El 13 de abril de 1974 Quino publicó una historieta célebre, Vidas Paralelas, vidas del pobre y del rico. Aún se recuerda o se postea. Lo que se propone indagar el autor de esta nota es cómo dibujaría Quino eso mismo en 2023. O mejor: qué pasaría con el lector modelo 2023, campeonazo del mundo.

La célebre historieta de Quino “Vidas paralelas” está integrada por siete pares de cuadritos, dispuestos verticalmente:

En el primer par, la cigüeña trae a dos bebés: al del cuadrito de la izquierda, lo deja en un rancho pobre; al otro, en un pent-house.

En el segundo par de cuadritos, uno de esos nenes va a una escuela sin techo, el otro a un colegio cheto.

En el siguiente, el joven pobre sufre maltrato en el servicio militar, mientras que el otro lo pasa cómodo.

En el cuarto par de cuadritos, el Pobre con su valija de cartón ha llegado a Buenos Aires y se admira ante el Obelisco, mientras que el Garca, turista, fotografía la torre Eiffel

Después el Pobre, que ha conseguido trabajo como peón de construcción, suda al cargar una bolsa de cemento mientras el Garca, en su despacho de empresario, habla por el intercomunicador.

En el siguiente par de cuadritos, llueve mucho: al Pobre se le inundó el barrio y, con el agua a la cintura, carga su colchón; en cambio el Garca, muy elegante y con paraguas, sale a divertirse.

En el final de la historia, el par de cuadritos se funde en uno solo: a la izquierda, el Pobre viene con un montón de pobres en un camión y están contentos, cantan, alzan la bandera de su club de fútbol que salió campeón. A la derecha, el Garca en su auto deportivo, al sobrepasar al camión, mira con disgusto a los que festejan y piensa: “¡Qué país!”.

Cómo sería hoy

¿Cómo se dibujaría en 2023 la historia que Quino graficó hace casi cincuenta años? Los dos primeros pares de cuadritos serían similares, con diferencias más acentuadas entre el niño rico y el pobre. El tercero se suprime porque el Servicio Militar ya no existe. En el cuarto, el joven Garca visita la torre Eiffel pero el otro, nacido quizás en el tercer cordón del conurbano, no llega a la Capital y sólo verá el Obelisco durante alguna movilización por planes sociales.

En el siguiente cuadrito actualizado, el Pobre, que ya no tiene trabajo, está en la cola de un comedor o recibiendo algún bono; el Garca sigue en su despacho. hablando ahora por celular.

La lluvia y la inundación, más o menos igual.

Pero el último cuadrito, en la versión actualizada sería bien distinto. Hoy el Garca, lejos de despreciar los festejos, se ha unido a ellos. El camión y el auto deportivo marchan juntos. El Garca canta y grita por su club y por la Selección, canta y grita más que el Pobre porque tiene mejores pulmones, y los dos personajes comparten un globito de pensamiento: “¡Somos campeones!”.

Por supuesto, se puede preguntar qué cambió realmente: ¿las clases privilegiadas se han sumado respetuosamente a la fiesta, reconociendo los placeres y las sabidurías del pueblo? O bien, ¿esas clases sociales se han apoderado de la fiesta, a caballo de las publicidades patrioteras de cerveza? Y esos otros, los del tercer cordón del conurbano, ¿encuentran un camión para subirse a festejar?

Ahí contestarán los sociólogos. Nosotros nada más hablamos de la historieta de Quino. Entonces, ¿qué cambió realmente en la historieta actualizada?

Cambió el lector.

En 1970, el lector estaba dispuesto a convalidar “Vidas paralelas”: a tomar en cuenta el feroz conflicto que desvela esa historieta. En 2023, quizá no.

A esta altura, ya no podemos acallar una objeción, que se alza como espantajo ante el que firma esta nota: ¿no se está poniendo aguafiestas, el que firma? ¿Qué pensarán de él los lectores?, se pregunta angustiado, justo cuando se le ocurría que el “¡Qué país!” despectivo del Garca también está presente en la historieta actual: es exactamente lo que el Garca dice por el celular mientras al Pobre le dan el bono.

En cualquier caso, el globito compartido del final es un alivio. En el último cuadrito de la historieta original, contábamos con el globito de lo que piensa el Garca pero no había globito de lo que piensa el Pobre, y quién sabe lo que pueden llegar a pensar todos esos pobres, tan juntos en el camión. En la versión actualizada, esa inquietud ya no existe: todos somos parte de la misma hinchada y compartimos el mismo globo. Y el festejo que, antes, cuando era patrimonio de los del camión, fue un rasgo despreciable, hoy que lo hemos hecho nuestro se ha convertido en una cualidad encantadora, que distingue a la Argentina como uno de los países más simpáticos del mundo. Pero de eso que se ocupen los sociólogos. Lo que nosotros queremos es sólo actualizar la historieta de las Vidas Paralelas y entonces, cuando entre el Pobre y el Garca se forma el globo único, nos exaltamos y compartimos la emoción, porque, ahora, somos campeones.