El autor de esta nota sostiene que con sus premisas de “trabajo en equipo”, “valores morales y familiares” el rugby tiene un discurso deportivo que coincide con el lenguaje del neoliberalismo. Nada es casual entonces y todo circula dentro esa lógica perversa, construida por el capitalismo y la enfermedad del patriarcado con sus emanaciones violentas.
Proclive a la ironía y el sarcasmo, Borges, afirmaba que el rugby era un juego de rufianes jugado por caballeros y el fútbol, un juego de caballeros jugado por rufianes. Esa ocurrencia sin embargo, muestra una distinción prejuiciosa y clasista. Los rufianes, por más que quieran atenerse a la reglas de la caballerosidad, siempre estarán dispuestos a violentarlas e infringirlas con una plancha descalificadora o una viveza ventajera que pueda llevarlos al triunfo y tornan violento un juego donde debieran prevalecer la habilidad y la inteligencia de la táctica. La superioridad señalada por Borges, radica en que un caballero del rugby sabe que juega un juego de matones musculosos y fornidos, pero respetan las reglas al igual que lo haría un cruzado en un torneo medieval. Tal vez, ese espíritu supremacista, sea el que ha nutrido al rugby en la Argentina, un deporte de clase media alta, donde los jugadores trascienden las fronteras de las canchas y los clubes, para mostrar esa supremacía en una sociedad avasallada por los valores del machismo y en la cual, el caballero se avala a sí mismo para comportarse como un rufián llegado el caso.
Zárate
En una nota reciente de la periodista Patricia Chaina publicada en Página/12, se describe cierta composición de la sociedad de Zarate, conformada por 100.000 habitantes y cuya economía gira alrededor de los cuatro puertos asentados en esa ciudad mesopotámica, incluida de modo geográfico y económico, en el núcleo sojero de nuestro territorio. En días posteriores a la publicación de la nota, se realizó una marcha vecinal condenando el asesinato del adolescente Fernando Báez cometido por 10 rugbiers del club del pueblo. Las pancartas con pedidos de justicia, formaban parte de un reclamo popular, en el cual, otras manifestaban un deseo del inconsciente colectivo y reclamaban que los asesinos se pudran en la cárcel o que fueran violados y muertos para redimir el crimen cometido, porque ellos no los representan en sus valores. Como una revelación que se muestra en la superficie, pero que al igual que en la carta robada de Edgard Allan Poe, no se ve o no quiere verse, Zarate es el pueblo donde un jurado popular absolvió al carnicero Daniel “Billy” Oyarzún, quien con su auto atropello y mató a un ladrón desarmado en “legítima defensa”, en un acto de justicia por mano propia avalado por el ex presidente Macri y su ministra Patricia Bullrich. Amparados en esa lógica, Diego Pertossi, hermano de uno los asesinos, dice en una entrevista publicada en La Nación: Yo me pongo en el lugar de la otra familia [de la víctima] y si me hubiera pasado a mí, ya los estaría yendo a buscar. Pero la sociedad te juzga sin saber”. Ante una confesión tan clara, solo cabe el relevo de pruebas, entonces podemos especular con que quizás no haya sido solo el rugby el que haya creado a los monstruos y quizás haya sido Fuenteovejuna, Señor.
Desaparecidos
Los años 70 significaron el cuestionamiento y el quiebre de los mandatos sociales, políticos y familiares, por vastos sectores de la juventud, el rugby no fue ajeno a ello, una lista de 152 jugadores desaparecidos da cuenta de esto. Más allá de la mayor o menor implicancia en las organizaciones armadas que bregaban por un cambio político radical y al papel de la juventud de clase media en el mismo, que algunos sociólogos del explican como un fenómeno social, ese número, es una cifra indiscutible del compromiso asumido por esos jóvenes de entonces. La cuestión se vuelve insoslayable y no puede pasar desapercibida, salvo para la Unión Argentina de Rugby, la institución regente de este deporte, que nunca manifestó un repudio a las políticas del terrorismo de estado que se cobraron 152 víctimas entre sus jugadores. Más allá de ese reconocimiento solicitado por los hijos y el ex Puma Eliseo Branca, junto a un puñado de ex jugadores, solo La Plata Rugby Club, luce una placa en su sede donde se recuerda a los 20 jóvenes integrantes de sus planteles, que un día, una tarde, una noche, pasaron a formar parte de los 30.000. El fútbol, tiene pocos casos de desapariciones forzadas entre quienes lo practicaban en clubes profesionales, pero la mayor parte de las instituciones tienen una secretaría de derechos humanos y en algunos de los estadios se comienzan a ver las fotos de aquellos socios desaparecidos durante el terror de la dictadura.
Si desde lo institucional no se plantea una plantea una revisión al pasado, que no solo incluya políticas de derechos humanos, las de género también deben estar presentes, sino nada cambiará y se continuará con la cosmovisión supremacista de ese deporte y el rugby se constituirá en una fábrica siniestra de psicópatas, paridos por el patriarcado.
Manada
A Narella la sedujo su cuerpo trabajado a gimnasio, los músculos fuertes y su paso decidido del macho fuerte y avasallador, encarnado en el jugador de rugby. Narella se sintió plena en su goce de gemidos y lubricaciones, en ese acto íntimo que crean los amantes. Pero esa felicidad se torno vergüenza y pesadilla, una vez concluido los momentos amatorios, ella no sabía que estaba siendo filmada, ni que el video circularía por las redes sociales, entre los integrantes de una categoría del equipo platense Club Universitario La Plata. Lo privado se vuelve público, el quipo se transforma en manada y la manada en la horda salvaje que, sólo se guía por las reglas de su propio goce y una vez que ese cuerpo ajeno es gozado, puede ser depositado en un contenedor de basura o en el círculo cerrado de un grupo de wathsapp, donde el escarnio lo convierte en basura. De todo eso está impregnado el espíritu del rugby, con lugares como el Club Universitario de Buenos Aires, donde hasta hace poco tiempo las mujeres no tenían acceso a la sede, donde una violación es un mal momento de buenos muchachos, de buenos pibes que estudian, trabajan, tienen novia y que salieron a divertirse y se encontraron con una loquita que los provocó y las cosas terminaron mal porque muchas mujeres no tienen valores. Todas esas manifestaciones, son el síntoma de algo más profundo, la denunciante, tampoco recibió el apoyo de su padre, un ex jugador de este deporte, quien le reprochó que “hubiera otra persona ahí”. La pertenencia a lo supremo parece decir que está por encima de cualquier otro lazo, de cualquier otro vínculo y no se desprende de ella ni con el paso del tiempo.
Recuerdo
Roldán era el jefe y jugaba al rugby en un club de Lomas de Zamora, los lunes a veces aparecía con un ojo negro o unos dedos rotos, su hijo trabajaba en la gerencia y algunos días se iba antes hora para entrenar, porque también jugaba al rugby. Ser el hijo del gerente le otorgaba ese privilegio. Una vez lo invitamos a jugar al fútbol, porque íbamos a enfrentar al equipo de otro taller gráfico y nos faltaba un jugador para completar la oncena. El pibe dijo que si y se mostró entusiasmado, alegre, contento. Nos dijo que podía jugar de wing derecho. Después del partido nos comemos un asado, en las canchas del sindicato hay parrillas, le aclaró alguien.
-¡Qué bueno! Es como el tercer tiempo de nosotros.
Ese “nosotros” resultaba un tanto molesto, pero no nos importó demasiado con tal de tener el plantel completo. La alegría no duró demasiado, a los pocos minutos entró Roldán con sus ojos celestes inyectados de rabia y parado frente a todos preguntó, con el tono de soberbio pendenciero: ¡Quién fue el idiota, que invitó a mi hijo a jugar ese juego de negros!
Nadie dijo nada y el silencio se volvió a quebrar cuando amenazó: Si vuelve a ocurrir los suspendo a todos por un día.
De ese modo, Roldán, resguardaba la pertenencia.
Ídolo
Es el ídolo del momento, juega en un gran equipo, a su paso soberbio las mujeres quedan encantadas, “se mean enciman”, o al menos a una parte de las mujeres, esas cuyos ideales masculinos están construidos con la imagen del macho fuerte y proveedor, categorizado como el rey o el príncipe soñado. Pero a él no le importan las mujeres, le gustan los muchachos. Ellas no lo saben y él lo mantiene en secreto, aunque ha salido con algunos del equipo a levantarse unos chongos por Recoleta. Es posible que en esa sexualidad no asumida, se manifiesten otras cosas y que la sorna y el chiste revelen cierta arista prolijamente resguardada, en ese deporte practicado por unos gordos musculosos, que se amontonan y se huelen los culos, con el afán de manotear un huevo, como postea alguien en Facebook. Entonces, la violencia estalla y mata, por cualquier cosa y en cualquier momento. La violencia es de los caballeros, poca veces de los negros.
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