Una marcha de los periodistas para tratar de hablar con Lombardi –representante del gobierno del “diálogo”- se encontró a la policía rodeando al CCK. Mientras continúa la toma pacífica de las dos sedes se van conociendo los detalles y responsables de esta nueva etapa del vaciamiento de los medios públicos.
Plata, hay. A la hora de juntar policías, el Estado no se achica. De un tiempo a esta parte, la crónica de cada manifestación debe escribirse con tinta azul. Trescientos uniformados cortan la avenida Corrientes. Si se enterara el ministro Dujovne que los motores en marcha de dos carros hidrantes están gastando gasoil sin tirar un solo chorro de agua, echaría a los que manejan. Pero en nombre del ahorro fiscal son otros los despedidos, los que están a lo largo de la avenida Alem, trabajadores de TELAM.
Vinieron al CCK a pedir una reunión con el ministro Lombardi. Ocho días atrás, cuando los rumores se vestían de certezas, pidieron al director de la agencia oficial, Rodolfo Pousá, que los recibiera. Ni entonces ni ahora hubo diálogo. “Diálogo”, la expresión que Cambiemos usó como caballito de batalla y resultó un caballo de Troya. Dentro del consenso y la pluralidad de voces el Gobierno escondió la mentira, la crueldad y el cinismo.
Juana tiene cinco meses. Está en el carrito que lleva su mamá, reportera gráfica. Este martes la mujer abrió su casilla de mail y se encontró con que el departamento de Recursos Humanos la invitaba a formar parte de la “nueva” TELAM. Fue al teléfono, hizo un par de llamados y comprendió lo que estaba pasando. “Sentí alivio, claro, pero después una enorme tristeza; y así sigo, embarullada”, cuenta. La moneda al aire no salió “telegrama”. Pero a otros trescientos cincuenta y tres, sí. Y a Carlos, también. Carlitos Brigo, nombre y apellido de la fotografía periodística, 60 años, ahora en la calle porque “no daba el perfil”. Definamos qué es no dar el perfil para Lombardi a partir de Eduardo Kragelund, otro despedido: trabajó antes en Reuters, AFP (Francia) y el Diario El País (España).
Celia tiene cabello largo y gris. Está en la agencia desde que unas canas eran para ella un par de policías. Ofrece al presidente Macri “un plan canje, los 354 por un ministro” y recuerda antecedentes de Pousá. “Llegó en 2000 para desguazarnos, se fue en abril de 2002 y terminó haciendo juicio por el equivalente a unos cien mil dólares; resulta que él vivió de la teta del Estado y nos viene a decir ahora que sobramos”, relata. Si es por decir, el director había dicho que TELAM buscaría “un periodismo de calidad”. Y argumentó en las últimas horas que la reducción del 40% del personal se debió a que la agencia necesitaba dejar atrás la época en que “la propaganda se disfrazó de periodismo”.
Definamos “periodismo de calidad” y “propaganda disfrazada de periodismo” en versión Pousá: bajo su gestión se demoró largas horas en informar de la muerte de Fidel Castro porque el turno noche había sido reducido y no había quién diera la noticia; se aseguró que los muertos en el recital del Indio Solari en Olavarría fueron siete (dos, en verdad) porque la agencia no mandó a su personal a cubrir el recital y se nutrió de noticias falsas en Twitter; un cable aprobado por él tituló “El perro mascota del presidente Macri recorrió parte de la Casa Rosada”.
Mariano Suárez, delegado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), denuncia “un vaciamiento para beneficiar a los medios hegemónicos y destrozar los derechos laborales” y resalta el botín oculto que el Gobierno quiere robar: el control de la publicidad oficial. Desde hace dos años se le quitó a TELAM la supervisión de lo que el Estado otorgaba como pauta. La agencia no decidía quienes eran los beneficiarios ni asignaba montos. Como ocurre con, entre otras actividades, la liquidación de divisas de la soja y el mercado cambiario, la Casa Rosada se desprendió de molestos observadores. Peor aún: el control de la pauta lo tienen ellos mismos –en la Jefatura de Gabinete- o lo tercerizan en manos privadas.
Uno de los despedidos acerca datos que refutan a Lombardi. El ministro había dicho que la planta de TELAM pasó de 479 en 2003 a más de 1000 en 2015 y aseguró que el incremento tuvo como objetivo “satisfacer las necesidades de adoctrinamiento de un gobierno y la sujeción a su poder”. Pero los trabajadores hicieron algo más. Hace quince años la agencia sólo brindaba servicio de cable y fotos. Hoy cuenta con personal que realiza infografías, material en video y podcast, organiza un archivo fotográfico y audiovisual, trasmite contenidos vía streaming, diseña especiales multimedia. TELAM tiene –y antes no- una redacción dedicada al portal web, 27 corresponsalías en todo el país y seis corresponsalías internacionales.
La calle es de a ratos una furia. Y de a ratos un mar de lágrimas, esas cosas que no entran en una planilla de Excel. No hay aquí más que lo que nuestro maestro definió como “la miseria planificada”. Eso sí: si cobráramos un peso por abrazo que vemos o damos nos sobraría para hacerle pito catalán al FMI y pagar los sándwiches de miga y el champagne con que Lombardi celebró que con 354 trabajadores menos “ganó el periodismo”.