Las elecciones se acercan, la mishiadura y la desesperanza crecen, y un peronismo congelado hace más de dos años no encuentra la fórmula ni para mejorar algo ni para no derrapar en octubre. Candidatos no hay y… ¿el kirchnerismo se extingue?

Permafrost. Todo terreno que haya permanecido congelado durante al menos dos años y está conformado por tierra, rocas y sedimentos amalgamados en un todo por el hielo, el cual actúa como cemento.

El peronismo está como hace dos años y más, que es como decir hace tres siglos dadas las urgencias sociales. Inútil, soso, torpe, mezquino, hecho partículas, preso de una toma congelada que está durando una eternidad. El peronismo está ciego, miope e invertebrado, como sucedió tantas veces de mutación en mutación. Paralizado, con sus líderes teóricos fosilizados o impotentes, a los gritos mudos dentro de una capa profunda de permafrost (sobre el suelo concreto, la sociedad). Solo que en el permafrost –dice la definición citada arriba- hay algo que “actúa como cemento” y lo que contemplamos es una nube de pedos.

Permafrost –a gusto de quien escribe, aficionado a la historia de la Tierra y la paleontología- es una palabra bonita, con algo de imponente. Esto otro que pretendemos describir es mucho más corto, más modesto. Esa cosa que se hizo nebulosa, floja de toda flojería, bordeando la inepcia y que solemos llamar Frente de Todos, peronismo, kirchnerismo, se viene empequeñeciendo y avejentando mal dentro, no de una capa de permafrost, sino de una heladerita de playa. Dos años y pico ahí adentro sin definir nada, sin accionar casi nada. Las responsabilidades pueden ponerse en una balanza, acusarse unos a otros, pero son en gran medida compartidas.

Una sola novedad, frágil, asoma: la eventual emergencia del igualmente eventual armado político que pueda hacer el cordobés Juan Schiaretti con otros líderes territoriales (Rodríguez Saá, Randazzo, Urtubey en Salta). Algo que podría poner las cosas aún más imprevisibles, fragmentadas y confusas si ese armado alcanzara estatus electoral. Un poco de imaginación alcanza para ponerle porcentuales a lo que pueda sacar cada espacio político sumando Schiaretti y Milei. El ganador sacaría poco o bastante más de un tercio en primera vuelta. Con los bolonquis, deudas y desafíos que afronta el país, te la regalo gobernar con ese tercio y un cacho. Lo dijo CFK más o menos así o lejanamente así: nadie mide nada (significativo). Con el agregado de que nuestra sociedad puede pasar en cualquier momento de la depre al estallido o la ira (tomá pa’vos, Sergio Berni).

Alberto Fernández: RRPP

Todavía bancado en silencio por CFK, Sergio Massa practica un gobierno de minuto a minuto. Alberto Fernández, antes que presidente, hace de RRPP de sí mismo, apenas bancado por pocos y ya antiguos dirigentes de ese PJ porteño de clase media –abogaditos- que nunca construyó nada en el distrito. Todo se reduce a sostener menor déficit fiscal sin que las cosas salten por los aires, salvar las papas financieras y de tanto en tanto dejar una marca discursiva o una acción progre. Todo en el contexto general de guerrillas semióticas de internas chicas y quintitas de poder o la apuesta al resguardo (en territorios, intendencias, puestos) de esas mismas quintitas de poder.

Va de nuevo: asombra, amarga, entristece que estemos parados hace dos años y más en un mismo lugar, un punto paralizado dentro del permafrost, un puntito desde el cual se es incapaz de cambiar algo sustancial. Más bien al contrario: 18 millones de pobres, alta inflación, reservas raquitizadas, el FMI pidiendo lo del pasado remoto: amenazando planes sociales y jubilaciones. Dicho sea de paso: hasta las movilizaciones anti proscripción de CFK también vienen raquitizadas.

Y, enunciado todo esto, lo que prometimos no olvidar nunca: la peste de la deuda dejada por Macri, la pandemia que gracias a diosito no manejó Macri, la guerra inflacionaria de Ucrania, la peor sequía de las últimas largas décadas. Podrá decirse que al presidente RRPP Alberto le faltó audacia, muñeca, convicciones, claridad de rumbo. Debe decirse que, seguro, tuvo muy mala suerte con el tiempo en que le tocó gobernar.}

Cristina y Alberto de Todos. Otros tiempos.

Se sabe: el gobierno, el resto o los muchos restos naufragantes de lo que fue Frente de Todos no alcanzan a dar con la salida que los reformule. Más en concreto, ni siquiera son capaces de decirse dos palabras seguidas de cómo reformularse, porque no se hablan. El síntoma más elocuente del colapso es que solo por inercia van quedando apenas un par de candidatos: Wado de Pedro y el ex motonauta al que ya conocemos por lo insípido y que ya declaró que en materia de seguridad haría más o menos lo que Bullrich, Berni o Milei. En los últimos días –en el pánico del naufragio- se volvió a hablar de algo así como abducir en OVNI a Axel Kicillof de la provincia para presidenciarlo. O de encontrar algún candidato en el pajar, algún nombre que todavía no sonó, un milagro. La renuncia de Macri se supone que debía acelerar esta película que rueda en cámara lentísima, exasperante.

La Cámpora y el 24 de marzo

La Cámpora con la enorme Vuelve Perón de los años ’70.

El 24 de marzo quien escribe vio en modo cronista, desde lo alto de un edificio en avenida Libertador, el larguísimo desfile de las columnas de La Cámpora yendo desde la ex ESMA a Plaza de Mayo. Detalle no menor: de las muchas rejas del predio de la ex ESMA cuelgan carteles puestos por los laburantes exigiéndole en mal tono al secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla que ponga más guita en salarios. Es más que verosímil pensar que Pietragalla, nieto restituido número 75 en 2003, no tenga un mango porque le ajustaron todo. Dicho sea de paso: todos los edificios de la ex ESMA, desde su creación misma, funcionan a pulmón, o con pulmotor.

Columnas larguísimas de La Cámpora el 24 de marzo, alegres, bonitas, vistas desde un piso 10. La Cámpora poniendo todo como lo pudo hacer el PO en sus tiempos. La Cámpora dándole al bombo, a los petardos y a consignas que no tenían que ver con la dictadura, los desaparecidos, Malvinas, los Derechos Humanos, sino cantando a Perón, a Néstor y a Cristina. La Cámpora, en 24 de marzo, desplegando solo para una interna el cansador, hastiante y extenso absurdo del Operativo Clamor. CFK les dijo veinte veces que no, pero ellos claman. Y hacen de la Plaza no un lugar de conmemoración más o menos sagrada, sino un escenario de su pequeña interna, o de su sobrevivencia. Bien al estilo kirchnerista y de la agrupación: hablándose a sí mismos, en un país donde son millones los que sufren sin ser escuchados. La Cámpora buscando la sombra protectora de las faldas de CFK, animémonos y que arriesgue ella, acaso incinerándose. Ella ya les había dicho años antes “Os empoderé (multiplicaos y reproducíos)” y no los empoderó un corno. O ellos no supieron cómo hacerlo. Luego, mucho más para acá en el tiempo, la frase de CFK fue “Desenvainad vuestros bastones de mariscales”, manga de maricones, que eso es los que hacíamos en el 71, 72, 73 (hasta convertirnos en estúpidos imberbes que gritaban).

Si nos ensañamos demasiado con La Cámpora –creación que fue necesaria, que tiene su densidad y su cosa a contramano en un mundo girado a la muy derecha; también creación vertical hecha desde el Estado- es solo para tomarla como ejemplo de extravío, endogamia, aislamiento y cortoplacismo general. En situación similar se movieron el microalbertismo nonato, el grueso del sindicalismo silencioso que tenemos, los 153 y no cuatro peronismos, los gobernadores, los intendentes, cada cual atendiendo su juego.

Misión Rolito

Por debajo de todo esto, el peronismo y el gobierno sin proyecto, todo congelado, misión Rolito en bolsas de cuatro kilos. Tantas cosas freezadas. Aquel amague con Vicentin. La retórica antes que alguna propuesta de negociación superadora cuando el acuerdo con el FMI. La nueva ley de moratoria previsional que no está reglamentada, más bien no rige y fricciona contra la anterior. El lento vals con intercambio de nadas y desdenes entre AF y CFK. La célebre “mesa política” que hasta hoy solo se reunió una vez, hace ya semanas, apenas para que en una carta pública el kirchnerismo impusiera su imperiosa alusión a la proscripción de CFK. La pelea contra la inflación que se perdió un mes, otro mes, otro mes, otro mes, hasta que el periodismo se cansó de decir que con menor inflación Sergio Massa sería el candidato apoyado por CFK o el peronismo o el establishment o –cantarían los Beatles- All together now.

Nada detuvo mientras tanto ni el ajuste ni, para mitigar al menos daños sociales y ambientales, el modelo extractivista. Allí los gobernadores de todos los palos juegan un rol decisivo, desesperados por obtener migajas para sus arcas. Amenaza de reforma del sistema judicial con el ceño fruncido y nada. Amenazas de meter mano en la espantosa Corte Suprema con el ceño fruncido y nada. Mucha, muchísima referencia al partido judicial mafioso… y nada en concreto y ahora suena tarde y a misión imposible, cuando ya no se puede. Diría Lenin: ni las condiciones objetivas ni las subjetivas. Las clases dominantes la pasan de maravilla y van por más.

Son chiquitas las preguntas que, cada vez más ensimismados, nos hacemos los progres y los zurditos y los filo kirchneristas: ¿votarías a Massa contra el Pelado o Bullrich? ¿A Scioli? ¿Puede ser presidenciable el bueno de Wado de Pedro con su tartamudez no del todo domada y ni mucho discurso ni mucho carisma?

Pregunta más jodida: el kirchnerismo, que en sus mejores épocas nos dio, con todos sus límites, alegría, pertenencia y conciencia a extensos grupos de jóvenes; “Volver a vivir” –como el programa de Blackie- a los veteranos; morfi, trabajo, consumo de frigorías y vacaciones para el promedio, ¿se extingue? ¿Cristina se guarda para la Historia y el kirchnerismo vive su crepúsculo tantas veces anunciado? Curioso que hayamos pasado de Libres o Muertos a Rodríguez Larreta o Massa.

La unción de un candidatazo presidencial peruca, anunciado con la obertura musical de la Metro Goldwyn Mayer, parece que deberá esperar. Aunque quién te dice: en las capas de permafrost suelen encontrarse cachos de mamut en excelente estado. Puede que quede alguna muestra de ADN perdido en el subsuelo sublevado de la historia.

Imagen de apertura: John Constable (1776-1837).