Una nueva nota de la serie de la investigadora Carola Ochoa sobre los rugbiers víctimas del terrorismo de Estado. Hoy recordamos a Norberto Atilio Partida. Jugó rugby en Club Náutico “El Quillá” y fue cofundador del equipo de rugby de la Escuela Industrial Superior. Militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Fue secuestrado el 20 de agosto de 1977 en Santo Tomé, Santa Fe.
Norberto Atilio Partida nació el 6 de octubre de 1953, en Santo Tomé. Sus padres fueron Atilio Benjamín Partida y Angela Guadalupe Manccinelli. Junto a sus 2 hermanas menores constituían una familia de profunda fe católica.
Las esperanzas educativas puestas en el único hijo varón se evidenciaron cuando sus padres lo inscribieron en el prestigioso Liceo Municipal de Santo Tomé, donde Aldo cursó Inglés y llegó a hablarlo a la perfección. Muy inteligente y con una curiosidad particular por lo intelectual logró terminar con notas sobresalientes.
Cuando lo manejó bien, a su casa iban niños y adolescentes para recibir clases de apoyo en ese idioma gratuitamente, razón por la cual Aldo fue muy querido por su comunidad. Desde niño se caracterizó por la dulzura en su carácter y la simpatía con la que granjeó gran cantidad de amigos.
Su padre había egresado de la Escuela Industrial Superior y trabajó en el puerto de Santa Fé como carbonero de los prácticos, y gracias a su empuje llegó a ser Administrador de los Puertos Patagónicos, con sede en Ushuaia. La mamá de Aldo era una ama de casa dedicada abnegadamente al bienestar familiar.
“Mamá nos tejía la ropa que usábamos en el invierno, administraba la economía con una practicidad admirable por lo que nunca tuvieron pesares económicos”, relató su hermana Mónica.
“Mis padres también siempre lo acompañaron en su deporte favorito el rugby, en el Quillá. Ellos Iban a los partidos a verlo jugar y mamá siempre nos decía que estaba orgullosa porque era un deporte de caballeros”.
Pero Aldo también amó el fútbol y los recuerdos de quienes lo conocieron lo evocan con su amor por el club Colón de Santa Fe y ataviado con su gorro tejido por su madre con los colores simbólicos del “sabalero”, rojo y negro.
Su mameluco y redoblante en la UES
Después de terminar los estudios primarios ingresó a la Escuela Industrial Superior, cumpliendo con la tradición de los varones de su familia.
Allí, el muchacho de estatura bajita, solidario y muy alegre se comprometió con su tiempo asistiendo a las asambleas estudiantiles que buscaban la concreción del Boleto Estudiantil Gratuito. Al poco tiempo, Aldo se convirtió en un emblemático militante de la Unión de Estudiantes Secundarios.
Participando en las marchas de los secundarios se lo podía ver a Aldo llevando su bombo acompañando con él las consignas militantes por una educación inclusiva.
Al poco tiempo y a raíz de su entusiasta actividad política recibió de las autoridades de la Escuela Superior Industrial todas las amonestaciones posibles para que su regularidad quedara trunca.
Lejos de rendirse, y para sorpresa de sus profesores y director de la escuela, rindió todas las materias libres con notas buenas y así logró egresar con el título de Técnico Electromecánico junto a los compañeros de su promoción. Tenía las ideas claras y el corazón comprometido para luchar por un país mejor.
Con ese mismo compromiso político presentó un análisis de las relaciones humanas en el contexto de las fábricas y ese informe lo llevó a conseguir una pasantía en Fiat Concord, que operaba en Sauce Viejo.
Aldo y el Padre Gasparotto
Edelmiro Gasparotto fue un sacerdote que comprendió que la doctrina católica debía traspasar las paredes de la Iglesia y tomar la calle para sembrarse en el corazón de cada vecino. Y asi conoció a Aldo.
Hizo la opción por los pobres junto al padre Carlos Catena, creó innumerables obras para las comunidades más postergadas de los barrios santafesinos.
Hoy, su legado es mantenido con orgullo en la capilla y la escuela que levantó con tanto esfuerzo junto a Aldo y demás voluntarios católicos.
La capilla Santa Lucía se levantó mucho tiempo antes que la escuela, que hoy representa el alma de barrio Roque Sáenz Peña, en un terreno que por aquel entonces era ganado por una laguna.
Allí las manos del “capellán Gasparotto” por ese entonces, de Aldo y demás pobladores rellenaron y alisaron el terreno.
Actualmente, lo que comenzó siendo un sueño sobre una laguna, es una institución consolidada y de puertas abiertas que educa diariamente a unos 1.000 alumnos de toda la zona.
El padre Gasparotto y Aldo compartían este pensamiento: “Mientras no recompongamos el sentido social en la solidaridad, y la gente no piense en serio en el bien común, nada va a cambiar”.
Su secuestro
Su hermana Mónica relata los acontecimientos de esa mañana del 20 de agosto de 1977, en la que Aldo salió a comprar repuestos para arreglar su moto.
“Cuando lo detuvieron a Aldo, supuestamente lo levantaron de la calle, en ese momento la policia allanó mi casa, revolviendo todo y llevándose cosas de Aldo que eran recuerdos de sus viajes interminables (le gustaba viajar muchísimo se alojaba en conventos o casas de estudiantes ), las fotos de los lugares adonde fue y hasta el gorrito de Club Colón. Nos dejaron vacíos. De ser la familia del ‘pibe bueno que preparaba a sus hijos gratis para que aprobaran sus exámenes’ pasamos a ser ‘la oveja negra de todo un pueblo. Nadie nos hablaba, nadie nos ayudaba, nadie nos brindaba un hombro para llorar… solamente la familia de mamá. Mis tías maternas y mi abuela nos visitaban mientras mis padres buscaban hasta bajo de la tierra saber algo de mi hermano”.
Y sigue contando:
“Cuando regreso la democracia nos llegó un llamado que nos decía que mi hermano venía tal día a tal hora en un colectivo a la cárcel de Coronda. Con gran alegría recuerdo a mis padres prepararon todo, desde ropa hasta comida, con una esperanza indescriptible. Ese día llegamos allí y vimos bajar del micro a cada uno de los militantes liberados. Entre lágrimas y abrazados esperamos hasta que el último pibe descendió. Ese hecho nos dejó desolados y no comprendíamos la crueldad de los militares que llamaron a casa ilusionándonos con la liberación de Aldo, mi hermanito. Hoy no puedo dejar de llorar por él, por mis padres, por su llanto permanente y porque siempre pienso lo que tuvo que haber sufrido Aldo antes de su muerte”.
“Mi madre siempre se imaginó y sufrió mucho por eso. En el pueblo se sabía de las atrocidades que se hacían. Por eso ella pedía morir día tras día, enojada por mucho tiempo con los curas y a la Iglesia:
– Mónica, hija, si hoy Dios quiere que muera me voy con esta inmensa pena – me confesaba”
Homenajes a Aldo y compañeros
En marzo de 2013 se colocó una placa conmemorativa en memoria de Aldo y los 12 militantes mas, víctimas de Terrorismo de Estado, en la Plaza Libertad, de Santo Tomé.
El 24 de marzo de 2016, el Gobierno de Santo Tomé, a través del Centro de Difusión de los Derechos Humanos, llevó a cabo un acto en conmemoración por el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. El mismo tuvo lugar en la plaza Libertad (Obispo Gelabert y 25 de Mayo) a partir de las 12 del mediodía y contó con la presencia de autoridades provinciales, municipales y agrupaciones defensoras de los derechos humanos.
Durante el acto, hablaron la intendenta Daniela Qüesta y Carlos Fluxá, coordinador del área de Derechos Humanos de la Municipalidad de Santo Tomé en ese momento. En tanto, por su parte, espacios políticos santotomesinos defensores de los DDHH que participaron de la conmemoración, leyeron un documento.
“…Estamos reunidos aquí justamente para no olvidar el golpe cívico militar eclesiástico que llegó para imponer un régimen económico neoliberal. Con complicidad de la Iglesia y de las fuerzas represivas, el régimen fáctico desapareció a 30.000 compañeros, apresó a miles de militantes, robó cientos de bebés y miles de artistas y escritores del campo popular se vieron condenados al exilio”.
“…Repudiamos al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional que buscó destruir todas las formas de organización de los trabajadores y el pueblo para profundizar la entrega y el endeudamiento, la explotación y el hambre, al servicio de un régimen económico y político que benefició a los monopolios y a las potencias imperialistas”.
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