Un cálculo “a la antigua” para sacar los porcentajes de las PASO y un análisis de los resultados en forma de pregunta: ¿la sociedad fue más a la derecha, o los votantes prueban bueno por conocer y, como en teoría les va peor, vuelven a lo malo conocido?
Es probable, casi muy probable, que estas palabras molesten, pero ante la pregunta masiva de mucha gente de por qué el pueblo votó a la derecha, intentaré arrimar un esbozo de razones que me parece deben tenerse en cuenta.
En primer lugar, sostengo que los votos castigo pegan donde más duele.
En segundo lugar debo recordar que desde el pacto de Olivos, realizado en 1994, el recuento de votos NO SE HACE CONSIDERANDO EL TOTAL DEL PADRÓN ELECTORAL. Este cambio, al que muchos no le prestaron atención, MODIFICA ostensiblemente los porcentajes, ofreciendo una realidad MENTIROSA porque se basan sobre el recuento de los votos EMITIDOS.
Ejemplo: supongamos que tenemos un padrón electoral de 1.000.000 de votantes convocados y que, en la elección, concurren 850.000 a votar, por tanto, los que se abstienen son 150.000. Supongamos, también, que tenemos cuatro listas electorales a las que llamaremos azul, rojo, gris y verde donde el azul obtiene 450.000 sufragios, el rojo 200.000, el gris 150.000, el verde 50.000 y el voto en blanco e impugnados suman los restantes 50.000.
¿Cómo eran los cálculos hasta 1994? Se tomaba como base EL TOTAL DEL PADRÓN ELECTORAL, es decir el millón de personas habilitadas para sufragar. Los resultados serían:
Para el partido Azul: 450.000/1.000.000×100= 45% del padrón electoral.
Para el partido Rojo: 200.000/1.000.000×100= 20% del padrón electoral.
Para el partido Gris: 150.000/1.000.000×100= 15% del padrón electoral.
Para el partido Verde: 50.000/1.000.000×100= 5% del padrón electoral.
En blanco e impugnados: 50.000/1.000.000×100= 5% del padrón electoral.
En total suman el 85% de los votos emitidos, por tanto, el abstencionismo llega al 15% DEL PADRÓN ELECTORAL.
Veamos, ahora, qué sucede con los cómputos actuales vigentes desde el pacto de Olivos y por qué los porcentajes son MENTIROSOS y asustan más que la realidad. Partiremos de la misma base para hacer los cálculos teniendo especialmente en cuenta que el recuento YA NO SE HACE SOBRE EL PADRÓN, sino sobre los votos “positivos”, es decir, los votos obtenidos entre todos, aun considerando los votos en blanco e impugnados. También es necesario aclarar que estos últimos FAVORECEN A LA PRIMERA MINORÍA.
Para el partido Azul: 450.000/850.000×100= 52,94 % en vez de 45 % del padrón electoral.
Para el partido Rojo: 200.000/850.000×100= 23,53 % en vez del 20 % del padrón electoral.
Para el partido Gris: 150.000/850.000×100= 17,65 % en vez del 15 %del padrón electoral.
Para el partido Verde: 50.000/850.000×100= 5,88 % en vez del 5% del padrón electoral.
En blanco e impugnados: 50.000/850.000×100= 5,88 % en vez del 5 % del padrón electoral.
Como vemos, las cifras se han “inflado” notablemente respecto de las anteriores por lo cual el aumento de votos a “la derecha” no es exactamente representativo ni siquiera de los votantes del padrón electoral.
Una vez aclarada esta situación ahora deberemos pensar si todo el país se “derechizó” como sostienen una parte de los votantes o si UN FRAGMENTO DEL PADRÓN cambió de posición, lo cual NO ES LO MISMO, aunque la primera minoría tenga mayor cantidad de votos.
Por otra parte y paralelamente, es necesario considerar qué sucede cuando se habla de derecha o izquierda. Por ejemplo, se supone que la derecha pide, crea y paga deudas externas ilegítimas, fraudulentas y estafadoras al pueblo porque esos préstamos van a parar a las manos de los más poderosos. Por contraposición, se supone que la izquierda no pagaría ni crearía deudas externas que perjudiquen al pueblo. Preguntémonos qué pasó con el actual gobierno QUE NO DEJÓ DE PAGAR NI UN SOLO CENTAVO A LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES pese a su promesa de no pagarla con el hambre del pueblo. La confusión es grande: ¿Cuál es la derecha…? ¿Adónde está la “izquierda” cuando la línea de separación es tan difusa…?
Si en vez de “honrar” tanto las deudas ilegales, ilegítimas y fraudulentas con los organismos internacionales, ese enorme capital se hubiera volcado a resolver los problemas, reclamos Y NECESIDADES populares, invirtiendo en la recuperación de las fuentes de trabajo perdidas, el voto popular habría respaldado con creces la gestión. Sé que surgirán los principistas que reproducen el discurso dominante de que no se puede dejar de pagar la deuda externa, sin embargo, nunca como ahora las condiciones internacionales fueron más beneficiosas para hacerlo: con un sistema capitalista en crisis, cuyo país hegemónico cae hacia un precipicio sin poder detenerse, la situación para imponer las condiciones de pago es óptimas. Lejos de eso, el gobierno eligió por los intereses de la clase dominante y no por los de las capas populares.
Es sabido que la inflación es un impuesto, encubierto, al trabajo. Si consideramos que durante dos años ha crecido de manera galopante, que salarios, planes y haberes jubilatorios han sido ESQUILMADOS compulsivamente en un ajuste escandaloso que priorizó los intereses de la clase dominante por encima de los intereses populares, los votantes eligen quedarse con el original y no con la mala copia que les prometió otra cosa y que aniquiló sus esperanzas puestas en diciembre de 2019 porque empeoró mucho más su situación. Si se priorizan los bancos es obvio que se EMPOBREZCAN las capas populares, algo que sabemos muchos sin necesidad de ser economistas porque somos los directos damnificados. Si la pobreza se hace carne en todos nosotros por responsabilidad de un determinado gobierno, es más que lógico que haya bandazos de los votantes y sus sufragios se vayan a cualquier otro partido, aún el representante de lo más rancio de la burguesía, lo más conservador y represivo. ¿Se hicieron de derecha? No, están tan desesperados como en las Paso de 2019 cuando tampoco se hicieron peronistas pero votaron masivamente al peronismo para sacudirse y castigar al macrismo. Ahora repitieron la práctica, castigaron al peronismo votando a “Juntos”. Además, a esta altura, se parecen demasiado y eso no está acorde con las expectativas sembradas durante la campaña de 2019.
Desde el gobierno peronista de Menem que liquidó las fuentes de trabajo, las fábricas y la industria nacional comenzó un fenómeno social que nunca más se detuvo: la desocupación. En principio, esa desocupación estaba compuesta por trabajadores expulsados de la producción pero, al pasar el tiempo, al no reestablecer las industrias y producción nacionales, no se amplió la oferta laboral mientras CRECÍA EL NÚMERO DE POBLACIÓN económicamente activa. Así nació y se mantiene hasta hoy la desocupación estructural: grandes masas de población, sobre todo jóvenes, no tienen acceso a un trabajo digno, no saben lo que es trabajar y no tienen ningún futuro. El estado, a su vez, multiplica los planes sociales para contener a ese sector cada vez más amplio de población que queda MARGINADA del sistema. No importa quién haya gobernado, porque TODOS, sin excepciones, hicieron lo mismo: reprodujeron la distribución de migajas para mantener la gobernabilidad y el status quo.
Con la marginalidad crece otro fenómeno social por el que muchos reclaman: la “inseguridad”. Este otro fenómeno, a su vez, tiene un aliado: el consumo y tráfico de drogas que, para los pobres, serán terminales como el paco y, para los poderosos, una nueva fuente de ingresos. El estado lo sabe y, a esta altura, debemos considerar que las drogas son funcionales a sus intereses. Nace, entonces, en otros sectores sociales, un reclamo que es absolutamente legítimo: el fin de la “inseguridad” como si se pudiera terminar con ella de manera mágica o con “mano dura” sin considerar el anterior fenómeno, el de la desocupación estructural. ¿Se derechizan trabajadores y sectores medios cuando demandan seguridad o es un reclamo válido y justo pretender ir a trabajar sin que un par de marginados nos quiten la vida por un celular? Pensemos…
En estas últimas elecciones se dijo que todos estaban abocados a captar el “voto joven”, pero si la principal necesidad de los jóvenes es encontrar trabajo y no hay NINGUNA propuesta de solución, ese voto joven irá a parar a quien le promete algo, así sea una mentira, como muchos sabemos, un engaña pichanga para captar su sufragio. La dichosa inseguridad nos atraviesa a todos y tampoco se resolvió. Mucha gente no sabe nada sobre el tema ni hace sesudos análisis políticos para establecer las raíces del problema y exigir con más precisión que se eliminen esas raíces: la marginalidad producida por la desocupación y la falta total de un horizonte. ¿Quién de nosotros no ha sido ya víctima de un robo, una salidera, un atraco en la calle, un arrebato en la puerta de la casa o en el camino al trabajo aun siendo un simple trabajador o un pobre jubilado? ¿Es o no una necesidad que eso se termine? ¿Es o no una necesidad que dejemos de vivir en casas enrejadas como cárceles para protegernos hasta estando adentro de nuestros hogares? ¿Es “natural” que vivamos así? Mi respuesta es no. Y si no pido mano dura es porque tengo en cuenta cómo es que llegamos hasta acá, quiénes son los responsables y cuáles son sus causas, que no se mata al cartero porque nos traiga malas noticias. Entonces esa gente que sólo piensa que no quiere más ser asaltado, herido o muerto por un par de zapatillas o un celular busca y vota a quien le promete mentiras, engaña pichangas para captar su voto.
Los sectores que hoy cuestionan el voto a la “derecha” son los más lúcidos, los más conscientes, los que tienen mejor acceso a la información y educación, no es la gente del llano. Pero en el cuestionamiento también se engañan, porque este gobierno no tomó NI UNA SOLA MEDIDA para recuperar la esperanza perdida y dista bastante de ser un gobierno de izquierda o meramente progresista. Y nadie le pidió una revolución, apenas si se esperaban algunas reformas que mejoraran la calidad de vida de los más golpeados por el gobierno anterior.
La mayoría de los que hoy cuestionan a los votantes de “la derecha” son peronistas de la base, echándole la “culpa” al pueblo de derechizarse, acusándolo de haber perdido la memoria, señalándolo como desagradecido por no valorar las vacunas. Aquí hay que remarcar otra confusión: la de creer que cuando un partido llega al gobierno es el dueño del Estado y que cada medida que toma es un “favor” para los gobernados que no son del partido que ganó. Se olvidan de que una vez elegidos no gobiernan para su partido, sino para todos, que el estado ESTÁ OBLIGADO a pensar y ejecutar políticas tales como las de salud, educación, vivienda, justicia, fuentes de trabajo, más allá de las banderías y que, si el gobierno consiguió las vacunas, no hizo otra cosa que cumplir con su deber para lo cual fue elegido. Deberían recordar algo salido de sus propias filas, las palabras de Eva Perón cuando dijo: “El pueblo no necesita que su gobierno se queje y culpe a su antecesor. Es votado para que mejore su situación, por eso fue elegido, para dar soluciones. Para quejarse, ya está el pueblo”. SOLUCIONES, eso buscan los millones de votantes y eso fue lo que votaron en 2019 tras cuatro años de padecimiento con Cambiemos. Y no hubo soluciones, pero sí muchas quejas del gobierno por las secuelas de lo que hizo su antecesor mientras, en los hechos y para ser coherentes con las quejas, tampoco tomó NINGUNA medida contra los anteriores, medidas que condenen su accionar político fraudulento, algo que esperaban muchos peronistas de la base y otros miles de votantes prestados con las mismas expectativas. También se señala a los medios que nada casualmente operan en favor de los que se fueron. Sin embargo, una buena gestión hubiera servido para neutralizar cualquier campaña de desprestigio, cualquier manipulación mediática, porque los hechos se hubieran impuesto por encima de lo mediático.
Según parece es una tendencia en varios países de occidente la supuesta “derechización” de las masas. Lo que nadie tiene en cuenta es que ningún gobierno ha podido resolver las necesidades de esas masas en un contexto de capitalismo en crisis que no puede revolucionar las fuerzas productivas y en el que predomina la especulación financiera por la hegemonía del capital financiero, no productivo. Todos quieren salvar SU sistema sin que ese capital financiero toque una sola moneda de su haber.
Así las cosas, la gente, los votantes buscan a ciegas, en medio de enorme ignorancia, muchas mentiras y estafas morales, prueban bueno por conocer y les va PEOR que con malo conocido, por lo cual vuelven a malo conocido.
¿Que estamos a ciegas? Sí. Sin dudas. ¿Que hemos perdido la memoria? No, estamos enojados, podridos, hastiados, hartos de mentiras, manipulaciones, soberbia, sordera y discursos magistrales es lo que contestan muchos cuando se les pregunta por qué votaron como lo hicieron. La decepción y la bronca parieron el voto castigo. Y ese castigo toma real dimensión cuando se vota a la “contra”. Muchos se preguntan por qué no votaron en blanco o impugnaron el voto, antes de votar al macrismo. Y la respuesta es simple: porque, pese a existir siempre, el voto en blanco no le ha dolido a nadie en los últimos años, no cambió ninguna situación, no provocó sobresalto, no produjo ninguna reflexión de la dirigencia política. ¿Cuándo la dirigencia política se desespera? También simple: cuando las masas votan masivamente a la contra. Así le pasó a Macri en 2019. Lo mismo que ahora. Por eso es un voto que castiga, porque pega donde más duele.
Por otra parte, los partidos políticos aún no comprendieron que hay pocos votos propios, rehenes o cautivos, que la mayoría gana, pierde o es castigado por los votos fluctuantes que oscilan de un lado a otro buscando una salida, soluciones a sus problemas de falta de trabajo, de sueldos que no alcanzan, de carencia de vivienda, de alquileres por las nubes, cosas que simplemente conforman una vida digna, algo que, en realidad, nadie ofrece con honestidad porque todos han mentido: ni unos ni otros cumplieron sus promesas de campaña y, con eso, han destrozado la esperanza de las masas.
¿Hay diferencias entre un gobierno de extrema derecha y oligárquico y otro populista y TAMBIÉN capitalista? Sí, las hay, por supuesto, tienen matices que los diferencian. Unos vendrán por todo sin considerar a las capas populares (hasta que el pueblo los saca a patadas como pasó con De la Rúa y todos los que lo siguieron en una semana) y otros vendrán con algunas medidas un poco más reformistas y populares, aunque ambos buscarán mantener la gobernabilidad, unos por la fuerza bruta y otros con algunas migajas. Eso es lo que ha quedado ahora al desnudo para mal de todos: ni siquiera migajas, sólo más y más pobreza.
Hay muchas más razones para explicarse los resultados del domingo pasado. Estas palabras sólo son un esbozo de trazo grueso, muy grueso, como primera reflexión, apenas un aporte ínfimo para el debate ante la ola amarilla que tanto nos asusta a muchos pero cuyas largas raíces crecieron al calor de todos los gobiernos posteriores a la dictadura militar que sembró la semilla que diera origen a la planta de los frutos envenenados.
¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?
¨