¿El pornosoft virtual del ahora exdiputado Ameri es un escándalo o la exposición pública de algo que es práctica corriente en toda la Argentina pero más precisamente en las provincias feudales que siguen existiendo en el país, más allá de quién gobierne?
Lo sucedido con Juan Emilio Ameri sólo deja al descubierto una práctica común en el ámbito del poder político. En Salta y otras provincias con manejos feudales es moneda común exigir con pagos sexuales cualquier “favor” político que puede ir desde lo más simple, como un bolsón de comida, a algo más valioso como puede ser una casa en un plan de viviendas municipal o provincial o un puesto de trabajo.
Corrupción de menores, violaciones, abusos y hasta femicidios no son nuevos. Sin ir más lejos, recordemos el caso de María Soledad que terminó en con su asesinato.
En Salta, tampoco es nuevo: cuando trascendieron las fotos de este sujeto todo el mundo se espantó. Era intendente y organizaba orgías con menores. Lo llevaron a juicio y lo “condenaron”. Ni la tos le hizo la condena: tres años de prisión condicional, es decir, tres años de NADA, porque nunca fue preso ni tuvo otra sanción.
Así es como muchos denunciados del poder siguen y siguen protegidos por el accionar profundamente machista de jueces y responsables políticos: desde los gobernadores y funcionarios, hasta dirigentes y compañeros partidarios de los denunciados miran hacia otro lado.
Todavía estamos esperando que saquen del freezer la denuncia de la sobrina de José Alperovich, el intocable tucumano que, con licencia como senador, sigue cobrando su dieta protegido por hombres y mujeres de la cámara alta que deberían haberlo expulsado y no concedido una eterna “licencia” como si se la mereciera.
A eso se le llama, lisa y llanamente, complicidad. Después de nada vale que se rasguen las vestiduras con cada femicidio si los responsables de cortar de cuajo con estos hechos no aplican medidas ejemplares que terminen con la práctica de los abusos de poder sobre las mujeres, especialmente las más jóvenes, necesitadas y pobres.
Ameri chupó una teta en público para que Argentina sea el hazme reír del mundo, pero no es lo más grave que hizo. Lo más grave son las denuncias que pesan sobre él desde hace años a las que nadie dio curso ni crédito. Nadie vio en esas mujeres a sus víctimas.
Juan Rosario Mazzone alias “Chicho” está libre, con una condena en libertad y nadie que lo controle para saber si no repitió una o mil veces lo que hacía antes. Era intendente, tenía poder, como Ameri desde su rol de diputado nacional y ya nadie lo recuerda, porque se ha naturalizado la mala memoria, el dar vuelta la página, el dejar pasar el tiempo para que todo caiga en el olvido, como sucede con Alperovich de quien ya pocos recordamos que fue denunciado por su sobrina, la víctima sobre la que esta sociedad ha defecado con su desmemoria.
Así las cosas, no importa a qué partido pertenezcan, lo que importa es la indefensión en la que estamos las mujeres que no somos escuchadas.
El patriarcado goza de excelente salud.
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