Tuvieron su primer momento de recule, pero pronto volvieron a los temas de siempre: CFK, Venezuela, Corrupción, Populismo. Los Majul, los Morales Solá y los Leuco van preanunciando lo que van a ser los medios durante el gobierno de Alberto Fernández.

El raid de Alberto Fernández por territorios mediáticos hostiles muestra que los periodistas que han hecho de la grieta su vida y su elemento están desorientados. No por las respuestas del candidato del Frente de Todos quien, si le preguntan siempre lo mismo (justicia, corrupción, Cristina, Venezuela), contesta casi siempre lo mismo. Lo que les pasa es que no terminan de definir cómo sigue la película.

La presencia de AF en el programa de Morales Solá la semana pasada pone en claro ese estado. Mientras que arreciaban las preguntas sobre el ex jefe de gabinete de Kirchner, cuando llegó la hora de presentar a Mario Negri, el presentador guardó silencio mientras el radical desplegaba un largo monólogo de prosapia balbinista sobre las bondades de la coalición oficial y los peligros de un eventual triunfo opositor. Esa diferencia marca un estado de cosas en el cual ese periodismo siente que el triunfo kirchnerista es una derrota personal que no logran comprender desde el microclima en que transcurrieron estos años, desde tratar de minar el poder de Cristina, luego ir a por su persona mientras se blindaba a Macri. ¿Para qué sirvieron todos estos años de prédica antipopulista, de denuncias a repetición, de sumar cargos sobre cargos contra CFK? ¿No hicieron mella en los votantes las dos fotos que eran el sueño húmedo del periodismo de guerra, Cristina sentada en el juicio por la obra pública y Boudou llevado a prisión (incluida foto obtenida ilegalmente)?

Las reacciones posteriores a las PASO siguieron las que fue teniendo Macri con el paso de los días: enojo, pedido de disculpas (Majul diciendo que no tomó debida cuenta de lo mal que lo pasa la gente- se ve que sale poco) y vuelta al tono de siempre como se vio en el reportaje de La Cornisa a Alberto en el cual el conductor le decía, como si a alguien le interesara, qué él no estaba de acuerdo con lo que oía. Era el modo de establecer un plano de igualdad, en este caso no sobre la conformidad y el asentimiento, como cuando la visita es del palo Cambiemos y que roza las fronteras de la complicidad, sino desde una forma de cuestionamiento que en algunos casos puede pasar a ser agresivo, como lo que sucedió en la entrevista de Leuco jr. O cuando el mismo Majul –que ahora posa de ecuánime- invitó a Daniel Arroyo para descalificar cada cosa que decía. Pero si se festeja a Carrió y los periodistas que la entrevistan mueven la cabeza en conformidad con lo que escuchan de su boca, cuando se convoca a un opositor –sobre todo si es k- de lo que se trata es diferenciarse. Que ese populista no me toque ni con un rayo láser.

Hoy el proceso panqueque de los primeros días puso pausa. Vuelven los temas de siempre y se propone la idea de que AF es un pelele de Cristina, o en los casos más elaborados (como cuando el que escribe es Carlos Pagni) que CFK y la Cámpora le van a torcer el brazo, por las buenas y por las malas. Por otro lado, aparece un antiperonismo cerril, en el que el campeón es Jorge Fernández Díaz, pero que va ganando adeptos. Jorge Sigal (ex mano derecha de Lombardi en la secretaría de Medios) se despachó con un artículo cuyo título lo dice todo: El partido del poder permanente. Algunos días después, Pablo Sirvén sucumbe a una tentación en la que han caído unos cuantos: hacer una equivalencia entre las soluciones mágicas que le lleva Maradona a Gimnasia y Esgrima de La Plata y las que prometió históricamente y sigue prometiendo el peronismo. En todos estos textos campea la idea de que hay un país irracional y corrompido por ciertas prácticas políticas (que ya se sabe quiénes las han fomentado) y un sector de gente sana que, pese a los errores, se guía por valores que van más allá de la coyuntura: los que no caen en el materialismo ramplón del llamado “voto heladera”. Esta caracterización coincide con la que la periodista (RE) Silvia Mercado hace de Macri. Un hombre equivocado pero que quiere lo mejor para todos.

Por su parte, Nicolás Wiñazki dice en Clarín que en el Instituto Patria se está redactando una nueva constitución que va a establecer, entre otras cosas, que los jueces van a ser elegidos por voto popular. El espíritu de Santoro no descansa. Una fake news por día estimula y sienta bien. Y se lanzan hipótesis con aspiraciones de lógicas: se afirma que han cedido las denuncias contra Maduro por temor de los venezolanos que viven el país a las represalias contra ellos del gobierno de Alberto Fernández.

Después de la derrota, las sociologías baratas y los lamentos de goma, el periodismo de guerra ha vuelto a mostrar las armas que piensa usar por ahora, en especial que el gobierno próximo estará atravesado por la tensión entre la furia de Cristina y la moderación de Alberto. Eso en las hipótesis con más pretensiones de racionalidad. Aunque con sus eventuales derrapen como cuando Morales Solá dice que CFK aprovecha la presentación de su libro para enviar “mensajes cifrados”. Otros sostienen que AF es un embaucador que vende responsabilidad pero en el que anida la hidra kirchnerista.

Se puede decir que este periodismo ejerce una oposición a futuro que por ahora solo se puede alimentar de hipótesis mientras se prepara para dar la batalla posterior al 10 de diciembre.

Todo parece indicar que cada medida del Frente de Todos se pasará por una especie de cristinómetro para ver su grado de contaminación, que se seguirá agitando la bandera de la corrupción, en principio la pasada, pero seguramente con el tiempo encontrarán algún episodio de la gestión Alberto con el cual ensañarse, algún nuevo avatar de la ruta del dinero F. La dificultad a la que van enfrentarse –un proceso que viene desarrollándose desde hace algún tiempo- es la ausencia de referentes en el plano político que muevan el amperímetro. Carrió ya viene autodinamitándose y va perdiendo una credibilidad que nunca debió haber tenido. Macri es, como lo definió su amiga Mirtha, un fracasado, de esos que no garpan, algo de eso le toca también a Vidal y Larreta es demasiado municipal. Queda la apelación a los talibanes de Cambiemos: Bullrich y Pichetto. (Al margen, no deja de sorprender que Cambiemos haya cedido el protagonismo de la campaña a dos ex peronistas talibanes de la xenofobia y la represión) Habrá que ver si con eso alcanza. Lo cierto es que los intelectuales, por llamarlo de algún modo, quedan como la reserva moral de Occidente: Alfredo Casero, Santiago Kovadloff, Sebrelli, Campanella, Brandoni, Juan Acosta y elenco. De hecho, la nueva consigna de Leuco padre es hacer un programa de política sin políticos.

Con esas voces, los aportes propios y las figuras que puedan catapultar, se viene el nuevo episodio del periodismo de guerra.

 

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