Una reflexión en caliente sobre la confirmación de que el cadáver hallado en el cangrejal de Villarino Viejo pertenece a Facundo Astudillo Castro.
Nos provoca -a mí, a mis amigues y a mis compañeres- una angustia enorme la confirmación de que el cuerpo hallado en el cangrejal de Villarino Viejo es el de Facundo. Quede para otro momento el análisis del detalle de que un cuerpo mutilado y encontrado a la deriva debería horrorizarnos a todos, sea de quien fuere. Pero es Facundo, tal como suponíamos. Dentro de esa angustia, nos queda la breve satisfacción de observar que quienes exigíamos la aparición se Santiago Maldonado somos los mismos que exigimos hoy saber qué pasó con Facundo. La diferencia: el gobierno nacional no está operando en favor de los asesinos. O al menos no parece. Es cierto que el gobierno macrista fue responsable de la muerte de Santiago desde el momento en que el Ministerio de Seguridad mandó a reprimir con dureza el modesto corte de ruta del cual participaba Santiago, En este caso, todo indica que el asesinato de Facundo a manos de la Bonaerense está más vinculado a la impunidad que creen tener -y tantas veces tienen- los uniformados. No hubo, en este caso, notas en Clarín diciendo que en Gualeguaychú hay un barrio donde todos se parecen a Facundo ni los medios del poder (salvo los medios de la zona coptados por el poder local) no reprodujeron historias mentirosas para desviar la investigación.
“La razón por la que la causa está en la justicia federal es la hipótesis delictiva de la desaparición forzada, a partir de ahora, seguida de muerte”, le dijo a la colega Adriana Meyer de Página/12, una “alta fuente de la causa”. Y dijo más: “El nuevo rumbo es poner otra impronta a la investigación, entre ellas, escuchar a la familia de la víctima, y atender sus reclamos”, dijo, dice Meyer, sobre la etapa que se abre a partir de la autopsia que comenzó el martes de la semana pasada.
La indignación, en este caso, afecta al electorado del gobierno de turno. Esa es la gran diferencia. Los votantes macristas se desentendían del tema Maldonado o, manipulados por sus comunicadores, decían que era todo una operación del kirchnerismo para ensuciar al gobierno. Los votantes del actual oficialismo queremos que se investigue y no vamos a soportar que la Bonaerense sea exculpada tan fácilmente. Y está claro que Alberto Fernández tomó nota de eso. El Presidente le envio un mensaje solidario a la madre de Facundo apartándose del discurso en el acto que encabezó junto con el titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, en el Centro de Operaciones de Sinteplast.
Eso puede generar la correlación de fuerzas que no tuvimos desde 1983 para sanear la Policía Bonaerense. Hace poco, en una nota que publicamos en Socompa, Ricardo Ragendorfer decía que, dentro del universo de delitos que comete la bonaerense, el gatillo fácil es el único que no les reditúa dinero. Y (no lo dijo así, pero se deriva de sus palabras) que en tanto no se pueda erradicar la empresa mafiosa del seno del comisariato bonaerense, el gatillo fácil va a seguir existiendo. Porque es un efecto de impunidad que surge del hecho de que impunemente controlan y hacen caja con el delito en este territorio. Dicho al revés: mal podemos esperar que dejen de sentirse con autoridad para desaparecer a alguien si se sienten dueños de hacer caja con el robo de autos, el narcotráfico y los secuestros, entre otras unidades de negocio.
El comunicado difundido hoy por la querella lo confirma: “teniendo conocimiento de la expectativa que se ha generado, queremos hacer un llamado público a les comunicadores y funcionarios a respetar la intimidad de Cristina y su familia”. Esa expectativa somos nosotros, los de siempre.
Es muy probable que Sergio Berni tenga los minutos contados el frente del Ministerio de Seguridad bonaerense, aunque es probable que no vuele ya mismo porque así son las cosas en el toma y daca de la política. Pero eso no va a modificar un milímetro la impunidad. Con Berni o sin Berni, la ola de indignación que surge por la desaparición de Facundo y ahora con la confirmación de su muerte agrega una capa enorme de descrédito a la policía que genera elementos para hacer para cirugía mayor en la institución. Lo cual no es lo mismo que pasar a disponibilidad a unos cuantos perejiles.