La fotografía parece indicar la presencia de una cuchara en Marte. A Clarín le encantó y publicó el asunto como un notición. Hallazgos similares y conclusiones provisorias sobre la vida en el Planeta Rojo.

 

[“]Marte: una foto podría dar un indicio sobre una civilización antigua”, tituló Clarín el 27 de diciembre pasado. La “noticia” no es parte de una investigación. Tampoco son declaraciones de alguna autoridad en asuntos marcianos ni es la conclusión que deriva de un paper. La extraordinaria “noticia” es una imagen. Una de las miles de imágenes que transmite diariamente el Mars Science Laboratory de la nave Curiosity. En esta ocasión, revela el Gran Diario Argentino, “la Nasa encontró un objeto que parece ser una cuchara”.

La foto, aparentemente, fue tomada el 27 de marzo “pero se difundió hoy”. ¿La difundió quién? Bueno, en primer lugar, sin dudas, la NASA. La agencia espacial de los EEUU no escamoteó la imagen. No la censuró. No la eliminó de sus archivos. La dejó picando, a disposición del mundo libre para que cada cual piense de ella lo que se le antoje.

Cierto colaborador de un medio caza-ovnis, el canal de Youtube UFO Hunter, vio algo raro ahí. Y el canal anunció el hallazgo a platillo batiente: “Eso parece una cuchara”. No “es”. Escribieron “parece”. Casi como decir que si en una fotografía de arrebato cierta celebridad sonríe junto a otra “estarían empezando a salir” o, si son políticos, “estarían tejiendo una alianza” o así por el estilo. El titular en cuestión es una suerte de “condicional” con rango de “juego de las apariencias”.

Para Clarín lo que la foto muestra no es ninguna huevadita. Nadie puede rechazar a priori que eso, o algo más creíble que eso, no pudiera ser “”el indicio de una antigua civilización”. Pero al entrar en la nota nuestra mirada tropieza con un florido piripipí que hace dudar al discípulo de Mulder (aquel investigador de The X-Files) más esperanzado. Ejemplo: en esa primera alusión a “las teorías sobre la vida en Marte” que “vienen perturbando a la humanidad desde hace años”.

Quien ha redactado ese artículo no expuso de qué modo una teoría puede perturbar a la humanidad (las pesadillas o las fantasías exacerbadas probablemente sí), pero sabemos que suplir la falta de afirmaciones fundadas con citas literarias le confiere ínfulas de seriedad al mamarracho menos inspirado.

La nota agrega que esta “preocupación de la humanidad” abarca desde Crónicas marcianas de Ray Bradbury a Las arenas de marte de Arthur Clarke (ambos libros fueron publicados con un año de diferencia; si el redactor hubiera mencionado en segundo término a The Martian, la novela de Andy Weir que Ridley Scott llevó al cine en 2015, hubiese disimulado mejor su ignorancia y, de paso, hubiera demostrado su capacidad para aprovechar Wikipedia).

(Clarín no fue el único medio que abordó en forma ignorante y sensacionalista el tema, en España Cadena Tres hizo lo mismo).

Por favor, a no perder de vista que Clarín ya nos ha vendido la foto del cubierto marciano como indicio confiable de una antigua civilización, ¿estamos? Bueno, la nota sigue: “Muchos escritores que han fantaseado con civilizaciones en el planeta rojo”.

Momentito. ¿Cómo que “han fantaseado”? La palabra fantasía, en este contexto, empaña el ánimo de cualquiera. Es desmoralizador. ¿En qué demonios está pensando el redactor? Su prosa, amigos, ha comenzado a desbarrancarse por los pedregosos caminos de la relativización.

“Quizás por esto, la tendencia a ‘encontrar’ objetos e indicios que confirmen estas ideas aparece de vez en cuando: ahora, una suerte de cuchara fue divisada en un video de Youtube y las conspiraciones estallaron en los comentarios de esa red social”. ¡Ah… no! ¡Paren las rotativas! ¿Cómo a esta altura de la nota vas a poner “encontrar” entre comillas? ¿Resulta que el “indicio” empieza a derivar en manía, que el espesor noticioso prometido pierde su aspecto asertivo para merecer dos piadosas comillas? ¿Y lo que eran teorías son “comentarios en esa red social”? ¿Y la cuchara extraterrestre, después de haber inducido al lector imaginar que eso hubiese podido ser un artefacto elaborado por los marcianos, termina siendo “una suerte de cuchara”?

Más adelante, Clarín dirá que el canal UFO Hunters “sube material en torno a teorías e ideas sobre vida en otros planetas”. El remate aparece en el mismo texto que había anunciado el hallazgo de rastros de una antigua civilización marciana: “Lo que no se logra divisar en el video es el tamaño de la cuchara, ya que alrededor no hay ninguna referencia para tomar como parámetro. En otros videos similares sobre el tema se habla de una ‘cuchara gigante”.

En suma: UFO Hunters ni siquiera tomó las medidas de la cuchara de sus desvelos.

VIDEO DE UFO HUNTER

Con cierto aire displicente, la nota concluye que este canal de Youtube “se dedica a difundir anomalías espaciales de la NASA, aliens, objetos en Marte y más”. Y endosa su propia precariedad intelectual a los comentaristas: “Las conspiraciones, una vez más, pero sobre todo luego de este video, no tardaron en aparecer entre los comentarios”.

La tentación de mandarlos a la recalcada Maestría en Periodismo de Clarín es muy fuerte.

Pero podemos ser bien educados y hacer historia, breve para no aburrir, y recordar que en septiembre de 2015 circuló una noticia casi idéntica. Salvo por un detalle: la cuchara, además, ¡levitaba!

Luces y sombras de la percepción

En ambos casos, en ambas supuestas cucharas, estamos ante un fenómeno psicológico muy común llamado pareidolia, que consiste en encontrar patrones y atribuir un significado a estímulos ambiguos. Es, en suma, la percepción de una forma (visual, olfativa, auditiva, etc.) cuya interpretación es incorrecta o no encaja necesariamente con su naturaleza.

Esta tendencia a descubrir formas “significativas” (ilusiones perceptivas) sobre la superficie de Marte es tan antigua como el inicio de las observaciones. Desde los “canales” que no eran canales descriptos por Giovanni Schiaparelli en 1877 hasta la famosa “cara marciana” o las supuestas “pirámides” de Cydonia, “descubiertas” a mediados de los setenta por la Viking 2, hemos percibido sobre la superficie del planeta un variado cambalache de objetos y seres, animados e inanimados, desde árboles y cascadas hasta bigfoots, lagartos y hasta dedos fósiles.

Ahora bien, ¿qué es eso de parecer pero no ser una cuchara?

Las ampliaciones en alta resolución permiten detectar formaciones geológicas trabajadas por el viento u objetos cuyo aspecto varía al cambiar la posición del sol: en esta danza de percepciones ambiguas, luces y sombras juegan un papel fundamental, tanto como la necesidad de los medios en atraer lectores o sumar clics.

En otras ocasiones el “ruido” que aparece en las fotografías está relacionado con “artefactos” generados por interferencias causadas por los rayos cósmicos, que alteran el pixelado de maneras interesantes o lisa y llanamente banales.

Tampoco corresponde descartar que se trate de objetos que, efectivamente, poseen formas de cuchara, en cuyo caso habrá que ver si los marcianos los usaban para tomar sopa, rascarse las orejas o con algún propósito que el hombre, hoy, es incapaz de imaginar.

*Alejandro Agostinelli es editor de Factor 302.4 (factorelblog.com)