Los microrrelatos de Alejandro Ippolito, Silvina Cángaro y Ana Lacunza que se publican aquí fueron premiados en el concurso organizado por el Área de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. (Ilustraciones: Luis Scafati)

El Vuelo

Alejandro Ippolito

 

El dolor se vuelve permanente y es la única certeza que me queda. Me arrastran una vez más y ya no hay tiempo, tengo que pedírtelo ahora porque sé que se quiebran mis horas en este reloj siniestro, de espaldas sobre el metal inmundo que me sostiene y me eleva.

No te duermas sin escucharme por favor, me arden los huesos, mi voz se apagó hace mucho tiempo, apenas si recuerdo mi nombre por un eco de voces lejanas que me besa la frente.

Sé que sonríes en algún rincón del mundo, la luz ocupa tus días y tienes un sueño enredado en los párpados. Me aturden los motores de las hélices lastimando el cielo, soy un pájaro simple entregado al último vuelo y necesito que me escuches porque no quedan más palabras arañando mi garganta.

Me han vendado los ojos pero no han podido robarme la mirada, son torpes, salvajes, sólo tienen la fuerza y esa furia imbécil que los mueve.

No tengo tiempo para odiarlos, sólo quiero que me escuches, en este último momento, antes que rompan mis alas y me arrojen a las fauces del océano.

Sólo reclamo tu memoria, desde hoy y para siempre, nunca me olvides.

 

Alejandro Ippolito es un escritor de Tandil, nacido en Mar del Plata en 1967. Autor del libro “Patria, crónicas de un sueño pobre”, Felipe Ibañez editor, 2017. El vuelo fue Primer Premio  del concurso de Relato Breve – Sec. Derechos Humanos – Unicen – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.

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El limpio

Silvina (Ivy) Cángaro

 

La voy a hacer mierda, qué se cree.  O porque es linda piensa que es buena…  las lindas nunca son buenas. A mí el diablo no me engaña, yo soy más bicho que él. Mirá como corcovea la potrillita. ¿Qué pasa? ¿te quema? Pero mirá que habías sido flojita. No pasa nada, vos vas a aguantar, o no decías que te la bancabas? Puto, me dijiste. Negro puto. Este negro puto te va a cerrar el hociquito tan hablador a pijazos y máquina a ver si te dan ganas de putearme. Mirá que habías sido maleducada che, tan rubia, tan linda y tan sucia. Yo soy limpio, soy el bien, soy dios, turra. Negro puto a mí, justo. Negro, decirme negro. El mundo es mío, yo lo manejo a pura máquina. A mí me la vas a contar. A mí. Corcoveá, nomás. Lagrimitas, ay! Lagrimitas. Puta, mariconearme a mí. Si nos habríamos cruzado en otra parte, si vos habrías sido buena, eh? capaz, turrita, capaz.

 

Silvina (Ivy) Cángaro es tandilense. Trabaja como periodista gráfica desde 1985, cuando inició su labor en el diario La Capital de Mar del Plata. Desde entonces publica y colabora para medios locales, nacionales y esporádicamente, internacionales. En los últimos años también incursionó en la radio. Como escritora y guionista, obtuvo algunos premios locales, nacionales, y de certámenes de Chile, España y Cuba. Publicó en Argentina, Italia e Inglaterra.

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Las hermanas

Ana Lacunza

 

El 24 de marzo de 1976 anocheció en La Plata, y amaneció el miedo, la luna cruzó la calle 1 y se posó cautelosa en la calle 47, los zaguanes se estremecieron. Un estallido incendió el cielo insinuando siluetas; los vidrios de la ventana vibraron y luego la oscuridad. Las dos hermanas salimos de la cama, cuatro años una y cinco la otra, nos escondimos debajo de la mesa y nos tomamos de las manos, y jugamos a las bombas, la que cuenta más, gana.

 

Ana Lacunza nació en 1970 en La Plata, una ciudad fuertemente golpeada por el plan sistemático de represión ilegal de la última dictadura cívico militar. Actualmente es secretaria de gestión de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata. Ha colaborado, como columnista en temas de género y derechos humanos, en Radio Provincia y en las revistas digitales El Tranvía y Socompa, periodismo de frontera.