Macri adula a España pero las inversiones han llegado y pueden llegar desde China. Al presidente lo traiciona la voluntad de pertenecer a un mundo donde chinos, bolivianos y gente de a pie. Y así hace malos negocios para los argentinos.

El presidente Mauricio Macri fue consultado por la situación de la cadena Carrefour, que declaró estar en una situación calamitosa que la obligaría a despedir una cantidad importante de trabajadores e inclusive abandonar el país.

Quién le hizo la consulta al presidente fue un periodista de un diario español, del mismo continente al que pertenece Carrefour, del mismo “mundo”, entendiéndose “mundo” como el escenario del que “estuvimos aislados” durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner.

Macri le aseguró al periodista que “ningún hipermercado internacional se irá del país” y que el problema es “la evasión de cadenas, ligadas a supermercados chinos, que son una competencia desleal y atentan contra el Estado”.

Hay una cantidad de mensajes en estos simples conceptos.

“Los chinos atentan contra el Estado argentino” es una aseveración muy fuerte.

Macri dice “nosotros” cuando habla con representantes de “el mundo” y dice “ellos” cuando se refiere a los chinos. En las horas siguientes a su acusación, se vio al mandatario exultante con la presencia de su par español, Mariano Rajoy, en Buenos Aires. No hubo declaración en la que no se enfatizara cuánto tienen en común España y Argentina y la sintonía entre sus actuales gobiernos.

Macri llegó a decir que España es el primer inversor en Argentina. Cualquier economista serio puede mencionar que las inversiones de España en las últimas décadas ni fueron tan cuantiosas ni resultaron en ganancias formidables (pensar solo en Repsol o en Iberia da cuenta de la calidad de esas inversiones). Por otra parte, la única potencia mundial que ha sido proactiva en materia de inversiones en Argentina fue China, desde la reconstrucción de ferrocarriles hasta gasoductos troncales de gas, pasando por acueductos, parques de energía solar y, sobre todo, las gigantescas centrales hidroeléctricas en Santa Cruz.

Los acuerdos para todas esas obras fueron iniciados, la mayoría concretados, durante las gestiones del FPV. Desde que asumió el gobierno actual no se han establecido nuevos acuerdos relevantes con China ni empresas chinas han ganando licitaciones importantes.

Todo esto es coherente con la noción de que “estábamos aislados del mundo”, pues parece considerarse que China está fuera del mundo. Una visión un tanto retroplacista, tomando en cuenta que cada día que pasa China se está volviendo la principal economía mundial y de que acaso marque el ritmo de la globalización (e incluso tampoco retroplacista, porque ignora que en los últimos 14 años China fue convirtiéndose en el segundo socio comercial de la Argentina).

China y no España ha sido un fuerte inversor en Argentina. China es un player gigante de un mundo en el que España no está precisamente acrecentando su presencia. Las aseveraciones del primer mandatario argentino tienen la intención de crear una imagen que hace suspirar a parte del gen argentino: que pertenecemos a Europa, que somos blancos, cultos, ricos.

En ese nosotros aspiracional, de rubias y cancheros con RayBan, no entran los chinos. Al contrario, están cayendo en la desgracia de ser amontonados con los pobres, los villeros, los negros, esa gente que anda en colectivo y usa siempre la misma ropa.

Con sus declaraciones, el presidente de los argentinos sanciona esa identificación, sella como posverdad que los chinos en sus supermercados alimentan con mercadería de mala calidad a esa masa a la que los argentinos aspiracionales quieren odiar y suprimir. Desde la impunidad del poder, bien sustentado en el deseo mayoritario, un presidente, un gobernador, cualquier funcionario, los medios masivos de comunicación, los creadores de opinión, pueden decir lo que se les antoje contra la masa que aborrecen y temen. Ya no importa que sea verdad, sólo importa que confirme a los aspiracionales como blancos y superiores. Carrefour tiene problemas porque las cadenas de supermercados chinos evaden. ¿Cuáles son esas cadenas? ¿Cuáles son las cifras de la evasión? En todo caso, si estamos hablando de la evasión de un sector en bloque, ¿qué está haciendo el gobierno para combatir esa evasión? Las palabras del presidente pueden interpretarse en el sentido de que nosotros somos europeos, somos igual que ustedes, queremos estar dentro del mundo, queremos empresas europeas, y lamentablemente hemos heredado estos chinos, como heredamos a los bolivianos que nos usan los hospitales.

Ningún argumento basado en la cantidad enorme de trabajo que aportan los chinos a la Argentina, la contribución que hacen al comercio minorista e incluso al control de la inflación, rozará las declaraciones del presidente Macri porque antes que informar, encarnó, alentó el deseo acaso mayoritario de pertenecer a un mundo al que no pertenecemos.

Un mundo que, además, está quedando atrás.