Represión a periodistas, vía libre desde el Congreso para que Papel Prensa fije los precios que quiera y así asfixie a los medios independientes, incumplimiento de lo establecido en la Ley de Medios, todo apunta a que el país solo reciba la información que quieren los dueños del poder. Voces disidentes, te la debo.
Si trabajás en los medios públicos no te aumentamos el sueldo. Si protestás por eso, te mandamos a la Policía. Si tenés un canal comunitario, no hacemos cumplir la ley y te dejamos sin aire. Si tenés un diario, votamos que el precio y abastecimiento del papel sea monopolio del diario más grande. En apenas una semana, el gobierno dejó en claro qué entiende de su publicitada consigna “Todas las voces”. Ya había dado otras señales: desguace de TELAM (engrosando los 3.500 puestos perdidos en los medios en los último tres años), incremento en el reparto discrecional de la pauta oficial, ataque a los convenios laborales vigentes y pasividad cómplice del Ministerio de Trabajo. “Entre muchas de las cosas que han cambiado para mejor en el país, nunca antes ha habido tanta libertad de prensa como ahora” aseguró el presidente Macri en octubre de 2018.
Como secretario de organización del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), Agustín Lecchi se encargó de dialogar con la Policía Metropolitana sobre la manifestación frente al CCK el pasado jueves, cuando una tormenta feroz terminaba de caer sobre la ciudad. “Nos pidieron que liberáramos dos carriles. Lo hicimos. Pero nos empezaron a empujar a la vereda. Tiraron compañeras al piso. Muchas estaban con sus hijos. Primero avanzaron con los escudos, después vinieron el gas y los palazos”, relata.
Lecchi, también delegado de la TV Pública, dice que en Canal 7 “la última paritaria fue la de 2016, somos los únicos trabajadores de prensa bajo convenio que no tuvimos aumento, somos los únicos trabajadores del Estado que no tuvimos aumento; sufrimos la pérdida de noticieros de los fines de semanas, la eliminación de las horas extras y descuentos salariales ilegales”. Agrega que “la situación es muy dura, el gobierno tiene como objetivo atacar los medios públicos, que deberían ser garantes de que informar y acceder a la información sean derechos humanos y no negocios”.
Respecto a la represión que también sufrió en carne propia, Fernando “Tato” Dondero, Secretario General del SiPreBA, ironiza: “era 20 de diciembre, tenían que evocar sus grandes logros en la historia reciente. Fue la primera represión directa que sufrimos como periodistas. Si toda represión es injustificada, lo nuestro fue más injustificado aún. No cortábamos nada. Pero vinieron a marcar la cancha, a visibilizar un modus operandi frente a las protestas”. Curiosamente, no hubo canales de TV que replicaran lo sucedido, tampoco la noticia apareció en los principales diarios.
Sí hubo espacio para anunciar, a título catástrofe, la (sic) toma de Canal 13. Trabajadores de prensa del canal comunitario Barricada TV habían ido hasta allí a manifestarse contra Cablevisión. Es que (lo que queda de) la Ley de Servicios Audiovisuales obliga a los prestadores de cable a incluir en su grilla a medios alternativos. Pero la empresa de Clarín incumple sistemáticamente con la norma. Incluso bloqueó durante un año la señal del medio popular para que nadie la viera por televisión digital abierta, derecho que había ganado por concurso previsto por la legislación.
Cuenta Natalia Vinelli, de Barricada TV, que “el ingreso al 13 fue totalmente pacífico, en compañía de organizaciones sociales, cruzando una puerta que estaba abierta. No entramos nunca al edificio sino a la playa de estacionamiento cuyo espacio, en rigor, pertenece al gobierno porteño y está usurpado por el canal desde que la dictadura les dio un permiso en 1978. La andanada de mentiras con que nos dispararon, paradójicamente, no hizo más que confirmar la importancia de los medios alternativos: ellos no nos consultaron, no cumplieron con eso de ´las dos campanas´, no chequearon fuentes. Solo impusieron su discurso. De manera planificada, además. El nivel de ataque que sufrimos demuestra la desigualdad de poder, la manipulación y la estigmatización que los grandes medios hacen de las organizaciones sociales, sindicatos comprometidos y otros referentes de lucha. Justamente para eso nacimos: para ser otra voz, para dar otra opción a la hora de informarse”.
Barricada TV está a la espera de la resolución de una medida cautelar que obligue a Clarín a cumplir con le ley. Dice Vinelli que “nunca quisimos judicializar la cuestión, presentamos una nota y tres cartas documentos a la empresa y nunca contestaron, el ENACOM tampoco nos respondió; es importante destacar antecedentes como el del canal universitario Córdoba 24 y Ciudad Televisión de Chaco ya que ambos tuvieron respuesta favorable de la Justicia, también Telered Luján incorporó a su grilla a Pares TV”.
Con apoyo del bloque oficialista, el massismo y Peronismo Federal, el Senado hizo ley la desregulación de la producción y venta del papel de diario. Así, Papel Prensa (la empresa controlada por Clarín y La Nación) tendrá en sus manos el poder de asfixiar a la competencia mediante el solo recurso de dificultarles el acceso a un insumo básico.
Javier Borelli, de la cooperativa que edita Tiempo Argentino, describe que “la compra de papel representa más del 50% de nuestros costos fijos, con el agravante de que Papel Prensa requiere un cierto volumen de compra para enviar el pedido; también exigen que pagues quince días por adelantado, el total de la factura y en efectivo. No podemos conseguir papel en otro lado porque ellos manejan el precio y lo equiparan con el dólar. Si quisiéramos importar tendríamos que sumar los gastos de despachante de aduana y sería más caro todavía. Solo el último año, Papel Prensa aumentó el valor del papel en un 110%. Con la nueva ley, ellos pueden poner el precio de la tonelada de papel discrecionalmente, antes ese costo debía ser uniforme para todos los compradores”.
Borelli dice que sus compañeros y él se niegan a usar el mismo argumento de Clarín, “no queremos decir que Tiempo Argentino puede desaparecer”. Sin embargo, advierte de la situación riesgosa que enfrentan pues “aun pagando lo que ellos quieran, la ley quita una cláusula que obligaba a Papel Prensa a satisfacer la demanda local”.
Nada de lo que ocurre, el más grave ataque al libre ejercicio del periodismo desde la dictadura hasta hoy, podría pasar sin el apoyo de colegas que deshonran la actividad. Salvo un puñado de periodistas con un resto de vergüenza, la mayoría de las figuras de los grandes medios se han convertido en una claque, reidores de bufones sin gracia. Como ellos, dan ganas de decir que nosotros también “queremos preguntar”: ¿Cuál es la recompensa de tamaña indignidad?