Una mirada, día por día, sobrevolando la semana previa a las elecciones. Manipulaciones, operaciones, barbaridades, un desaparecido que aparece muerto y los dinosaurios que, parece, no van a desaparecer.

Lunes

“No pidas por Santiago Maldonado si no pediste por Julio López” se queja un contacto de Facebook. “Ustedes, por qué no hablan de Marita Verón” retruca una contacta indignada. Si no pediste por todos no pidas por nadie, es la consigna en las redes. Una extraña idea de paridad necrológica, un reclamo de justa y recíproca distribución de la indignación.

El filósofo Diego Singer nos alerta de que la pregunta por Santiago Maldonado “atraviesa el aniquilamiento de los pueblos originarios y se condensa con inusitada intensidad en la pregunta de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Es una pregunta por la constitución de nuestro Estado-Nación, que no cesa de actualizarse una y otra vez en el feroz entramado de cuerpos y territorios que atraviesa las villas y los asentamientos desde una doble lógica de ocupación.” Entonces, pedir por un cuerpo es pedir por todos los cuerpos.

Dentro de una semana (con buen viento) vamos a saber los resultados de las elecciones.

Martes

QUEREMOS PREGUNTAR, demandó alguna vez un grupo de periodistas durante la última presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Hacerle preguntas a fue durante muchos años el sueño húmedo de todo conductor de programa periodístico. En estos días Novaresio, Gelblung, Vernaci y Rozín se dieron el gusto. Novaresio y Rozín solo hicieron las mismas preguntas: De Vido y los bolsos de López. “Esto te lo tengo que preguntar” se justifican. “No te voy a regalar un titular” responde Cristina. Tanto misterio para tan poco: Cristina dice las mismas cosas que dijo siempre. Delante de Novaresio y de Rozín es una esfinge sin enigma. El precio de haber cumplido las fantasías es un segundo momento de desazón.

Con Chiche y la Negra Vernaci pasa algo distinto. Cristina se suelta y de a ratos se produce ese extraño momento en el que el diálogo se escapa de la intención del entrevistador y el entrevistado. Como le gustaba decir a Nietzsche, una chispa que se produce por el choque entre dos espadas. Una epifanía, como le gusta llamarlo a los de Letras.

Faltan muy pocos días para las elecciones legislativas.

Miércoles

“Lograrás una humildad que te llenará de orgullo y soberbia” prometen Les Luthiers en su canción del predicador Warren Sánchez. La humildad de Elisa Carrió es de esa clase; es decir, extremadamente fastuosa. En una semana le pide perdón dos veces a la familia Maldonado “de todo corazón” por sus comentarios hirientes acerca de Santiago. De paso, nos perdona a todos por tomar a sus insultos por insultos y tergiversar sus palabras. Son pedidos de perdón enfáticos y ampulosos; una especie de “¡miren cómo pido perdón!” Lo hace por Twitter y recurre a una vieja treta de católicos atorrantes: creer que con la mera confesión alcanza, que no hay que ofrecer ninguna clase de reparación.

Desde hoy Lilita permanece guardada, para ser protegida de sus propias palabras.

Jueves

La gobernadora de la provincia de Buenos Aires lee una carta -manuscrita, con perfecta cursiva, sin errores ni tachaduras, en una hoja de cuaderno. “De repente me acordé de Feliz Domingo y la prenda esa de los poemas que leían las adolescentes”, recuerda el dibujante Pablo Lobato. María Eugenia Vidal nos bebotea, nos asegura de que estamos haciendo todo bien. Tiene éxito porque todos, en algún lugar de nuestro interior, queremos ser ese niño al que mamá le sube las medias y le acomoda el cuello del suetercito.

Es el último día de campaña. La gobernadora va a descansar después de una peregrinación por radios y canales de televisión. El lunes, a descansar de tanta rotación y a ponerse a gobernar una provincia.

Viernes

Qué música poner, mientras escribo, esta noche de viernes de espanto. Vamos con Charly: el bigotudo nos salva en estos momentos. (¿Cuántas veces curó la psiquis de la Argentina a fuerza de canciones? Por eso se volvió loco). Voy a “Demasiado Ego”, 1999, el registro en vivo de su recital en Puerto Madero. Charly quería arrojar unos maniquíes al río desde un helicóptero; las madres le pidieron que no lo hiciera, Charly les hizo caso y las invitó al recital. Tuvo a Hebe al lado y tocó “Kill your mother”: si eso no es actitud punk, no sé qué cosa lo es. Además cantó “El show de los muertos”, esa canción dónde nos pregunta en cuál de nuestros muertos nos pusimos a pensar.

Pero los dinosaurios no van a desaparecer. Son dinosaurios que saben adaptarse al ambiente. Faltan dos días. Quiénes nos tocará ser después de este domingo.