Entre las múltiples operaciones mediáticas destinadas a limar la figura del presidente, se usó un comentario al pasar, dicho en tono risueño, para poner en duda el carácter racional de sus actos.
El presidente contó que Vilma Ibarra, secretaria Legal y Técnica de la Nación, le acercó una carta astral sobre él y “su destino”. El comentario enseguida fue tomado para ponerlo en la lista de mandatarios que utilizan pseudociencia para tomar decisiones.
Para algunos, aquella “confesión espontánea” es evidencia suficiente. Para quien escribe, fue una anécdota contada al pasar a la que el presidente no dio relevancia, salvo para remarcar el difícil momento que le toca gobernar el país.
De todos modos, fue un desliz aprovechado por los medios opositores que recogen cualquier piedra del camino para tratar de perforar la credibilidad del gobierno.
Como se sabe, a cualquier texto despojado de su contexto narrativo (y más aún, sin escuchar o ver el relato en tiempo real) se le puede atribuir un significado completamente disociado a las pretensiones del emisor. ¿Es lo que ocurrió en este caso? Algo a lo que se llama contextomía que es la práctica deshonesta de citar fuera de contexto. Es una de las formas de la falacia lógica del Hombre de Paja, basada en la confusión de la posición del oponente. Generar un «hombre de paja» es crear una posición fácil de refutar y luego atribuir esa posición al oponente para atacarlo. En realidad, el argumento real del oponente no es refutado sino el argumento ficticio creado por el “refutador”. El nombre viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate, fáciles de abatir y dóciles por naturaleza.
Es lo que pasó en este caso. Fernández comentó la anécdota sin gravedad y con tono risueño. “Vilma tiene a sus amigas que les gusta la astrología y esas cosas”,. Este último comentario no fue destacado por los medios que recortaron la frase para titular notas que: 1) sólo glosaron esa frase de Fernández, como si ese y no otros hubieran sido los conceptos más relevantes sostenidos en la emisión 2) “la carta astral” fue un gancho para notas que se refirieron a otros temas que el presidente abordó durante su participación en el programa.
Fernández aludió a su “predestinación”, en este caso gobernar un país arruinado por su antecesor neoliberal, en medio de una pandemia y en la línea de haber acompañado como jefe de Gabinete a Néstor Kirchner después de la crisis de 2001.
Durante la entrevista, son perceptibles dos factores: la distensión del presidente, dispuesto a hablar de su vida personal, y el clima: en varios momentos la conversación bordeó la complicidad con los conductores del programa, Sobredosis de TV.
La mención a la carta natal que le acercó su asesora técnica, Vilma Ibarra, estuvo desprovista de toda solemnidad. Fernández no estaba confesando un Secreto de Estado. Fueron 30 segundos en una emisión de tres horas. Pero la anécdota, que tenía su jugo, nació “predestinada” a ser carnaza de los medios, especialmente de los opositores que echan mano a cualquier descuido para abrir fuego contra el Gobierno.
Dicho esto, ¿hay que poner el grito en el cielo por la afición de Ibarra? Nadie sabe aún la relevancia que ella le otorga a la astrología. Ni siquiera sabemos cuándo le hizo llegar la famosa carta astral, y mucho menos si incluía consejos para la gestión de gobierno.
En tal caso, ¿cuál sería el “crimen” de Ibarra? ¿Tener amigas a quienes les gusta la astrología? ¿Aconsejar al Presidente con ideas “contrarias a la ciencia”? ¿Acaso la “confesión presidencial” liquida la imagen del “gobierno de Científicos”? Recordemos que esta última consigna fue enarbolada en oposición a Mauricio Macri, una gestión que barrió, degradó y desfinanció a los ministerios de Ciencia y Tecnología, Educación y Salud y acercó a funcionarios de distintos niveles a la New Age. Desde el minuto cero de su mandato, Fernández nombró a calificados científicos en diversos cargos, con la penosa excepción de Juan Cabandié a cargo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
El acento puesto en tomar decisiones informadas por científicos terminó de definirse no bien inició la pandemia.
Recapitulando: Vilma Ibarra hizo una carta astral del Presidente, se la entregó y lo comentó despreocupadamente. Hasta aquí, sólo a la asesora le cabe el estigma “pro-astrológico” (y sin noticias sobre la intensidad de sus simpatías hacia el tema). Por lo tanto, afirmar que X le hizo una carta natal a AF y diagnosticó Z, queda lejos de significar que AF acepte X como método diagnóstico (aunque, políticamente, a Fernández le pudo venir bien considerar aceptable el diagnóstico Z).
Hubiera sido casi lo mismo que Fernández dijera que Ibarra estaba en contacto con extraterrestres y hubieran sido “ellos” quienes le hablaron de su predestinación o le hubiese leído en la borra del café. Fernández no manifestó creer en la técnica (horóscopo, contactismo, etc) para aludir al sino de su destino, “reconstruir sobre cenizas”.
Otros, no sin dar un brinco ornamental, relacionaron la anécdota con el “abandono de toda racionalidad” y el “regreso de López Rega”.
De nuevo, el comentario no indica que se haya manifestado a favor de la astrología, su creencia en las cartas astrales ni, mucho menos, haya demostrado ser “un analfabeto científico”, como he leído en otro sitio.
Rizando el rizo, puestos a enumerar los pecados de Fernández en esta situación, estos podrían ser:
1) LIGEREZA. Permitir que la secretaria de Legal y Técnica le acerque cartas astrales; aunque sea en broma (Alberto y Vilma fueron pareja durante 5 años): hay personas que toman decisiones en base al horóscopo y no debería haber la menor sombra de duda de que nadie hace lo mismo en presidencia,
2) DESCUIDO. Hacer esa referencia, más en tono despreocupado, implica minimizar el impacto social de una extendida pseudociencia y,
3) IMPREVISIÓN COMUNICACIONAL. No haber advertido que su metáfora astrológica iba a ser usada por los medios opositores para poner la lupa en la desviación, no en las ideas centrales de aquella conversación.
Eso sí: es llamativo ver en las filas de los indignados a muchos que nunca dijeron una palabra ante la larga carrera de desatinos pseudocientíficos de la era Macri. Pero ese otro asunto quedará para cuando tenga a Marte en Tauro, dicen que es el mejor momento para escribir sobre sesgos cognitivos.