De cara al lanzamiento en marzo de la Convocatoria Federal Kirchnerista, dirigentes del espacio hablan de la siempre compleja política frentista con el aparato del justicialismo.

 

Pese a las internas, la ausencia de autocrítica, las traiciones y los pases de factura, sobre el final del año el peronismo empezó a dar muestras de unidad. El congreso del PJ bonaerense, que dio un fuerte aval a Cristina Fernández, se pareció al puntapié inicial de una campaña electoral. En ese marco, no sólo el oficialismo debería mostrar preocupación, toda vez que aparece cohesionado el partido más importante de la oposición. ¿Acaso no deberían preocuparse, también, aquellos dirigentes kirchneristas que ven en Cristina a su conductora pero que no forman parte del aparato del justicialismo?

“Yo parafrasearía a Perón – dice Carlos Heller, diputado del Partido Solidario–: con el peronismo solo no alcanza, sin el peronismo no se puede. Está claro que eso sigue absolutamente válido. Yo los he escuchado a Ferraresi, el intendente de Avellaneda, y al presidente del partido, Fernando Espinoza, decir que esto es parte de la vocación frentista del PJ.”

Para el dirigente del Partido Solidario, entonces, no es preocupante para el kirchnerismo no justicialista la cohesión del peronismo. “Es un paso adelante, estoy seguro que esto va a seguir avanzando y se va a seguir consolidando el espacio frentista existente”, se entusiasma Heller.

Es que al kirchnerismo no PJ –por darle un nombre que a ellos no les gusta– se viene organizando desde hace bastante tiempo. De hecho, a finales del año pasado se iba a hacer la presentación en sociedad de la Convocatoria Federal Kirchnerista (CFK), que quedó pospuesta para marzo luego de algunas diferencias internas.

“Es que no son pocas las contradicciones de ese espacio –comenta otro dirigente que va a las reuniones de la CFK–, y es lógico. Hay que tener en cuenta que a esas reuniones van desde Heller y Sabbatella hasta D’Elía y Capitanich.”

¿Pero por qué se suspendió la reunión de diciembre?, quiso saber Socompa. “No hubo acuerdo. Primero Cristina iba a hablar para dos mil personas, después no se pudo alquilar ningún lugar para albergar a más gente, la Cámpora empezó a tener problemas porque la excedía la cantidad de personas que querían asistir. Algunos querían hacer la reunión a como dé lugar y posicionar ya a Cristina al frente de la CFK, y otros preferían esperar hasta marzo. Bueno, está claro que triunfó esta postura”, respondieron.

“El kirchnerismo es ya una identidad, eso no lo puede cambiar ni el PJ ni nadie –acota alguien cercano a Martín Sabbatella, líder de Nuevo Encuentro–. Nos parece bárbaro que el PJ haga su congreso y trabaje en pos de la unificación detrás de la dirigente más importante, que es Cristina. Nosotros, por nuestra parte, nos seguiremos organizando detrás de la figura de ella porque es lo que nos une a todos quienes integramos el embrión de lo que será la Convocatoria Federal Kirchnerista.”

¿Pero qué es la CFK y cómo funciona? “Es un espacio que comenzó a formarse el año pasado, integrado por unas 18 o 19 agrupaciones. Como ya dije, vienen el Coqui Capitanich, Agustín Rossi, que son justicialistas, o La Cámpora, junto con otros, como el partido de Heller, o el Nuevo Encuentro de Sabbatella, o el socialismo de Jorge Rivas y Oscar González. Lo que tenemos en común es que todos consideramos a Cristina y su proyecto de gobierno como el eje indiscutido. En eso no tenemos diferencias. En lo demás sí”, contesta un notorio integrante.

El funcionamiento del embrión de la CFK estuvo aceitado hasta fines del 2016, con dos reuniones por mes, y quienes más lo motorizaron fueron Máximo Kirchner y Martín Sabbatella. “Máximo es quien coordina, eso está claro, pero es un tipo muy medido, muy humilde y, sobre todo, jamás se arroga tener la voz de Cristina, a quien siempre llama por el nombre. No es el hijo de Cristina, es Máximo Kirchner. Siempre que interviene dice ‘esto es lo que pienso yo, no sé qué pensará Cristina’”, cuenta alguien que suele participar de esas reuniones.

Lo que se iba a realizar en diciembre, finalmente, se concretará en marzo. “Será un congreso programático –señala Heller–. Le doy importancia a eso porque es lo que define los límites de la unidad. Yo no creo en la unidad para ganar. Hace falta jugarse por un programa.”

Para el dirigente del Partido Solidario, uno de los errores cometidos por el FpV fue haber formado listas alrededor de un liderazgo y no de un programa. Aunque nunca la firma y el compromiso de un programa ató a un dirigente político que desea cambiar de bando, como la historia política argentina lo demuestra, Heller cree que ayuda al votante a definirse “porque no votaría sólo una sigla, sino una propuesta, y eso aumenta el compromiso del votante”.

Con justicialistas, con peronistas y con kirchneristas puros, el antiguo Frente para la Victoria empieza a definir su estrategia electoral. “Por más que se federalice y se abra el cuerpo de apoderados, al final la conformación de las listas termina recayendo siempre en una persona, al final la lapicera termina siendo de una solo”, dice, escéptica, una fuente a Socompa. “Lo más probable es que se conforme un frente y, tenga el nombre que tenga, estará seguida de un guión que diga –PJ. Eso fue siempre así y seguirá siendo así”.

Es claro que el justicialismo será hegemónico en cualquier frente. No obstante, se sabe, en el peronismo hay reticencia a otorgarle otra vez la exclusividad de la lapicera para elegir candidatos a Cristina Fernández. Por ahora esa apertura garantizó la unidad en el peronismo bonaerense. Todos felices. Cuando entre en escena la CFK, donde confluyen kirchneristas PJ y no PJ, se verá quien adquiere más protagonismo electoral. Cristina y Daniel Scioli aparecen como los más salientes y posicionados en las encuestas. Y lo que se juega es mucho. No sólo las elecciones de medio término, sino la posibilidad de volver a ser gobierno en 2019. No es poco. Y todos lo saben.