Impresiones muy personales y muy dolidas sobre el hueco discurso de Alberto Fernández y las eufemísticas explicaciones de Martín Guzmán sobre el “acuerdo” con el Fondo Monetario Internacional, que acaban de validar el salvaje endeudamiento del gobierno anterior y condenan a generaciones de compatriotas.

Tengo 66 años, con mayores o menores expectativas de vida.

No sé cuándo voy a morir, pero sí sé que moriré indefectiblemente en un país arrodillado, no solo sometido políticamente a los dictados del capitalismo financiero internacional sino bajo su humillante vigilancia.

Voy a morir en un país con millones de hermanos y hermanas hambrientos, postergados, excluidos y, seguro, salvajemente reprimidos para sostener el modelo al que este gobierno se ha sometido sin siquiera intentar resistirlo (algo que nunca estuvo en sus intenciones, más allá de discursos huecos como el de hoy, de eufemismos asqueantes)

En 2019 voté lo que se proponía como un gobierno “nacional y popular”, sabiendo que no lo sería. Lo voté para sacar a Macri.

De “popular” demostró desde el principio no tener nada.

Si le quedaba algo de “nacional” lo acaba de perder hoy, porque nos dejó sin nación, entendiéndola como soberanía.

Pido encarecidamente, para no amargarme aún más los años que me quedan, que nadie me diga que con Macri (o cualquier otro) sería peor porque lo que acaba de hacer el gobierno es aceptar arrodillado el pago de lo que hizo Macri.

Lo legalizó, aunque nunca podrá legitimarlo.

No me importa si nos entregaron por convicción o por cobardía.

Pido encarecidamente que no me hablen de cálculos electorales, porque esta democracia burguesa sometida al capitalismo financiero internacional ya no da ni para simulacro de democracia.

Perdí cientos de compañeros a los que conocí personalmente en la lucha, tengo 30.000 compañeros desaparecidos.

Esta clase política sometida es uno de los precios que pagamos por aquella derrota.

Por favor, no me vengan a hablar de “lo posible” ni de “correlación de fuerzas”.

No me vengan con que confundo el enemigo: todos se han entregado al enemigo y son ejecutores de las políticas que fija el enemigo.

Lo que más me asquea son los aplausos de las focas suicidas.

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