Unos pocos apuntes sobre las intervenciones en el debate del proyecto de despenalización del aborto, o de cómo algunos diputados están empeñados en resistir la predicción de Charly García sobre la desaparición de los dinosaurios.

Fueron 22 horas de debate y hubo final con suspenso. A las 9 y 50, cuando los diputados apretaron los botoncitos, dio 131 a favor y 123 en contra para la media sanción del proyecto de ley de despenalización del aborto. Un minuto después, dos diputados dijeron que sus votos estaban mal contados y la cosa terminó 129 a 125 para redondear una ajustada victoria en Jurassic Park.

Estas líneas escritas a las apuradas no pretenden abordar el proyecto en sí. El cronista asume que no tiene elementos para profundizar y entiende que son las mujeres quienes deben decidir sobre sus cuerpos.

En ese sentido, la media sanción reconoce un derecho por el que muchísimas vienen luchando desde hace décadas.

Eso no quiere decir que no tenga posición, porque la tiene y la explicita para dejar en claro desde dónde escribe. Está a favor de la despenalización del aborto y adhiere a la consigna “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir”.

Dicho esto, van algunos apuntes tomados durante el debate.

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Entre la claridad y la oscuridad. La mayoría de los diputados que se pronunciaron a favor marcaron el verdadero eje del debate, que se podría plantear así: el aborto existe y se trata de reconocer su existencia para decidir si se lo despenaliza o no. Se trata de un derecho de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos y de un problema de salud pública.

Del otro lado, los discursos buscaron en su mayoría desviar ese eje y contribuir a la confusión general con argumentos religiosos, personales, supuestas leyes de la naturaleza y hasta madres teresas redivivas.

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Interés público. Cuando, cerca de las once y media de la mañana, el diputado Daniel Lipovetzky (PRO) inició el debate unas 19.000 personas estaban prendidas de la transmisión televisiva de la Cámara de Diputados por Internet mientras en las cercanías del Congreso, a uno y otro lado de la plaza dividida se iban sumando militantes de las dos posiciones. En el momento de la votación, los prendidos al canal de youtube de la Cámara eran más de 70.000 y la espera callejera había atravesado multitudinariamente la frialdad de la noche. Son apenas dos datos accesibles al cronista, que supone que se podrían complementar con cifras de rating televisivo que desconoce.

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Jurassic Park I. La sesión dejó más que claro que, más allá de su talento musical, Charly García carece del don de la profecía: en casi 35 años de democracia los dinosaurios no solo no desaparecieron sino que algunos de ellos se sientan en las bancas del Congreso.

Nicolás Massot.

El primero en mostrarse fue el diputado Nicolás Massot, quien hizo gala de su pedigrí jurásico cuando dijo, dirigiéndose a Juan Cabandié, hijo de desaparecidos nacido en la Esma: “Nunca en democracia nos animamos a tanto Juan, ni en democracia ni de otra manera”.

El bueno de Nicolás es sobrino de Vicente Massot, dueño de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, un diario desde el que apoyó sin tapujos a la dictadura genocida, contribuyó a la desinformación general y utilizó al terrorismo de Estado para desaparecer a por lo menos dos trabajadores.

No hay que pensar mucho para descubrir a que se refirió con “de otra manera”.

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Jurassic Park II. El diputado salteño Alfredo Olmedo no quiso quedarse atrás y aportó lo suyo. “¿Vamos a pedirle plata al FMI para pagar los abortos?”, arrancó y trascartón, violando su propia investidura, le pidió a Macri que, en caso de aprobarse el proyecto, lo vetara.

Enfundado en su eterna campera amarilla, Olmedo no se limitó a rechazar el proyecto sino que aportó una propuesta alternativa: “¿Cuáles son las soluciones? –se preguntó para responderse – Que esa madre que dice tener un embarazo no deseado lo dé en adopción desde el vientre, con la conformidad del padre, porque curiosamentete cuando tienen vida rápidamente lo buscan al padre para que se haga cargo de todos los gastos, pero cuando lo quieren matar no lo buscan”.

No se privó tampoco de desarrollar una desopilante visión conspirativa. Según él, detrás del proyecto de despenalización, “hay un negocio encubierto: el tema de las células. Tengamos respeto por el ser humano, no hagamos negocio de la muerte. Si sale la ley, estoy pidiendo un cementerio para las víctimas del aborto. Voy a ser muy duro: los tendrán que cremar a los chicos para que ninguno haga negocio con un chico muerto”, dijo. Lo que no aclaró – y nadie le preguntó – si su obsesión por los chicos vivos tiene que ver con la posibilidad de explotarlos en el trabajo esclavo que impera en sus campos.

Como el breve tiempo que se otorga a los diputados en el debate no le alcanzó para desarrollar todas sus teorías, poco después de su intervención salió al salón de los pasos perdidos para seguir hablando, ahora frente a los micrófonos de los periodistas. Allí puso en duda las cifras que se manejan sobre los abortos clandestinos con una simpatiquísima comparación. “Usted dice que hay 500.000 abortos, también dicen que los desaparecidos eran 30.000 y son 8.000”, se despachó ante una estupefacta periodista de C5N.

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Jurassic Park reloaded. El cronista estaba convencido de que nadie podría superar a Olmedo, pero se equivocó. El diputado del PJ por Tucumán José Fernando Orellana lo dejó a la altura de un microbio con su intervención. “Si las mujeres de la Esma hubieran abortado, algunos no estarían acá ahora”, dijo dirigiéndose a los diputados que son hijos de desaparecidos.

La radical Regidor y las perritas.

El cronista no lo tenía a Orellana, nunca había oído hablar de él. Lo desasnó sobre su historia la colega Sibila Camps, que está por publicar “Tucumantes”, un libro donde aborda el terrorismo de Estado en Tucumán. Allí habla de los Orellana, porque son dos. “En 1991 llegaron al poder los mellizos José y Enrique Orellana –dice -, quienes sistemáticamente alternaron los cargos de intendente (de Famaillá) y legislador provincial; hasta fines de 2015, cuando Enrique saltó a la Cámara de Diputados de la Nación, tras colocar frente a la Municipalidad a su mujer, Patricia Lizárraga. La esposa de José, había obtenido una banca en la Legislatura; y una hija de ambos, Natalí, debutó como concejala”.

Con los Orellana en la intendencia de Famaillá nunca se realizaron actos oficiales 2l 24 de marzo, Día de la Memoria, aunque esa localidad albergó a “La Escuelita”, uno de los Centros Clandestinos de Detención más siniestros de la dictadura.

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Otras perlitas jurásicas. Después de Olmedo y Orellana, otras intervenciones jurásicas quedaron irremediablemente disminuidas. Casi pasó inadvertido el peronista José Luis Gioja cuando afirmó que votaba en contra del proyecto porque es “católico y peronista”, antes de embarcarse en una farragosa metáfora que tuvo como protagonista a una parra porque, como todo el mundo sabe, su provincia, San Juan, es tierra de vides y vinos.

Tampoco pudo lucirse la radical Estela Regidor cuando esbozó una comparación zoológica: “Seguro que muchos de ustedes tienen mascotas. ¿Qué pasa cuando una perrita queda embarazada? No la llevamos al veterinario para que aborte. Enseguida salimos a buscar a quien regalar los perritos”, dijo.

Como solía decir otro espécimen jurásico, Bernardo Neustadt: “¿Lo dejamos ahí?”.

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Un poco de claridad. Los dinosaurios no fueron mayoría, pero casi, de ahí lo ajustado del resultado. Del otro lado hubo my buenas intervenciones. Casi arbitrariamente, el cronista rescata las de Daniel Lipovetzky (PRO), Daniel Filmus (FpV), María Teresa Villavicencio (Evolución Radical), Romina del Plá (FIT) y Karina Banfi (UCR).

Elisa Carrió.

Y una de las del cierre que fue brillante, la de la diputada del PRO por la provincia de Buenos Aires, Silvia Lopennato. “Tenemos que salir con una propuesta de salud pública para las mujeres de nuestro país. Se nos hizo creer que estábamos discutiendo aborto sí y aborto no;  pero hablamos de aborto legal o clandestino. En este debate hay una sola propuesta que defiende la vida que la propuesta de la legalización del aborto (…) La conquista de los derechos es una victoria que se le arranca al opresor. No me queda claro qué es lo que rechazan; quieren forzar a una mujer a ser madre cuando la decisión de una mujer es no ser madre no hay Estado ni Ley que pueda impedírselo. Las razones personales y religiosas no son razones públicas que hacen al bien de todos”, dijo.

Terminó emocionada, al borde de las lágrimas, nombrando a las mujeres que con su lucha hicieron punta para que se llegara a tratar el proyecto de ley. Los aplausos fueron atronadores y no fue la única en el recinto que terminó con los ojos llenos de lágrimas.

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Y al final, Lilita. Ausente durante casi todo el debate, Elisa Carrió no pudo con su genio y buscó su final estelar. Casi obligó a Monzó a que le diera la palabra luego de la votación y se despachó con una de sus habituales sentencias apocalípticas: “He estudiado durante cuarenta años este tema –dijo -, y no hablé para preservar la unidad de Cambiemos”.

Telón.

El segundo acto tendrá lugar en el Senado, donde los dinosaurios también están.