CFK dio precisiones sobre lo que entiende por capitalismo y marcó diferencias con lo que ocurre hoy. Como si dijera que la única manera de oponerse al neoliberalismo es volver a ser capitalista.

Capitalismo nacional” y “movilidad social ascendente”: fue uno de los varios y sorprendentes anuncios que tiró Néstor Kirchner al asumir el gobierno, el 25 de mayo de 2003. Para saber de qué se trataba eso, que Kirchner nunca definió, tal vez sirva reparar en lo que hizo durante sus cuatro años de gobierno, y probablemente también lo que hizo su sucesora, Cristina Fernández de Kirchner. Que, por otra parte, sí se ocupó de precisar cómo era el capitalismo al que aspiraba:

“Lo que estoy proponiendo es volver al capitalismo en serio”, dijo, aplaudida con ganas por los empresarios argentinos, durante una reunión del G-20, en 2011, “porque esto que estamos viviendo no es capitalismo, es un anarcocapitalismo financiero total, donde nadie controla nada. Resulta que tenemos que controlar a los países a ver cómo ajustan. Por favor, regulemos a los que verdaderamente tenemos que regular”.

“El capitalismo es eso”, insistió, “que la gente consuma y que ustedes los empresarios vendan cada vez más. Este es el tema. Esto es lo que está fallando. (…) “El mundo está a tiempo de cambiar la actual situación, aunque para cambiar es necesario tocar intereses, pequeños pero poderosos”.

Se entiende a partir de ahí, tal vez, a qué se estaba refiriendo, en Santa Cruz, el sábado 13, cuando dijo que su gobierno fue “el más capitalista.” Más aún, aumentó la apuesta: “Yo soy mucho más capitalista que ellos. Conmigo en Argentina había capitalismo y la gente se podía comprar lo que quería. Que no me jodan más con lo del capitalismo. ¡Por favor! “.

¿Lo dijo para tranquilizar al enano macartista que late en gran parte de la población argentina, o a los mercados, o a una gran parte de su propia tropa? No parece, o no solamente: lo piensa de verdad.  En una etapa de la historia en la que no hay cómo vislumbrar alguna salida al capitalismo, más vale, adentro de él, ver cómo contrarrestar los más devastadores efectos que, en su versión neoliberal, tiene el orden capitalista en el planeta entero, o frenarlos y hasta revertirlos en algunos terrenos, los más vinculados a las vidas concretas de quienes integran las mayorías y a la perdurabilidad de sus derechos, incluida la capacidad de decidir el rumbo de un país.

¿Eso sería entonces, el “capitalismo en serio”, o “capitalismo nacional” Parece que sí, y, visto cómo están las cosas, sería casi casi lo mejor que puede tocarnos, dentro de lo que realmente tiene alguna posibilidad de tocarnos, por más que a algunos, al escucharla nos quedara picando la pregunta acerca de si CFK hizo bien en decirlo. Nada de esto va a impedirle a la autoizquierda, por supuesto, festejar esas palabras con un “¿vieron?, son lo mismo”, a diferencia de la inmensísima mayoría de los argentinos: difícilmente vayan a pesar ni un poco en su elección, ni a favor ni en contra.

 

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