dirigentes no adhirieron a la convocatoria; la Cámpora y otros sectores kirchneristas marchando sin la soberbia de pretender encabezar que los caracteriza, sin excluir ni excluirse; partidos y organizaciones de izquierda que rompieron esquematismos para movilizarse y repudiar el ajuste a pesar del protagonismo de Moyano; gente suelta que no se amilanó con las brutales represiones de diciembre frente al Congreso y fue igual.
En ese contexto, otro hecho que no puede pasar inadvertido es que no hubo represión. El mismo gobierno que usó gases y balas de goma a mansalva hace apenas dos meses se limitó a montar operativos intimidatorios en las entradas a Buenos Aires con una Gendarmería que hasta pareció amable. Desde la Casa Rosada se insistió con que no fue necesario reprimir porque los manifestantes no provocaron hechos de violencia. La realidad es muy diferente: no hubo represión porque el costo político habría sido muy difícil de manejar.
Cambiemos sigue su fuga hacia adelante, pero empieza a encontrar por primera vez piedras en el camino. Ayer, en la calle, se vio una incipiente unidad de acción contra el ajuste. Una unidad de acción que no alcanza, todavía, para construir una alternativa, pero que sí es una resistencia cualitativamente diferente.
Ese fue el bosque que se intentó ocultar pero que se está haciendo evidente. No es poco.