El legendario director del Buenos Aires Herald,  que denunció al Terrorismo de Estado cuando ningún medio lo hacía, escribió una columna sobre la desaparición de Santiago Maldonado. Tal vez la distancia lo haya hecho ver todo demasiado igual, pero las cosas pueden entenderse  de otra manera cuando de marcar diferencias entre unos y otros se trata.

Dudo que alguna vez lea estas líneas Robert Cox, el ex director del Buenos Aires Herald y periodista emblemático en la lucha por los derechos humanos durante la última dictadura. Pero siento la necesidad de escribirlas para, luego de agradecer con sinceridad su preocupación por la desaparición forzada de Santiago Maldonado, manifestar mi disconformidad, mi enojo, por los juicios que hace sobre la oposición a este gobierno que reclama su aparición con vida.

Me alegra que el señor Cox siga conservando esa redacción aguda, esa consistencia moral, que conocimos cuando reclamaba una y otra vez por los 30.000 desaparecidos en momentos en que la sangre y el plomo habían hecho callar a todo el país. “La desaparición de Santiago Maldonado ha despertado emociones y convocado recuerdos preocupantes del pasado“, dijo en uno de los párrafos.”Me horroricé cuando oí las mismas palabras que oí durante la dictadura”, agregó.

No le quepa ninguna duda, señor Cox, que los opositores sentimos en carne propia esa sensación que usted transmite tan bien. Pero quizás por eso también duele lo que escribe a renglón seguido. “Tanto el gobierno como la oposición se han revelado más preocupados por las consecuencias políticas y menos interesados ​​en el ser humano que debería haber sido el centro de su atención”, escribió Cox en la nota publicada por el Buenos Aires Time el 9 de septiembre. Y añadió: “Resulta igualmente inquietante saber que para quienes se oponen al gobierno es más importante atribuir la ausencia de Santiago a un acto deliberado de las autoridades y acusarlo de ser víctima de una ‘desaparición forzada'”.

http://www.batimes.com.ar/news/opinion-and-analysis/saga-of-santiago-stirs-worrying-memories-of-the-past.phtml

Cox en su oficina del Buenos Aires Herald circa 1979

Señor Cox, es cierto que nadie sabe a ciencia cierta quién ordenó el secuestro de Santiago Maldonado, entre otras cosas porque seguimos padeciendo una justicia muy semejante a la que usted conoció en la época de la dictadura. Pero está más que claro, como también sucedía en la época de la dictadura, que no fue un delito común, sino político, y que fue cometido por fuerzas al servicio del Estado, lo que lo convierte en lo que internacionalmente se ha definido como una “desaparición forzada”. En este contexto y en el contexto de nuestra historia que usted bien conoce, ¿le parece que no es importante denunciar quién y por qué fue desaparecido Santiago Maldonado?

El secuestro fue político. Y la reacción, por supuesto, también es política. Pero eso no autoriza, señor Cox, a decir que todo es igual, como en el tango Cambalache. Lo haya ordenado quien lo haya ordenado, el gobierno que llegó al poder por mandato de las urnas, pero que tiene los mismos objetivos económicos y sociales que la dictadura y cuyos métodos comienzan a parecerse peligrosamente a los de aquella época, es responsable de una desaparición, a esta altura quizás de un crimen. Frente a ello, los opositores –los de a pie, como yo, o nuestros dirigentes- reclamamos la aparición con vida de un desaparecido en un país que ya tuvo 30.000 desaparecidos. ¿Le parece que es lo mismo?

Por eso molesta, enoja, su artículo, señor Cox. Puede hacernos las críticas que quiera a los que somos opositores y a nuestros dirigentes. Pero lo que no se puede hacer es equipararnos a los responsables del crimen. Como también es injusto hablar de oposición a secas. Gente como Sergio Massa o Margarita Stolbizer son técnicamente opositores. Pero ninguno de ellos ha movido un dedo para que aparezca con vida Santiago Maldonado. Se hayan cometido los errores que se hayan cometido, no somos lo mismo, señor Cox.

Creo que visto de esta manera puede comprender, entonces, por qué resulta ofensivo que se nos compare con el gobierno y se nos ponga a todos en un mismo paquete.El gobierno ha tratado de perdonar a los militares que cometieron crímenes de lesa humanidad, ha ninguneado la cantidad de víctimas que causó la dictadura, mantiene presos políticos sin ninguna justificación judicial y aspira a tender un manto de olvido. La oposición -la de verdad, no los Massa ni las Stolbizer- ha hecho de los derechos humanos y de la memoria una de sus banderas políticas. En suma, unos defienden la muerte y la persecución y otros la vida. Ambas partes son políticas, pero no es lo mismo, señor Cox. En el caso de Maldonado, el gobierno ha hecho todo para ocultar el crimen y diluir su responsabilidad, mientras que la oposición, esa de la que usted habla peyorativamente, demanda que se esclarezca el crimen, que sus responsables sean enjuiciados y que no vuelva a repetirse.

Por último, señor Cox, se muestra preocupado porque “una vez más, personas de bien buscaban disminuir la enormidad de la desaparición de un individuo, negando que eso había ocurrido o tratando de justificarlo”. Sinceramente, señor Cox, después de todo lo que hemos pasado, de lo que usted mismo ha vivido, ¿se puede decir que alguien que piense de esa manera sea una persona “de bien” o “buena persona”?

Señor Cox, respeto mucho lo que usted hizo durante la dictadura. Siempre voy a reconocer que fue uno de los pocos periodistas que arriesgó su vida para denunciar las atrocidades que vivía Argentina. Pero por eso mismo no puede igualar a los criminales con los que reclaman por sus crímenes. Eso, usted lo sabe, no se hace.

foto: Pablo Piovano