Una crónica en primera persona de la marcha en La Plata, la ciudad que en noviembre será sede del 34° Encuentro Nacional de Mujeres.

A eso de las diez de la mañana, una compañera mandó un mensaje al grupo de whatsapp ,de Mujeres de Villa Elisa, era un audio de Clarita que tiene seis años: “Mamá porfis cuando vuelvas del trabajo vení a buscarme para ir a la marcha de las mujeres”. Esa vocecita, ese reclamo, nos emocionó a todas, marchamos por nosotras pero principalmente por ellas y su futuro.

La mamá de Clarita no pudo hacer paro y otras compañeras tampoco, pero de todos modos logramos juntarnos en nuestro barrio para hacer un cartel en la delegación municipal pidiendo respuestas, porque hace justo un mes presentamos un petitorio con dos mil firmas exigiendo la implementación de políticas concretas para prevenir y erradicar la violencia de género en nuestros barrios.

Después de hacer el cartel nos fuimos todas juntas en tren a La Plata. Cuando llegamos a la plaza Moreno nos encontramos con miles y miles de mujeres, niñas, jóvenes, mayores, todas con sus pancartas, sus pañuelos violetas y verdes, el maquillaje en la cara, los cantos. A pesar de nuestras muertas y de nuestro sufrimiento las mujeres sabemos reírnos y disfrutar cuando nos encontramos.

Las charlas en la espera hasta que arrancaba la marcha eran de los más variadas.

“Che, tenemos que pedir por Natacha Jaytt o ¿acaso hay víctimas  de primera y de segunda?” … “Sí, viste que justo iba a denunciar a sus violadores”.

Más allá se escuchaba: ”¿Sabés si van a venir las de los pañuelos celestes?”. “Que sé yo, que vengan si quieren, a mí no me molestan… lo que me molesta es que quieran imponer sus ideas a las demás”.

En otro grupito discutían: “A mi me parece bien que se pida por las presas políticas… pero ojo deberían ser todas. Toda presa es política”.

Cerca del monumento a Evita frente a la Catedral, con el mate en la mano, las compañeras conversaban: “¿La viste a la mamá de Jhoana Ramallo?”. “Sí, qué fortaleza esa mujer… Me dijeron que en el Juzgado la están boludeando”. “Y claro, si está metida la policía, qué bueno que esté acompañada por la mamá de Emilia Uscamayta Curi”. “¡Sí! y también está la mamá de Miguel Bru”.

Las mujeres sabemos abrazarnos en la lucha y sostener a la compañera.

Nos resistimos a contar muertas, pero desde que comenzó el año el número de femicidios fue realmente alarmante y la región de La Plata fue especialmente golpeada,:cinco femicidios ocurrieron en la zona y varios casos de violaciones. Los nombres de cada una estuvieron presentes desde los más recientes hasta la memoria de Sandra Gamboa Ayala, estudiante de medicina asesinada en una casa del Minsiterio de Economía de La Plata en el año 2007 y en cuya memoria Las Amandas realizaron una performance en la puerta de la casona.

La marcha en La Plata fue multitudinaria. Treinta mil personas decían por un altoparlante. Los reclamos fueron principalmente contra la violencia machista, pero la crisis económica, la falta de implementación de la ESI en las escuelas y los casos de las niñas obligadas a parir estuvieron muy presentes bajo las consignas “Ante el ajuste macrista, avanzada feminista”, “Implementación de la ESI ya”, “Aborto legal en el hospital” y “Niñas, no madres”.

Este año La Plata va a ser sede del 34° Encuentro Nacional de Mujeres. Desde que finalizó el anterior en Chubut se están organizando las actividades, las comisiones y el clima del Encuentro se vivió en las calles. Las mujeres queremos incidir en la agenda política, nuestros reclamos no son sectoriales, sabemos en carne propia como nos golpea el ajuste, y no desconocemos que la matriz productiva nos quiere sumisas y calladas.

La marcha finalizó bien entrada la noche y, a pesar de que la Municipalidad no prendió las luces de la plaza San Martín, se leyeron los documentos en los dos palcos organizados y las Mujeres de Villa Elisa nos volvimos en el tren a nuestro barrio, cansadas pero felices por ser tantas, por llevar la voz de las que no tienen voz y, como dijo una compañera, cuando las fuerzas parecían decaer, salía Clarita bailando con su pasito de murga y nos devolvía la energía.

 

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