Días atrás Planeta organizó una presentación charlada de los últimos libros de Miguel Rep y Pedro Saborido. Ambos tipos talentosos, queribles y pensantes. Acá va una intro para que ustedes metan luego el dedo allí donde se va a la grabación en video. No faltan las agudezas, amén de las risas.

La noticia de la charla llegó a Socompa, estando en el enero de Buenos Aires, a través de una vieja amistad con Marcelo Franganillo, tipo multiactivo, antiguo representante de Página/12 en Mar del Plata, productor –hace añares- del ciclo de charlas de escritores de editorial Planeta y creador de la página La Palabra precisa. Un lindo promotor de la actividad literaria en el país.

Hay al inicio una presentación apenas formal para dos tipos que son más bien transgresores, de los buenos. Miguel Rep con su gorro habitual, pero esta vez no esa cosa parecida a una kipá u ornamento musulmán sino con un gorro amarillo como de dormir. Saborido con barba ya blanca e importante y gorra con visera. Pinta de vagabundo yanqui o cantante country en algún lugar montañoso de los EEUU. O de arqueólogo, siendo que destaca con brillo en la antropología conurbana. También podría ser un invasor trumpista del Capitolio de Washington.

Se sabe que el amigo Rep, no se me hace fácil mentarlo como humorista, no remata sus historietas o tiras con chistes y que a menudo su producción rumbea o rumia por un andar un tanto existencial. Él empieza su intervención hablando de la muerte en pleno verano marplatense. El finado disparador del libro que presenta es el Diego, Maradona. Con varias muertes anteriores. Habla de ese libro como una “biografía dibujada y humorada” y de su propio Diego, metáfora de la Argentina.

Saborido hizo el prólogo del libro. Habla serio cuando dice que Miguel es un nene, que Miguel es varios niños a la vez, una sala de cinco dentro de Rep. Luego larga –improvisa- el primer chiste desdoblado y el chiste es doblemente bueno.

Luego se mete con un inbiografiabe, Francescoli, y con Cristo hablando en primera persona: “Mucho caminar por el agua y mirá dónde terminé”.

Más adelante dice Saborido que para amar (a Diego o a quien sea) hay que negar partes. Aclara o añade: “¿Cómo se puede ser peronista? Y, negando algunas partes, vamos. Yo mismo: me hablan de Menem y nos hacemos los boludos”. Para amar a Diego, entonces… “Para amarlo a Diego hay que… El amor se mide por la capacidad de perdón que provoca una persona. Diego era una máquina de ser perdonado”. Después desmitifica la presunta maradonización de Messi por apenas decir andá pallá, bobo. Remate posterior: “Todo Maradona va a tener su Sanfilippo, a Maradona lo completan sus enemigos y lo disfrutaba mucho”.

¿Existiría un Maradona finlandés?

Esa pregunta plantea el presentador. Parece haber consenso en la mesa que Maradona solo podría ser argentino. No finlandés, ni uruguayo, siquiera brasileño. Añade Rep la raíz morocha guaranítica de los viejos de Diego Armando, asunto nada charlado. No jujeño. Sí conurbano con río Paraná bajando. Luego el antropólogo PS complejiza el concepto de conurba aludiendo a las capas y capas culturales de esa cosa. Único punto posible de encuentro común de los conurbanos: ir a comprar al supermercado chino. De la diversidad marplatense –la local y la del turismo- se pone a hablar Saborido, la del conurbano, la que representó Maradona también. La imposibilidad de alguna síntesis para bochos dormilones. Y de pronto larga Rep, sin pudor para expresar tristezas en público, el asunto jodidísimo de la infelicidad de Maradona. Una pena que el tema queda apenas insinuado.

De pronto, Borges. Porque el presentador necesita pasar al libro último de Saborido que abre con una cita de Borges relacionada con la imposibilidad del libre albedrío. El libro se llama Una historia de vida en el capitalismo. 30 relatos “para encontrar la luz, o algo así, y coso”. Cuando Saborido explica la razón de la cita, la cámara enfoca en lo que está dibujando Rep: un primer esbozo –tracito a tracito – de un rostro de ojos tristísimos, agobio, alguien que no da más.

Saborido habla de la dificultad del homo sapiens, apocado para ser autónomo en el mundo capitalista que en buena medida lo construyó. La fantasía de creer que tomamos nuestras propias decisiones (ya sobrevoló antes en un comentario de Rep la sombra del coreano Byung-Chul Han). Saborido define al capitalismo como un intercambio de debilidades.

A esta altura el señor que dibuja Rep está todavía más triste y con arrugas. Parece estar morfando algo deplorable, o pobre, un cacho de pan duro. O quizá se esté cepillando los dientes. Se equivoca Rep al adosar el cartelito. Escribe entre comillas: “El capitalismo es un intercambio de habilidades”. Que también lo es, como la vida gregaria de tantas especies.

Y luego el antropólogo de la gorrita se pregunta cómo es eso del goce de la acumulación de guita. Pregunta cómo podría hacer Paolo Rocca para gastarse toda su guita en un día, en una noche en Mar del Plata, morfando en Manolo. Cuántas generaciones de argentinos se necesitarían para comer cuántos absurdos millones de churros hasta que drene toda la guita del capo de Techint. Risas del público y también tristeza cuando se lo ve en video. Comenta también que charlando con amigos en la previa de la presentación concluyeron con amigos que el socialismo no va a llegar a Pinamar por lo menos en los próximos quince días. Una certeza.

La cosa luego se va poniendo más evanescente, con Saborido improvisando chistes y anedas sobre capitalismo, porciones de pizza vs pizza entera, o cómo meterse en el mar. Y Rep sonriendo, concentrado, algo zen (debe de ser pura apariencia). Rep dibujando. Dibujando un Carlitos Marx clásico, el de la gran barba blanca y la calvicie frontal. Con las yemas de los dedos añade una leve capa de color, alguna otra más cenicienta, grisona. Puede que sea tinta china, tinta del capitalismo rojo shocking emergente.

Esto es acaso lo que otrora se llamaba resumen de lo acontecido. Ahora, si llegaron hasta acá, tengan la bondad de hacer click en el video porque la charla es más mejor, pero mucho más mejor, verla al completo.