Un intento de ensayo de ideas sobre cómo la falta de una auténtica teoría política transformadora puede poner a las mejores intenciones a las puertas del infierno. Y lo que es más peligroso aun, mantener a millones de seres humanos, sin cuyas voluntades transformadas en acción colectiva no habrá transformación alguna, atrapados entre los pliegues del sigilo y la nocturnidad.

Esta columna en realidad comenzó unos días atrás, cuando en las redes publiqué lo siguiente, casi al pasar y en forma improvisada, como suelen ser las irrupciones en Facebook y Twitter, por ejemplo: percibo altas dosis de algarabía entre amigos y amigas, que dan por descontada la debacle inminente del turraje. Sin embargo cuando reparo en ciertas coincidencias de una y otra orilla al son de a polarizar, a polarizar; y sobre todo en el fusilamiento mediático encuestador de los propios amigos, sí de los propios amigos del turraje; me acuerdo de aquello de “nos tiraron activas”, para que hagamos lo que el enemigo desea y necesita que hagamos. Siempre me preocuparon los apretujones naif.

Horas después leí en las mismas redes a un analista y encuestador que suele rendirle homenaje a la inteligencia. “Se está desplegando una lucha por las previsiones electorales. Algunas encuestas realizadas y publicadas por empresas contratadas por el gobierno, encendieron alarmas en el oficialismo local. Estas y muchas otras mediciones que trabajan para la oposición indicaron e indican una predominancia de Cristina Fernández de Kirchner sobre Mauricio Macri; lo que fue el causante de la preocupación. Ahora bien; esto fue tomado como noticia por los grandes diarios y portales que agravaron la preocupación del gobierno de Macri. Inclusive la ola informativa alcanzó a los medios internacionales. El temor es que estas mediciones que aún tienen un número importante de indecisos pueda generar un clima colectivo triunfalista en la principal oposición. Como ha sido siempre mi posición al respecto; nosotros podemos equivocarnos pero no debemos hacer operaciones sobre datos falsos o medias verdades. Nosotros ratificamos que: CFK está obteniendo, para la primera vuelta, más menciones de votos que Macri, en proporciones que van de los 3 a 10 puntos de porcentaje según la agencia; y tenemos una ballotage con ventaja más escasa de la ex presidenta sobre el actual residente. En esto también las agencias difieren pero el mayor número de empresas también beneficia a Cristina. Pero, en ambas situaciones el número de indecisos todavía es alto. Además, las mediciones mejoran cuando las candidaturas dejan de ser conjeturales para confirmarse; por ahora vemos tendencias generales que se irán concretando con el tiempo. Pero, esta lucha de lecturas e interpretaciones no despojadas de subjetividad nos acompañarán durante todo el cronograma electoral”. Así se expresaba Ricardo Rouvier.

Lo hizo en medio del furor mediático que provocó una encuesta difundida por la firma Isonomía, divulgada con bombos y platillos por todo el espectro mediático de la derecha, el mismo que siempre blindó a Mauricio Macri y a Cambiemos, y celebrada por los canales de comunicación opositores, lo que es preocupante en tanto semejante coincidencia.

Tan preocupante como que, en el amplio campo del peronismo, hay quienes que se inquietan y se asumen en estado de alerta por otra coincidencia. Aquella entre las voces que con más estridencia se entusiasman con la candidatura de Cristina que, llevadas por el triunfalismo al que conducen las encuestas difundidas con ahínco por La Nación, Clarín y todo lo que viene detrás de ellos, bregan para que el desmadejado Macri no se baje y sea él el candidato; y la trama de acción comunicacional del ecuatoriano (Jaime Durán Barba), quien desde sus mediciones insiste en que Cambiemos no tiene otra posibilidad que buscar la reelección, y que, en semejante escenario, Cristina es la opción opositora que le vendría como anillo al dedo a las posibilidades de triunfo del oficialismo, pese a la debacle económica y social a la que condujo el gobierno, amparándose el asesor presidencial en la remanida “grieta” y en el hasta ahora altísimo índice de indecisos que arrojan todas las mediciones.

En lo que podría denominarse como bunker de uno de los precandidatos que en nombre de unidad aletargada aspiran a confrontar en las urnas con Macri desde el peronismo frentista, se oye decir con claridad: es peligroso que el gobierno y muchos de los que sostienen a Cristina -no se sabe si ella misma-, tengan miradas tan coincidentes, pues ese tipo de ecuaciones tienden a resultados cero o casi cero.

En diálogos surgidos de otros campamentos tan peronistas como el anterior se oyó lo siguiente: “Cuando más euforia sentimos los peronistas, más difícil es la unidad, y sin unidad perdemos con este hijo de puta. Ayer (estampida de dólar y del índice riego país) fue toda una operación para bajar a Macri y subir a María Eugenia Vidal. El círculo rojo va a seguir operando contra nosotros”.

En ese contexto, que bien puede ser interpretado como un apunte sobre circunstancias encadenadas, en política casi nunca por la casualidad, podrían anotarse también las siguientes consideraciones, antes de cerrar el artículo con un modesto ensayo de interpretación, tomado desde el campo de Comunicación en su relación con la práctica por el poder político, lo que por supuesto implica aceptar que se trata de zonas fronterizas con lo que se despliega desde el ámbito de la inteligencia como sistema de información y operaciones.

Cuando en las últimas horas el disloque en continuado del mercado cambiario y del índice denominado riesgo país sonaba como cinta sin fin en los canales de TV, que junto a las redes sociales juegan el rol de cajas de resonancias, algunos hechos en paralelo tuvieron lugar; y a saber.

La irrupción de las voces oficialistas, encabezas por el propio presidente, apuntando a que esos disloques acontecen porque los “mercados” son cortoplacistas y temen el regreso de Cristina al gobierno; para Cambiemos se trata de un viaje desde la herencia recibida hacia un futuro tan temido, un disparate podría decirse, o una “marca Macri”, el siempre nene bien que nunca fue ni será responsable por sus actos, pero en verdad toda una estrategia político electoral; y hasta podría señalarse que, más allá del terremoto económico y financiero que sacude al gobierno, en la Rosada hacen de todo para darle al mismo cierto cause político de su favor, demonizando al kirchnerismo. Desde campamentos peronistas se observó la irrupción, el jueves pasado y casi en cadena de TV, de Eduardo Duhalde, impiadoso con el presidente pero también con Cristina, llamando a la unidad en torno a la candidatura del ex ministro de Economía Roberto Lavagna.

Insólito lo de Duhalde en su panegírico a los veganos – una suerte de secta que ha hecho de sus ritos alimenticios un verdadero canto a la supina ignorancia -, tanto que un caminador del PJ bonaerense profundo comentó muy en reservado, nada de Facebook ni de Twitter, “qué mal estaremos que todavía existen algunas voces, y con capacidad de influencia”. Pero rápidamente añadió: “ojo, todo indica que el elefante está desperezándose. ¿Qué fue a hacer el senador Miguel Angel Pichetto a Estados Unidos, en un viaje avalado en silencio por casi todo el peronismo? Y si en mayo Juan Schiaretti le gana por más diez puntos en Córdoba a Cambiemos, la suerte ya estará echada en tanto la unidad deje de ser una mera promesa vana y pase a ganar realidad”. Mientras tanto, ciertas baterías comunicacionales de la oposición seguían insistiendo en el triunfalismo de las encuestas, en los sonsonetes de las denuncias y las contradenuncias; en fin continuaban dejándose engañar por las fintas y la contra fintas de tanta operación de inteligencia enemiga concentrada.

Por eso, ahora sí y hasta el punto final de este artículo. Respecto de todo lo anterior he aquí un texto que invita a pensar. Pertenece al Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI) de la Universidad de Granada, España, y citable por su precisión. Dice que la información que manejan como insumos propios los servicios de inteligencia, que pueden ser utilizados por el Estado para sus fines específicos y por organizaciones políticas para influenciar sobre tendencias electorales, por ejemplo, “son informaciones alejadas de las versiones oficiales, más cercanas a los hechos concretos. Cuando escuchamos una noticia en la radio y después la contrastamos con un periódico (para no referirse al efecto multiplicador de los que circula en las Redes y en circuito digital en general) tenemos la sensación de que sabemos lo que ha ocurrido. Pero no es exactamente así. A todos nos ha pasado que cuando vivimos una situación en primera persona, no se corresponde totalmente con lo que después se publica. La inteligencia que manejan los gobiernos, es el análisis que más se parece a la verdad de los acontecimientos”.

Otro párrafo del mismo documento granadino, revelador por cierto, y alusivo a prácticas y modelos que también son puesto en prácticas en contextos de luchas por el poder político, tanto en escenarios electorales como en conspirativos y militares. “Cuando se conoce qué es lo que queremos saber o cómo hacemos para obtener información, el contrario descubre qué es lo que nos interesa y qué tiene que hacer para protegerse. Del mismo modo siguiendo en ésta línea, si se descubre cuál es la información que manejan los servicios de inteligencia de un estado es más fácil competir con él, ya sea pacíficamente o de manera violenta. Por eso entre otras cosas, los Estados tienen que tener secretos. Para que los contrarios solo vean las cartas que están sobre la mesa y desconozcan la mano de cartas que no les enseñamos. Si mostráramos todas nuestras cartas en un juego en el que el otro no lo hace, jugamos con desventaja y tenemos más posibilidades de perder la partida”.

En la Facultad de Periodismo de la UNLP desarrollamos un modelo teórico para la producción y el análisis de contenidos mediáticos, denominado Intencionalidad Editorial, que entre otros varios puntos sostiene: los medios hegemónicos producen y distribuyen información con sigilo y nocturnidad, entre los pliegues de la que elaboran hacia afuera los servicios de inteligencia, que reconvierten en forma manipuladora sus insumos; y que en el actual ámbito de las prácticas políticas privatizadas, de uno y otros signo, que abandonaron el paradigma de la modernidad pero andan huérfanas de teoría propia, los medios y sujetos que se proclaman contra hegemónicos incurren en las mismas prácticas que sus enemigos, dejando así a la sociedad, su propia más crítica de construcción desmovilizada – aunque los espejismos virtuales lo disimulen – entre aquellos pliegues de nocturnidad y sigilo, entre los cuales, dicho sea de paso, se movían los grupos de tareas pensados por la doctrina de la seguridad nacional, marco de las dictaduras del último tercio del siglo XX.

Así es. Y comerse todos los amagues del enemigo puede ser muy peligroso, y los perjudicados siempre serán los mismos: los millones de argentinos y argentinas anónimas que la yugan todos los días, sin estridencias pero con mucho dolor.

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