Parece que finalmente el peronismo tendrá su interna: Cristina, por un lado, Randazzo por el otro. Dos opciones que responden a la dinámica interna de la política argentina, más allá de las descalificaciones y acusaciones cruzadas.

Aunque suene exagerada la metáfora que usa Gabriel Fernández cuando, en La Señal Medios, se refiere a las dos grandes opciones que se dibujan en el arco peronismo-kirchnerismo con vistas a octubre, tal vez verlas así, como “fuerzas naturales”, permita pensar mejor la situación, no sólo de esas fuerzas sino de la vida política argentina. Por un lado, el “lugar político denominado kirchnerismo” (y el hecho de que “Cristina Fernández de Kirchner es la candidata con mayor intención de voto y popularidad del espacio nacional  popular”), y, por el otro, una vertiente forjada a la vera de ese lugar político, debido a errores del propio kirchnerismo y defecciones ajenas, conformada por dirigentes que “se lanzaron a la construcción de una puerta de reingreso” porque consideraban “que ese hueco resultaba necesario y quizás, inevitable”: los que dicen “lista única” y los que reclaman ir a las PASO, para sintetizarlo rápido.

A semejanza de las fuerzas naturales, dice Fernández, en las dos opciones es posible advertir “energías genuinas, con matriz profunda”. Más vale, si es así, no desestimar a ninguna de las dos ni considerarla un fenómeno ocasional. Traducido: “ni el kirchnerismo es autocrático y cerrado por intentar una lista de unidad, ni el randazzismo es clarinesco y massista por pretender concurrir a elecciones internas. Ambos encarnan caminos interiores que se originaron en motivos profundos y necesitan la construcción de escenarios adecuados para su ser en movimiento”. Lo que llevaría, entiende GF, a una “combinación entre ambas posturas derivadas de realidades”, de la que “puede surgir la representación más cercana a la necesidad de batir al liberalismo oligárquico. Allí, el arte de la política en una y otra región del espacio nacional popular deberá mostrar creatividad para lograr el objetivo”.

¿No es mucho pedir? Dejando de lado las inflamadas expresiones de los partidarios de ambas alternativas en las redes,  habrá que ver hasta dónde llega esa creatividad en el arte de la política que invoca Fernández, y si el proclamado objetivo común –porque de “unidad” hablan todos– tiene o no mayor peso en la balanza que los intereses personales o grupales, o los narcisismos, o algún otro factor de los muchos que, con mayor o menor grado de visibilidad, pueden estar incidiendo. Algo, de todos modos, se puede decir con bastante certeza, sea lo que sea lo que finalmente ocurra, y no sólo para estas elecciones de medio término: con las fuerzas naturales, lo peor que se puede hacer es actuar como si no estuvieran ahí.